El presidente de CEOE, Antonio Garamendi, afronta un otoño difícil. Se avecina una desaceleración económica -posible recesión- en medio de un contexto de altísimos precios y restricciones energéticas, con Putin cortando el grifo del gas a Europa de telón de fondo. No es el mejor escenario para enfrentarse a unas elecciones como líder de las empresas españolas. Muchas no han salido de la crisis del Covid y ya están haciendo frente a nuevas restricciones. Por si no fuese suficiente con el subidón de las facturas.
Garamendi deberá someterse a las urnas de su organización en noviembre. Previsiblemente optará a un segundo mandato y a día de hoy no se ha pronunciado ningún candidato alternativo, pese al descontento de algunas patronales con su gestión. Su cercanía con el Gobierno de Sánchez y los 16 acuerdos que ya ha alcanzado con él tampoco han sido bien vistas por muchos. La cuestión, ahora, es si sus opositores conseguirán reunir la fuerza suficiente para quitarle el puesto.
Los posibles candidatos alternativos
Voces críticas de CEOE han lamentado estos últimos meses la poca contundencia del presidente ante, por ejemplo, la crisis con Argelia o los precios de la energía, que afectan directamente a las empresas. Desde entonces, ha cobrado fuerza la posibilidad de que algún candidato alternativo se presente contra Garamendi.
Ya a finales del año pasado el descontento contra el vasco se hizo visible cuando la patronal sometió a votación interna la reforma laboral. Cuatro organizaciones se abstuvieron -eso sí, no osaron votar en contra-: las dos mayores territoriales, la patronal madrileña CEIM y la catalana Foment del Treball; la mayor sectorial, la de la automoción Anfac, y la agraria Asaja.
Sin embargo, desde entonces el resto de acuerdos con el Gobierno siempre han salido adelante cuando han sido sometidos a votación dentro de CEOE y lo han hecho con unanimidad, incluida la reciente reforma del sistema de cotización de los autónomos. Si hay descontento dentro de la cúpula de la organización, la discreción está siendo máxima.
Eso no quita que en lo que va de año hayan corrido los rumores sobre quién podría ser ese sustituto que acabase con la senda de entendimiento con el Gobierno que ha marcado Garamendi. Los nombres más mencionados han sido los del presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, como mano que estaría moviendo los hilos para que se presente Miguel Garrido, presidente de CEIM.
Hasta ahora, ninguno de los dos han confirmado nada en esta línea y a día de hoy las fuentes consultadas por este periódico descartan que puedan presentarse. «Todo puede pasar, pero si no ha dado el paso ya…», reconocen.
El mismo presidente de Foment del Treball celebró en julio elecciones adelantadas, que justificó por la incertidumbre económica y la inestabilidad que llevaría a un otoño caliente. «Los empresarios tenemos que estar preparados para defender al máximo nuestras compañías, su competitividad y solvencia, para poder hacer frente a la posible llegada de un huracán económico con todas las herramientas y mecanismos», aseguró. Esta decisión hace presagiar que no tiene intención de quitarle el puesto a Garamendi.
Otro posible nombre al alza en las últimas crónicas al respecto ha sido el del expresidente de CEIM Juan Pablo Lázaro, pero él directamente ha descartado esa opción ante las preguntas de este medio. Asegura que está centrado en su labor como presidente ejecutivo de empresa de transporte y logística Sending, y que ha dejado el mundo asociativo ya «para siempre».
Por último, otros posibles candidatos serían el presidente de la patronal valenciana Salvador Navarro e incluso el actual presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva, pero ninguno de los dos se ha pronunciado. La cúpula de CEOE es fiel a Garamendi, y los que no lo son no han conseguido que nadie dé el paso a formar una oposición.
La mayor parte de las fuentes consultadas por este periódico rechazan de plano la posibilidad de que surja un candidato alternativo al actual presidente. En otras, reina el secretismo («sobre ese tema no puedo decirte nada»). Quedan tres meses para las elecciones, y muchos lo consideran poco tiempo para armar una oposición y conseguir reunir los apoyos suficientes para intentar vencer al actuar cabeza de CEOE.
Otros de los motivos tendrían que ver con que no es momento de mostrar debilidades ante un Gobierno que aún tiene mucho que negociar con los empresarios. Precisamente, este año, Garamendi tiene varias mesas de negociación abiertas con los ministerios de Trabajo y de Seguridad Social, sobre el nuevo estatuto del becario, la segunda parte de la reforma de las pensiones y -aunque esta aún no está convocada- la subida del salario mínimo.
