El periodista del Colectivo Socialista, Patricio Fernández (52), fue uno de los 154 convencionales que redactaron la propuesta de nueva Constitución. En el proceso de discusión de los reglamentos de la Convención coordinó la comisión de Comunicaciones, Información y Transparencia, luego se incorporó a la comisión temática de Derechos Fundamentales y en mayo se incorporó a la comisión de Armonización. Era partidario de aprobar para reformar, pero que el domingo el texto fue rechazado en el Plebiscito de salida.
“No ganó el Apruebo, según entiendo”, dice al inicio de una entrevista con La Tercera TV y luego sonríe. “Amanezco como un proceso que continúa, no por el camino por el que yo hubiera apostado, pero por uno que sepamos sacar adelante”, prosigue.
¿Qué pasó?
Hartas cosas. Pasó que esta es una Convención nacida en un momento, nacida en la intensidad de un estallido social, que tuvo las características que eso de alguna manera invitaba y por lo tanto llegaron inexperiencias, llegaron rabias, llegaron resentimientos y efectivamente la Convención fue distanciándose de una sociedad, de una comunidad que parece que quería calma y que quería confianza. Y aquí hubo personalidades que irrumpieron, aquí hubo soberbias y discursos que no atendían a eso que iba transcurriendo, algo así como que el estallido social quedó como procesándose en la Convención, mientras la comunidad iba por otro lado.
Y cómo sigue esto…
Yo siempre vi este proceso no como un texto esplendoroso, sino que como la matriz de una construcción que requeriría su desarrollo en otro ciclo político. Vamos a ver cómo se retoma esa historia. El resultado es aplastante. Está por sobre lo que nadie pensó. No deja márgenes para chacota ni para cantinfleo. Es de una contundencia total que tiene que ser asumido como tal.
¿Se quedó el octubrismo pegado en la Convención?
Claro, y yo lo diría incluso de otra manera: no sé si se quedó pegado o se quedó procesándose. Porque si piensas, esto es una manera sofisticada de darle una razón de ser a esa Convención, ahí se quedó un magma que se fue trabajando para permitirle justamente a la comunidad estar distanciada de alguna manera de esa energía. A comienzos de este año ya me resultaba claro que el proceso era más largo de lo que se estaba viendo ahí porque mucho de lo que se esperaba que aconteciera, no iba a acontecer ahí.
¿Se castigó a los 30 años, a los integrantes de los partidos tradicionales?
No sé si le llamaría los 30 años, pero algo sí en el sentido de que lo que aquí estaba representado… Recuerda que el estallido social fue una megarruptura institucional; o sea, si algo había ahí era ‘con ustedes no queremos nada’. Yo vi el estallido así, una irrupción de muchos que están pidiendo su lugar en la escena.. O sea, sí son hijos de los 30 años… 30 años en que apareció internet, 30 años en los que apareció la crisis climática, 30 años en los que irrumpió el feminismo con una fuerza que nunca habíamos visto, 30 años en que empezaron las políticas de las identidades… En ese sentido, era un mundo que había nacido en esos 30 años.
Ese magma que nació del estallido ayer fue rechazado ampliamente…
En los tiempos que corren, ya sabemos cómo las cosas fluyen acá, en una cosa sorprendente, yo creo que no podemos ir reseteando enteramente el diagnóstico ante cada elección porque nos vamos a equivocar. La elección de la Convención fue como fue y representaba algo. Acto seguido vino la presidencial y en la primera vuelta ganó José Antonio Kast; en la segunda ganó Boric con las más alta votación que ha habido desde la recuperación de la democracia. El Parlamento quedó representado con una mayoría de derecha que nunca había tenido desde el fin de la dictadura. Y hoy día pasa esto (el resultado del plebiscito).
Ximena Rincón plantea que en la configuración de una nueva convención, ella no está de acuerdo con tener listas de independientes, sino que fueran en cupos de partidos. ¿Le parece algo más sensato para reorganizar las fuerzas?
Es posible, pero yo diría que los partidos no vean la tentación de convertir en chivo expiatorio a los independientes. Es posible que las listas sean nacionales, que se incorporen independientes en las listas de partidos, pero no sé la solución precisa. Todas son atendibles, pero creo que sería medio absurdo que para evitar pelear entre partidos, decidieran que los enemigos eran los independientes.
Hace un tiempo planteaba que no le creía a la derecha. Con los resultados en mano y lo que se ha dicho, ¿sigue pensando lo mismo?
No sé si dije que no le creo, pero sí lo ponía en duda. Lo que he visto hasta acá es ratificar esa voluntad (de seguir el proceso) en muchos de sus miembros. He visto a Macaya insistir en que está dispuesto y quiero creer que sí hay esa voluntad. No veo en el voto del Rechazo haber sepultado esto en lo que estamos. Podría haber quienes se sintieran tentados a verlo. Sólo recordemos que hay un sector político en Chile que se ha sentido muy representado por la Constitución del 80, es el ideario de uno de los fundadores y líderes de un partido. Por lo tanto, no es tan raro que existan esas fuerzas y que pudieran querer ‘hagamos unos pocos cambios en vez de una nueva Constitución’.
