El auditor general de la Nación, Miguel Angel Pichetto, inauguró una serie de entrevistas que se realizarán en radio El Litoral, de la mano de Eduardo Ledesma, y que luego se plasmarán en este espacio. El excandidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio esbozó su plataforma electoral y anunció que competirá en las primarias de 2023. Destacó la figura de Mauricio Macri, dijo que aprendió la lección. También fustigó a aquellos que quisieron jubilarlo. Pidió a la sociedad apostar al voto útil y no a terceras opciones, criticó al Gobierno nacional por su política antiempresa y por “promover el pobrismo”, dijo, y no evitó la pregunta sobre la supuesta corrupción del kirchnerismo.
—¿Qué le dejó la recorrida por Corrientes?
—Me sorprendió el incentivo a la radicación de empresas y la política impositiva que lleva adelante el gobernador Valdés. Me parece muy interesante el proceso de asegurar a las empresas que vienen a invertir un blindaje de 10 años en términos impositivos, ese es un aliciente extraordinario.
Acompañé al gobernador a Santa Rosa y pude observar el desarrollo del parque industrial, de todo el complejo de aserraderos, del aprovechamiento de la madera, de la biomasa. Hay gran potencial en todo lo que es la biotecnología, la producción agropecuaria con eliminación de carbono.
Corrientes está en un lugar preponderante y privilegiado en el tema verde, en lo que significa tipo de producciones.
—¿Un modelo de país?
—Mi propuesta política es una mirada vinculada al optimismo y a las expectativas. y también en una cuestión de rumbo. Si Argentina instala un proyecto capitalista, generador de trabajo, de producción, de baja de impuestos, de modernización de las normas laborales. Si Argentina se integra a Occidente, si se vincula con los países importantes del mundo, si realiza reformas que son inevitables: el mundo del trabajo requiere de reformas, para generar empleo. Creo que el camino es la agroindustria, la producción de gas, de petróleo, la minería. En fin, es un mundo increíble que desde la mirada porteña o de la provincia de Buenos Aires nadie alcanza a percibir.
Hay que viabilizar toda esa idea en un andamiaje político que tiene que ganar una elección y que después tiene que sostener todas esas políticas, que implicaría algún grado de redistribución, ajuste, etcétera.
Por supuesto, hay que construir, primero, una propuesta política electoral que nos permita ganar las elecciones, con un mensaje que tenga la mística y la expectativa del cambio. Nuestro mensaje no tiene que nutrirse solo del contenido económico, aun cuando es el más importante. Hay que plantear también un eje de libertades, libertades desde el punto de vista personal pero libertad económica y tenemos que ir a un modelo muy claro que es el modelo del capitalismo. Tenemos que salir de la patria del pobrismo, que no es un término despectivo para con los pobres, pero que configura una visión ideológica, de dominación sobre estos sectores a los que tienen sometidos con el plan y que la propia gente, que recibe el plan, sabe que eso, además de tener un plano de indignidad personal, tampoco le permite una vida digna, quieren trabajar. Lo que hay que desarmar son estas estructuras de los movimientos sociales, de los que intermedian con la pobreza, de los que lucran con la pobreza. Hay que ir a un mundo vinculado a la producción y al trabajo y para eso, hay que conformar un conjunto de políticas. No es una sola decisión, hay que modelar un sistema impositivo, eliminar la triple carga impositiva que tiene el emprendedor, el comerciante. Corrientes es un verdadero ejemplo de cómo se tienen que alentar las inversiones, pero hay provincias que te cobran cinco puntos de ingresos brutos, de tasa de seguridad e higiene.
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—Hay que tener una visión federal en la Argentina. Hoy el debate de las ideas está dirigido a lo que yo denomino la República del Amba: las noticias que valen y que son materia de discusión cotidiana son los hechos y eventos que ocurren en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano. Eso es muy malo para el país. Hay que tener una visión y un conocimiento profundos del interior del país, de las demandas, de los temas que les importan a los argentinos.
