Reanudar el comercio bilateral
Venezuela se está recuperando económicamente. Ya no hay desabastecimiento y se ha dolarizado la economía de facto.
Además, el gobierno chavista promueve políticas discrecionales de liberalización en importantes sectores económicos y la recuperación del PIB podría llegar a los dos dígitos en 2022.
A pesar del denominado “cerco diplomático” y las sanciones de la comunidad internacional, el país vecino se adaptó a las difíciles condiciones y se estabiliza en la precariedad. La situación es mucho mejor que en 2018 y 2019, los peores años de le emergencia humanitaria, pero dista mucho de ser la recuperación que muestra el discurso oficialista venezolano.
La elección de Benedetti como embajador en Venezuela envía un mensaje implícito al régimen de Maduro y es que el responsable de la recuperación diplomática y comercial es alguien muy cercano al presidente de los colombianos. Dicha recuperación es una de las prioridades del nuevo embajador quién, en un trino, afirmó que llegarían a los diez mil millones de dólares en intercambio comercial.
En 2021, el comercio bilateral cerró el año con 391 millones de dólares, según información de la Cámara de Comercio Colombo-venezolana. En el primer semestre de 2022, se llegó a los 400 millones de dólares y este año se puede cerrar con más de 800 millones.
No obstante, si se logra la apertura de la frontera entre Norte de Santander y Táchira antes de noviembre para el paso de transporte de mercancías y personas, podría llegar a los 1000 millones de dólares.
En el mejor de los escenarios, las proyecciones indican que la relación comercial para finales de la administración Petro llegue a los 4000 millones de dólares, lo que dista mucho de las declaraciones del nuevo embajador.
El mayor intercambio comercial entre Colombia y Venezuela fue de 7221 millones de dólares en 2008, momento en que Venezuela producía más de tres millones de barriles diarios de petróleo y el precio internacional era superior a los 110 dólares, llegando incluso a estar por encima de los 140 dólares.
Asimismo, a pesar del retiro de Venezuela de la CAN en 2006, aún nos cubría su estructura institucional en 2008, dado que el retiro sólo sería efectivo cinco años después. Era la época dorada de la Revolución Bolivariana.
La precariedad de la industria venezolana
Hoy Venezuela produce menos de 700 mil barriles diarios de petróleo y ha perdido más de la quinta parte de su población, lo que de facto significa una contracción de su mercado.
La infraestructura venezolana se ha deteriorado aceleradamente, sus carreteras requieren una importante inversión de mantenimiento y su parque automotor se ha reducido significativamente por la falta de repuestos, sin contar con los problemas de seguridad por la piratería terrestre que agravan esta situación.
Las sanciones norteamericanas dificultan el acceso a la inversión al régimen de Maduro, pero también de los privados. La sensibilidad del tema en el sector financiero internacional limita el acceso a servicios por temor al lavado y testaferrato del oficialismo.
Por otra parte, Colombia ha diversificado sus mercados. Algunos de los productos que se vendían en Venezuela hoy llegan a países de Centro América y a otras latitudes. Sin embargo, la reactivación del comercio seria fundamental para la región de los Santanderes.
Los productos de Norte de Santander tardan entre 12 y 14 horas para llegar al puerto de Barranquilla y entre 17 y 20 horas para llegar al puerto de Buenaventura si no se presenta ningún contratiempo en la vía.
En cambio, los mismos productos tardan entre 7 y 8 horas para llegar de Cúcuta al puerto de La Ceiba, en el estado de Trujillo de Venezuela, al sur del lago Maracaibo. Pero dicho puerto, como toda la cadena de transporte, requeriría una gran inversión venezolana.
La economía en Venezuela está mejorando marginalmente y los Santanderes podrían beneficiarse de ello puesto que podrían proveer eficientemente productos colombianos para la canasta básica. Pero existen redes de corrupción para la importación de alimentos en Venezuela que no les interesa afectar el actual estatus quo.
La débil industria venezolana tiene miedo de que los productos colombianos inunden el pequeño mercado y no ha tardado en proponer algunas medidas proteccionistas. Asimismo, varios de los jerarcas del chavismo están nerviosos por la formalización del comercio bilateral que, durante los últimos años, estuvo en manos de la ilegalidad, de quienes recibían porcentajes, participaciones o con quienes incluso estaban involucrados directamente.
Seguridad energética
En materia de seguridad energética Venezuela no es un buen aliado. Aquellos países que se beneficiaron de los suculentos acuerdos de Petrocaribe, pieza fundamental de la activa diplomacia petrolera que dirigió Nicolás Maduro cuando era el canciller de Chávez, fueron los primeros afectados con la crisis venezolana.
Suponer que Venezuela es un proveedor fiable para el mercado colombiano por tener gas raya en la ingenuidad. Por una parte, como sucedió con los países de Petrocaribe, el régimen venezolano instrumentalizaría la dependencia energética. Por otra, la incompetencia del régimen pondría en riesgo la alimentación de los sectores más humildes de Colombia.
Además, los norteamericanos están dispuestos a levantar las sanciones para sus petroleras que tienen una capacidad instalada inoperante para el refinamiento del petróleo pesado y extrapesado de Venezuela. Pero levantarlas para un acuerdo entre Colombia y Venezuela es otra cosa.
Un país en movilidad humana
El comercio puede ser un instrumento para construir confianza entre ambos países pero la relación diplomática debe centrarse en el tema migratorio.
A pesar de que nuestro nuevo embajador se alineó con la posición venezolana de que la migración está regresando a su país y que el supuesto “éxodo” no existe, y que la desidia del gobierno Petro por el tema migratorio sólo es comparable con la desidia del expresidente Duque por el Acuerdo de Paz, hoy Colombia es un país en movilidad humana.
Hay más de 3,4 millones de venezolanos en Colombia y más de 4,3 millones de colombianos en Venezuela. Más de 12 millones de personas conviven en los 2219 kilómetros de frontera por el que cruzan entre 20 000 a 50 000 personas diariamente. Si se recupera el transporte público entre Norte de Santander y Táchira, esa cifra podría llegar a las 70 000 personas.
El Estado colombiano no puede sumarse al discurso del oficialismo venezolano para reestablecer las relaciones comerciales y sacrificar siete años de política de solidaridad, recepción e integración migratoria.
Fue una torpeza de la anterior administración permitir la ruptura de relaciones diplomáticas, consulares y de todos los canales de comunicación, pero tampoco se pueden hacer valoraciones equivocadas y contrarias a los intereses de Colombia. Negar el fenómeno migratorio ha sido el peor error del embajador Benedetti.