Fuentes oficiales de CEOE, por su parte, prefieren mantenerse al margen del debate sobre las elecciones y se limitan a remitirse a los estatutos. A día de hoy, la votación no tiene fecha fijada.
El envite de Yolanda Díaz y las reformas pendientes
En otoño CEOE va a tener trabajo que hacer. Yolanda Díaz ha vuelto de vacaciones reprochando a Garamendi que no se siente a negociar subidas salariales con los sindicatos, quienes, para ella, «tienen razón» en sus exigencias. La ministra ha tirado incluso de un argumento falso, cuando este miércoles aseguró que los sindicatos nunca pidieron vincular los salarios al IPC (y eso que esa fue la razón por la que se terminaron las negociaciones, como publicamos diferentes medios en mayo) (el mismo líder de UGT, Pepe Álvarez, hace tan solo una semana pedía incluso incrementos salariales por encima de la inflación).
Díaz está en plena campaña política después de que en julio lanzase su propio proyecto, Sumar, y en esa línea también ha anunciado que promoverá una fuerte subida del salario mínimo en enero. Queda mucho para eso, pero ya este viernes ha reunido a su comité de expertos para que estudien cuál debería ser el aumento de 2023.
La nueva subida llegaría tras dos años de alzas consecutivas que no gustaron a los empresarios: este año, rechazaron el incremento a 1.000 euros mensuales tachándolo de «inasumible» en un momento de fuertes sobrecostes que sobre todo están sufriendo la limpieza y la hostelería. Garamendi no se ha posicionado ante las últimas declaraciones de Díaz, pero tendrá que hacerlo estos meses mientras defiende su candidatura para la reelección.
Por otro lado, también deberá negociar -a la vez- la segunda parte de la reforma de las pensiones, que incluirá medidas como aumentar los años que se utilizan para el cálculo de la pensión. Asimismo, se pretende aumentar las bases máximas de cotización. Aquí es previsible que el Gobierno lo tenga complicado para conseguir un acuerdo total, como el que logró para la anterior parte de la reforma de las pensiones -en julio de 2021-, aunque buscará alcanzarlo.
Todo dependerá de cómo se plantee la reforma y cómo afecte a los empresarios… aunque el vasco ha descartado en todo momento que vaya a mezclar su candidatura con la política: «Nosotros no estamos a mensajes en clave electoral. No vamos a jugar a las elecciones o al elemento político», subrayó en una entrevista reciente.
Los cambios el PP, un soplo de aire
El PP es otro elemento importante de la ecuación. El partido de Pablo Casado se mostró muy crítico con los acuerdos firmados por Garamendi -ha firmado ya 16 pactos con el Gobierno y los sindicatos, siendo el último la reforma de los autónomos-. Sobre todo, con el de la reforma laboral: en cuanto la patronal anunció su apoyo a la ley de Yolanda Díaz, Casado aseguró que su partido votaría en contra en el Congreso, que aboliría la norma si llegase a la Moncloa y que llegaría «hasta el final en las instituciones europeas» para conseguir boicotearla.
El entonces líder del PP llegó a llamar a Garamendi «cómplice» del sanchismo al «apoyar» los indultos a los políticos independentistas y que después le acusó de suscribir la «propaganda» del Gobierno al firmas la reforma de las pensiones. El ataque del PP fue crucial en uno de los peores momentos para el empresario, que después de una entrevista en TVE tuvo que aclarar que no apoyaba los indultos, sino que CEOE no tenía que posicionarse puesto que los estos son competencia del Ejecutivo.
Por contra, el tono del equipo de Feijóo está siendo muy diferente: su formación decidió apoyar en el Congreso la reforma de los autónomos firmada por el vicepresidente de CEOE, Lorenzo Amor, a pesar de que la habían despellejado en diferentes comisiones parlamentarias y también en público. Solo Ciudadanos y Vox votaron en contra. El PP ni siquiera se abstuvo, decidió apoyarla tras una reunión con representantes de ATA, que forma parte de CEOE.
Desde que fue elegido presidente de su partido Feijóo se ha abstenido de criticar al líder de los empresarios o sus decisiones. El gallego comenzó su andadura con un tono muy cordial, reuniéndose en abril con patronal y sindicatos para presentarles su plan económico ante la crisis y obteniendo su respaldo posterior. Ambos tienen mucho en común, como la visión de que hay mucho margen para bajar impuestos. Así que ahora Garamendi lo tiene algo más sencillo para su reelección, con una oposición que le mira con buenos ojos.