“Forever young, I want to be forever young”… que cantaba Alphaville allá por los 80. Porque ¿quién no querría ser joven para siempre? Muchos hasta serían capaces de vender su alma y –al fin– apuñalar su propio retrato, como Dorian Gray, con tal de conservar un cuerpo atlético y un rostro lozano. Pero también habrá quien piense que la belleza física no es más que pura vanidad, pese a que esconda un respetable deseo hedonista y, en el fondo, el anhelo humano más universal: ser inmortal.
La cuestión es: ¿llegaremos algún día a conseguirlo o estamos diseñados con un sistema de obsolescencia programado? El todopoderoso Jeff Bezos lo está intentando con Alto Labs, una start up en la que ha invertido cientos de millones y que explora la reprogramación celular para conquistar la eterna juventud, en la que colaboran genios como Shinya Yamanaka, premio Nobel de Medicina en 2012, o el bioquímico español Juan Carlos Izpisúa. Pero, para la mayoría de los expertos, la conquista de ese deseo irrefrenable de perdurar para siempre es pura ciencia ficción, aunque sí admiten que podemos estirar nuestra existencia y vivir mejor los años que duremos. Lo confirma todo un gurú en estas lides, el doctor Vicente Mera, jefe médico de la Unidad de Envejecimiento Saludable y Medicina Genómica de SHA Wellness Clinic: “Una persona de más de 50 años que siga cinco hábitos básicos (alimentación saludable, control del peso, gestión del estrés, ejercicio constante y moderado y vigilancia del consumo de tabaco y alcohol) puede llegar a hacer su vida un 20% más larga que aquella que no se apoye sobre ninguno de estos pilares. Y cuando al final surjan las enfermedades tendrá mayor calidad de vida y se resolverán sus problemas de salud (si aparecen) con menor sufrimiento. Pero es fundamental adquirir buenas rutinas desde la infancia, porque los hábitos son como los idiomas: se aprenden más fácilmente y se recuerdan para siempre si se incorporan antes de finalizar la adolescencia”.
Vaya jarro de agua fría, especialmente si has tenido una juventud disoluta y rondas la madurez sin ganas de privarte de nada, aunque todavía estés a tiempo de enmendarte. Y si eres de los que piensan que la buena genética con la que has sido dotado por obra y gracia de tus padres te sirve de indulto, olvídate: es un espejismo. Más allá de lo que se cree, la longevidad tiene menos que ver con el ADN que con cómo hayas gastado tus años mozos y no tan mozos. “En el proceso de envejecimiento celular influyen muchos factores. Mientras que el 30% se debe a razones genéticas, que son muy difíciles de cambiar, el 70% restante depende del estilo de vida, donde sí podemos hacer algo al respecto”, asegura el doctor Mera.
La teoría –ya apuntada por este especialista– para mantenerse como en formol y acercarse al inexplicable expediente X de Jordi Hurtado es, en realidad, conocida por todos, pero la doctora Celia Gonzalo, especialista en medicina antienvejecimiento de Neolife, abunda en el tema desde una perspectiva holística: “Para envejecer bien física, psíquica y emocionalmente sería recomendable empezar por tener una actitud positiva, pues hay numerosas publicaciones que relacionan estados depresivos con el cáncer. El estrés nos destruye, puede aumentar nuestra tensión arterial nos da un aspecto cansado al haber pérdida de grasa facial y favorece el insomnio. Es fundamental buscar la relajación. También conviene llevar una dieta adecuada, pues tenemos bacterias en nuestro intestino que intervienen en la síntesis de ciertos neurotransmisores. Por otra parte, recurrir a la terapia hormonal –sí, también los hombres– tiene que normalizarse. Y, finalmente, la suplementación nutricional puede mejorar nuestra calidad de vida sin tener que recurrir a fármacos”.
Y por si no hubiera quedado claro, el doctor Mera añade tajante: “La nutrición es la piedra angular: somos lo que comemos. Hay que empezar por cambiar la cantidad y la calidad de lo que ingerimos si queremos notar un cambio significativo. Y el sueño es básico: lo ideal es dormir un mínimo de 50 horas a la semana para mejorar las funciones biológicas”, un dato que tienen más que testado en SHA Wellness Clinic, uno de los centros más avanzados en healthy aging. Para ello disponen de los últimos avances científicos, como hormonas bioidénticas para minimizar los problemas de la andropausia, test genéticos y de resiliencia al estrés o la terapia celular y la aplicación de citoquinas (proteínas que intervienen en la respuesta inmunitaria).
