A pesar de que la pandemia de coronavirus ha tenido importantes consecuencias en la población de todas partes, parece no haber afectado a las personas pensionistas suizas que viven en el extranjero. Un estudio de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Suiza Occidental ha llegado a esta conclusión.
Este contenido fue publicado el 03 septiembre 2022 – 09:00
En aquellos países en los que los confinamientos se han sucedido, la población no los ha recibido con agrado. Aunque este no parece ser el caso de las personas pensionistas suizas que viven en el extranjero. Y —según Marion Repetti, responsable del Instituto de Trabajo SocialEnlace externo de la Universidad y Escuela Superior de Trabajo Social del Valais— hay varias razones que lo explican. La socióloga acaba de terminar la segunda parte de un estudio sobre la población suiza que cuando se jubila se traslada a España.
Un pequeño salto
Las entrevistas que ha realizado Marion Repetti muestran que estas personas no se han sentido más alejadas de sus familias que si hubieran vivido en Suiza. España es un país al que se puede llegar en coche y en cuanto han tenido la oportunidad se han desplazado. Para la socióloga, “esta percepción se debe normalmente al hecho de que estos suizos no viven lejos”.
La elección y la costumbre de estar lejos de sus familias también podrían explicar por qué estas personas suizas jubiladas no se sienten especialmente aisladas. Corrobora esta conclusión otro estudio, sobre el impacto de la distancia en el sentimiento de soledad, realizado por la profesora de la Universidad de Trabajo Social y Salud de Lausana Oana CiobanuEnlace externo.
La investigación demuestra que, en las familias en las que sus miembros viven cerca los unos de los otros, los abuelos sufren el aislamiento antes. Por el contrario, cuando los hijos viven lejos el sufrimiento es menor, porque menores son también las expectativas de poder reunirse.
Mi amiga la tecnología
La costumbre de utilizar las nuevas tecnologías para comunicarse con sus familias es otra de las razones. “Estas tecnologías forman parte de su vida cotidiana”, dice Marion Repetti.
Varias personas jubiladas suizas han manifestado que durante la pandemia pasaron tiempo con sus seres queridos gracias a la lectura. Como esa abuela que leía cuentos a su nieta todas las noches a través de la pantalla, o aquella otra mujer que leía para su hermana enferma de COVID-19 y hospitalizada en Suiza durante mucho tiempo.
Economía saneada
En Soliswiss —cooperativa de ayuda mutua para gente suiza en el extranjero— alrededor del 30 % de las consultas son de personas suizas jubiladas. Y durante la pandemia el número de consultas no ha variado de manera significativa. Para Nicole Töpperwien, su directora, esto se debe a que “las personas jubiladas tienen unos ingresos fijos. Por lo que las medidas que sí han impactado en la economía apenas les han afectado”.
Sin embargo, estas personas expatriadas y beneficiarias del AVS (Seguro de vejez y supervivencia, por sus siglas en francés), por motivos económicos, no se podían permitir volver a Suiza. De hecho, si deciden marcharse a menudo es por cuestiones económicas.
En los últimos años la cantidad de personas suizas residentes en el extranjero mayores de 65 años que vuelven a Suiza se ha mantenido estable, aunque en 2020 su número aumentó ligeramente respecto a 2019. Por el contrario, el número de pensionistas en el extranjero —solo entre 2017 y 2022— ha crecido un 10 %.
Peso y presión social
En el primer estudio realizado por Marion Repetti en 2016, la mayoría de las personas encuestadas justificaron su expatriación por motivos económicos. Se citaron dos puntos principales: los gastos sanitarios —sobre todo los odontológicos y oftalmológicos— que no están cubiertos por el seguro médico y los problemas inmobiliarios, porque el alquiler se ha vuelto demasiado elevado o porque los propietarios ya no pueden pagar su hipoteca.
El segundo estudio también constata que las personas que al jubilarse se trasladan de Suiza al extranjero se sienten discriminadas por “viejas”. Para Marion Repetti “se debe al modo en que el AVS estructura la vida social y coloca a estas personas en la categoría de gente inactiva”.
Las personas suizas que viven en el extranjero también mencionan el efecto que las políticas públicas tienen en la sociedad. En Suiza, la falta de instalaciones para el cuidado de la infancia (guarderías) hace que recaigan grandes expectativas sobre los abuelos. Al marcharse, mantienen los lazos familiares pero la distancia les permite controlar su implicación en la atención de sus nietos. Las abuelas —que son las más afectadas por el fenómeno— pueden decidir el tiempo que dedican a cuidar de sus nietos, volviendo a casa, por ejemplo, durante las vacaciones escolares.
Mayor precariedad si vuelven
Por las razones ya mencionadas, las personas jubiladas cuando salen de Suiza no suelen pensar en que algún día van a volver. Sin embargo, a veces se ven obligadas a ello, sobre todo, en caso de separarse, de que su pareja muera o de que aparezcan problemas de salud.
Estas personas mayores que deben regresar a su país de origen caen precisamente en la situación de precariedad de la que querían escapar. Los problemas de pobreza suelen surgir alrededor de los 75 años y afectan sobre todo a las mujeres.
“La migración por jubilación es poco conocida en Suiza y la precariedad de las personas jubiladas no se tiene lo suficiente en cuenta”, señala Marion Repetti. Calcular la cantidad no es fácil, pero se estima que el 20 % se encuentra en situación de inseguridad económica.
La socióloga considera que creer que el AVS ha resuelto el problema de la pobreza es un mito. La pensión del AVS no debería ser la principal fuente de ingresos en la jubilación, sino que debería complementar el ahorro del segundo y del tercer pilarEnlace externo.
Adaptado del francés por Lupe Calvo
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