Me parece que se requiere un programa para el crecimiento, para el desarrollo. Si una virtud tiene Valdés, y no quiero excederme en el elogio, es su visión ligada al desarrollo. No se limita solo a administrar y hacer obra pública. Creo que es una figura muy promisoria y me sorprendió mucho el aliento al desarrollo, a la inversión y que Corrientes sea un atractivo para muchos empresarios
—¿Hay que dolarizar el país?
—No comparto la idea de la dolarización. Creo que Argentina tiene que mantener su moneda. Lo que se requiere es un proceso de estabilización y de orden fiscal. Me parece que este es el gran desafío. Lo de (Sergio) Massa es un intento tardío por ordenar las variables del gasto de un gobierno que dilapidó recursos de manera extraordinaria. Nos ha metido en una cuarentena larguísima que ha fundido a muchas empresas y provocó un impacto económico demoledor. Es la causal de la inflación de hoy. No pueden evitar las consecuencias de lo que hicieron.
La inflación de hoy es la consecuencia de los hechos que este presidente cometió y desarrolló de manera irresponsable, con emisión del Banco Central.
—¿Qué opina del Gobierno?
—El Gobierno de Alberto Fernández es antiempresa. El discurso de Pablo Moyano, socio del gobierno, de echarle la culpa a los empresarios por la distorsión de precios, es lamentable. Conciben un mundo sin empresarios y es todo lo contrario. Sin empresas, no hay trabajadores; sin emprendedores, no hay trabajo; sin iniciativa privada, no hay un país posible.
El país que ellos piensan es del pobrismo: es mejor que Argentina sea pobre. El plan como herramienta igualadora o el salario universal que plantea (Juan) Grabois. Es cierto que el mundo cambió, que la tecnología cambió. Lo que no ha cambiado aquí es la visión corporativa de los sindicatos. Están anclados en los 70: la Ley de Contrato de Trabajo es del 1974, Perón aún vivía.
Los empresarios tienen que ayudar. No pueden haber normas tan rígidas, tan duras y esto no significa violar derechos adquiridos para los nuevos trabajadores.
—-Sus declaraciones sobre el juicio a la vicepresidenta generaron polémica…
—Tengo cierta coherencia, a veces tengo que remar contra la corriente, pero no me quiero traicionar. No digo que no haya delitos. En la investigación que se está haciendo hay situaciones y hay hechos que, indudablemente, llaman mucho la atención. Puede haber hasta un direccionamiento de la obra pública. Pero lo que dije fue que me parecía difícil para el fiscal poder probar la figura de la asociación ilícita. Eso fue lo que analicé y donde no me quiero traicionar porque lo dije antes en mi libro (Capitalismo o Pobrismo). No creo que un gobierno se constituya desde el primer día para conformar una asociación ilícita. Creo que puede haber actos ilícitos individuales, pueden haber hechos delictivos que tendrán que ser probados por el tribunal.
—En su opinión, Cristina Fernández ¿es o fue corrupta?
—No, no puedo hacer ese tipo de calificaciones porque todavía no hay ningún tipo de resolución judicial que pueda afirmar eso. Quiero ser cuidadoso. Me parece que hay hechos que han ocurrido, que indudablemente la sociedad ha visto, por ejemplo, cuando se trasladaban bolsos, cuando aparece un video contando dólares, enriquecimiento de algunas figuras muy cercanas al gobierno. Esos hechos están. Tienen que ser juzgados.
—¿Qué opina sobre la política en los asuntos judiciales?
—Son desviaciones del sistema argentino. Es un hecho concreto. Si se analiza el proceso de Lula: fue procesado, juzgado y condenado. Luego la Corte revisó la condena y lo liberó, y también lo habilitó para ser presidente. Todo ocurre en un periodo relativamente corto y uno de los problemas que tiene la Justicia es la lentitud, pero el estado de incertidumbre se mantiene sobre las personas que están involucradas en estos hechos.