Las edades del hombre
Los expertos en antiaging coinciden al apuntar que tenemos tres edades: la cronológica, la aparente y la biológica. La primera no puede cambiarse ni falsificando el carné. La segunda, que tiene que ver con el aspecto físico, cada vez nos preocupa más, y gracias a los avances de la medicina estética le vamos ganando la partida. De hecho, según el último informe de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), de las 400.000 intervenciones de cirugía estética que se realizaron en 2018 en España, un 16,6% fueron en hombres, casi cinco puntos más que el año anterior, y la demanda va en ascenso.
Mostrarse joven es una preocupación propia de la condición humana desde Adán y Eva, aunque, ciertamente, las redes sociales han exacerbado este deseo. El simbólico hombre de Vitrubio que pintó Leonardo da Vinci ya mostraba las proporciones apolíneas y vigorosas de la juventud que tanto adoramos y que tememos perder con el paso de los años. Y Rubén Darío lo expresó mejor que nadie: “Juventud, divino tesoro. ¡Ya te vas para no volver!”. Pues eso: nostalgia del tiempo pasado, enfado por verse arrugas, tripa y pelos donde nunca debieran aparecer, miedo a envejecer… son sentimientos tan naturales como generalizados, provocados por el inexorable paso del tiempo y la imposibilidad de frenar la decrepitud. “Pretender la eterna juventud o rechazar los cambios naturales que a todos nos van a llegar es una fuente de frustración segura y muy dañina. Aceptar la realidad, como es uno y como será con el paso de los años, y aceptar que envejecemos y que moriremos es un presupuesto necesario para una buena salud mental”, sentencia Ángel Luis Guillén, psicólogo sanitario y director de Psicopartner, quien hace hincapié en que sobrevalorar la juventud tiene sus consecuencias. “Vernos bien físicamente afecta a nuestro estado de ánimo, pero llevado al exceso es contraproducente. Cuanto más volcado viva uno en la imagen, las apariencias, el culto al cuerpo y sus gratificaciones, más sufrimiento”, añade.
Pero de las tres edades del hombre, la verdaderamente importante es una de la que todavía no hemos hablado: la edad biológica, que no se ve a simple vista, pero que se puede calcular mediante biomarcadores, que dan cuenta bastante precisa del estado de nuestra ‘maquinaria’ y pueden enmendar los fallos para alargar nuestra vida útil. La doctora Celia Gonzalo explica el proceso: “El acortamiento de los telómeros (los extremos de los cromosomas) se puede medir. Y esa prueba es la que da nuestra verdadera edad biológica, que en algunos casos será mayor que la cronológica. Para conocerla usamos una herramienta, la DXA de composición corporal, que nos proporciona mucha información sobre cómo estamos ‘por dentro’. Un individuo envejecido tendrá más masa grasa visceral y menos cantidad de músculo. Mediante otras pruebas averiguamos también la edad de las arterias (en función del engrosamiento y la rigidez) y, a nivel analítico, las hormonas y otros marcadores reflejan el deterioro que está sufriendo nuestro cuerpo. Y todas estas mediciones de parámetros biológicos permiten al profesional actuar de forma precisa y personalizada para aumentar la esperanza de vida, que pasa por prevenir enfermedades”.
Sabiendo eso, siempre podemos cambiarnos algunas ‘piezas’ antes de que se desgasten y seguir rascando años a la edad física y biológica. Ciertamente, en el siglo XXI todavía los científicos no han conseguido quitarnos años con una pastilla, pero ya hemos ganado una década de juventud, porque dicen que los 50 son los nuevos 40. Basta con ver una foto de tu abuelo a los 50 o una de tu padre a su edad y esperar a ver cómo estás tú para verificar este axioma de andar por casa. Conseguir sacar otra década de ventaja y que los 50 sean los nuevos 30 va a depender de ti, aunque tampoco te hundas en la miseria, porque el doctor Mera deja cierto margen para la indulgencia: “No se trata de llevar una vida monacal, pero hay que ponerse unos límites para conseguir el objetivo final: vivir más y con calidad”.