Durante los últimos años el emprendimiento ha sido usado como bandera política. Ha servido para hacerse ver más sofisticados en sus programas de gobierno y al final el único defraudado ha sido el tejido empresarial colombiano. Así mismo han sido muchas de las políticas implementadas en esos mismos gobiernos. Nada que verdaderamente le apueste al crecimiento empresarial y por el contrario subsidios disfrazados de apoyo al emprendimiento solo para la foto y los titulares de noticias y redes sociales.
El pasado persigue al empredimiento, pues este gobierno no se escapa en tratar de hablar del tema con poco tino y más bien con mucho riesgo de poner en peligro el crecimiento de las empresas por darle a la política pública de emprendimiento un enfoque completamente equivocado.
No puede ser concebible que el programa de gobierno hable del empredimiento como una política social de generación de ingresos. Si bien hay emprendedores de la base de la pirámide que tienen como sustento o autoempleo la independencia y pequeños negocios, no pueden enfocarse todos los esfuerzos de cuatro años de gobierno a un solo segmento. Sacrificar empresas que necesitan impulso para pasar a un nivel de empleabilidad mayor, transformación de procesos y generación de valor agregado terminará por deteriorar a un porcentaje alto de pequeñas empresas que hoy se ven a gatas para lograr sustentarse.
El desconocimiento del crecimiento empresarial se ve a todas luces con el enfoque que se le está queriendo dar. He sido reiterativo que necesitamos equilibrar la balanza, que debemos generar oportunidades para un sector de la población que ha sido históricamente marginado de los beneficios de una economía de mercado, pero esta reivindicación no puede ser a costa de la pequeña y mediana empresa colombiana que en un buen número pertenece a personas de clase media baja.
Y no solo el enfoque es el equivocado. Uno de los graves problemas que no se ha resuelto es el del flujo de caja para los pequeños empresarios, ni desde la compra pública, ni desde la ley a plazos justos han logrado el impacto esperado. Por el contrario, se está queriendo tramitar una reforma tributaria que tiene muchos aspectos rescatables, pero otros que van a seguir generando un resultado negativo para que las empresas tengan excedentes de capital que les permita poder innovar, ser más sustentables, tener más crecimiento en su planta de personal o tan solo darle una mejor vida a su familia por causa de dicha eficiencia económica.
Mantener la terca e insolente propuesta de tener al empredimiento en el punto más bajo de la pirámide nos hará, como dice Sergio Zuluaga, retroceder en materia de crecimiento empresarial y sofisticación de este. Los recursos son limitados y no podemos seguir respondiendo bien las preguntas equivocadas. Este es el momento de poner el pie en el freno, bajarse del carro y ver el panorama completo para poder redireccionar un objetivo, que, aunque puede parecer noble, nos llevará a un puerto del que será mucho más difícil salir. Así que aprovecho este espacio para decirle al presidente Petro que aún está a tiempo, que cualquier decisión es crucial para el tejido empresarial, así que para la implementación de estas políticas llegó el momento de usar el dicho atribuido a Napoleón: “vísteme despacio que tengo prisa”.