Usted dijo ‘los convencionales logramos caerle mal a la gente’. ¿Le frustra eso?
Me frustra y creo que tienen mucha responsabilidad. Desde el momento que la Convención aparece como un espacio poco serio y poco confiable, todo lo que emana de ahí es fácilmente cuestionable. Es decir, se produce un círculo vicioso y la lectura más exagerada que se pueda hacer de una norma pasa a tener asidero. Por lo tanto, creo que ahí está el germen de esto. Además, creo que habitaron soberbias al interior de la Convención y creo que es muy importante que hagamos una autocrítica grande, porque de la revisión de lo que funcionó y de lo que no, se puede aprender mucho para después. Yo creo que al mismo gobierno le va servir ver en qué consistieron los errores y la falta de carácter para liderar, en lugar de secundar. Algo de esa responsabilidad tienen los colectivos de partidos políticos. No haber sido más fuerte en la pelea de sus convicciones para llevar adelante determinadas cosas.
Creo que hay varios que han culpado a los medios. No se ha visto mucha autocrítica.
Van a tener que salir a buscarla. Yo creo que tiene que haber, más escondida, más de la que se ve en los personajes a los que suele acudir la prensa.
Mencionó que a los colectivos y las fuerzas políticas les había faltado carácter.
Venían golpeadas y desprestigiadas. Entonces, era como si estuvieran buscando resucitar.
Pero el Frente Amplio y el PC no necesariamente venían tan golpeados.
Ahí hay una responsabilidad importante. Es el partido del gobierno y como partido del gobierno tenía la tarea de liderar, pero les faltó carácter.
¿Por qué?
Es joven y esa es una explicación importante.
Hoy Carlos Peña analizó lo que significaba este golpe para el gobierno y el decía que el Frente Amplio no había madurado políticamente y que este había sido un golpe a la superioridad moral que venía manifestando hace un buen tiempo con paternalismo y que eso llevaba al desprecio.
Yo creo que hay una maduración muy desequilibrada entre el Presidente y su coalición. Yo creo que todo lo que estamos hablando, el Mandatario sí lo entiende y ha dado muestras de eso. El discurso que dio ayer, es un discurso comprensivo. No es un discurso ni de excusa ni de ataque, sino que comprensivo de los errores y de las necesidades. Yo creo que a la coalición le ha costado más. Cuando Giogio Jackson hizo esa declaración no hablaba solo por él, estaba hablando por un universo y yo creo ahora deben sentir este golpe. Este es el aprendizaje más acelerado que ha tenido el Presidente y que lo va poner ahora en un problema. Quiero creer que lo va a resolver con quienes han madurado con él. Algunos de esa juventud tiene una cierta fantasía heroica.
Lo que le pasaba a los convencionales del Frente Amplio…
A eso me refiero. Les era muy difícil distinguir entre: ‘entiendo tu problema, pero creo esta es la solución’, a decir ‘entiendo tu problema y no puedo estar de acuerdo con lo que tú dices’.
Varias veces has planteado que el Presidente tiene una madurez y una comprensión de la política distinta a su coalición. Está en horas claves porque hay un cambio de gabinete en ciernes y la gran pregunta es cuánto espacio le va a dar al socialismo democrático.
Doy por sentado que le va a dar mucho más. Si no sucediera así, quedaría muy impresionado si no lo hace.
Da la impresión que más que un segundo tiempo, hay quienes apuestan que este sea el inicio del gobierno.
Es posible. Primero, el Presidente pasa a ser quien encabeza el proceso constituyente. Dónde lo va a poner para seguir gobernando y estar atento a los problemas más urgentes de la ciudadanía. Cómo va a hacer para ver esto y al mismo tiempo ver el tema de seguridad, de la inflación o de La Araucanía.
La Araucanía es la región donde el Rechazo sacó más votos.
Siempre es así. A mí me pareció más sorprendente, especialmente para el gobierno, la votación de Punta Arenas. Cómo se va a generar un camino institucional para solucionar esto sin que algunos piensen que dado este portazo no le ven salida.
Usted que estuvo ahí, ¿qué consejo le daría a una nueva convención?
Yo vi dos problemas de funcionamiento en la Convención. Uno, esta Convención no tuvo espacio de diálogos. Por ejemplo, no había comedor, ni tampoco un espacio temporal ni físico para que las personas que estaban en las distintas comisiones se reunieran. Segundo, a mí me parece bien la hoja en blanco, pero tengo dudas de las infinitas hojas en blanco, es decir, es posible que esto requiera grilla. Yo esperaría que el capítulo que venga no omita ni se desentienda del todo de los capítulos anteriores. El gran valor que yo le doy al proceso constituyente es lo que termina estableciendo como acuerdo social y cultural.