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La sonrisa es el lenguaje mundial para expresar aceptación, amistad y empatía con una persona. Es una reacción casi involuntaria sobre algo nos agrada. Incluso Gabriel García Márquez dijo que: “nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa”.
Lo que Gabo no advirtió es que este gesto se puede interpretar de cientos de formas y provocar distintas reacciones químicas en el cuerpo, como lo reveló el doctor en psicología Jared D. Martin y su equipo de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos.
Para llegar a esta conclusión, el doctor Martin realizó una encuesta a 90 personas, a quienes entrevistó sobre temas de la vida cotidiana. Cada persona estaba conectada a un casco que medía la actividad neuronal (eje hipotalámico-pituitario-adrenal). A su vez, otro grupo de participantes observaron las entrevistas, mientras que grababan su reacción por medio de reconocimiento facial.
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El poder de la sonrisa en tres versiones
Allí encontraron tres tipos de sonrisa. La primera la de dominio, que busca transmitir estatus y credibilidad; la segunda, de afiliación, que busca un vínculo y empatía; y la tercera es la de recompensa, que muestra una felicidad auténtica.
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Una vez organizadas las sonrisas, se las mostraron a los participantes y encontraron que cuando recibían una dominante, aumentaba el nivel de cortisol en la saliva, hormona asociada con el estrés, y se mantenía así durante una hora.
Por el contrario, cuando recibieron la de recompensa y afiliación disminuyó los niveles de cortisol y se mantuvieron así durante más de dos horas. Finalmente, encontraron que la frecuencia cardiaca de los participantes con un buen estado físico tuvieron reacciones psicológicas más fuertes a diferentes sonrisas.
Las personas que tenían afecciones como obesidad, enfermedades cardiovasculares, ansiedad y depresión no registraron ningún cambio. “Es decir, que estas personas no son buenas para reconocer la diferencia entre sonrisas”, aseguró Martin a la revista Nature.
Conscientemente no reconocemos la diferencia
Vale la pena destacar que una vez finalizado el estudio les preguntaron a los participantes si encontraron diferencias en las sonrisas que les mostraron y el 70 % aseguró que todas eran iguales.
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La conclusión a la que llegó el estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison es que “las sonrisas son suficientes para aumentar y disminuir los niveles de estrés y realmente puede impactar la actividad fisiológica de los receptores”, contó Martin.
Aún falta mucho estudio sobre la sonrisa y sus efectos
Sin embargo, el estudio aclara que aún faltan más estudios sobre la sonrisa, ya que se debe estudiar su reacción con personas con un trastorno afectivo, o al acompañamiento de la sonrisa con un estímulo físico.
¿Cree usted que la sonrisa tiene este poder? Escríbanos en el recuadro de comentarios
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