Entre usuarios de las plataformas de streaming ha surgido un problema: frente a la amplia variedad de películas y series, no saben cuál ver, por lo que pasan un tiempo considerable sin decidirse por alguna.
Algunas personas llaman a esto “fatiga por decisiones” y señalan que decidir qué ropa ponernos en la mañana también influye en nuestras decisiones en el resto del día; comparan nuestra capacidad para tomar decisiones con un músculo y consideran que la continua toma de decisiones es un esfuerzo constante para el cerebro.
Según ellas, al despertar en las mañanas este “músculo” está lleno de fuerza y ésta va disminuyendo con cada decisión que tomamos, por pequeña que sea. Entonces hay un desgaste mental que lleva a que la “calidad de nuestras decisiones” sea menor.
Consultamos con Ricardo Trujillo Correa, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, si hay una fatiga por tomar decisiones. Afirma que todo el revuelo mediático surgió de un artículo replicado inadecuadamente por los medios de comunicación.
El artículo, Challenges to Ego-Depletion Research Go beyond the Replication Crisis: A Need for Tackling the Conceptual Crisis, es una opinión académica sobre la línea de investigación del agotamiento del ego y la poca claridad conceptual que se tiene actualmente, “lo cual es muy diferente a decir que una fuente científica encontró que la vida contemporánea nos agota y que estamos frente al descubrimiento del nuevo síndrome del cansancio por la toma de decisiones”.
Existen artículos alrededor del tema derivados de la teoría de la autorregulación, una línea de investigación dentro de la psicología de la salud, pero al día de hoy nos encontramos con poca claridad conceptual, resultados diversos y falta de consenso al respecto, lo que hace necesario que mantengamos una prudente distancia para elaborar conclusiones definitivas.
“Creo que lo anterior tiene que ver más con la forma con que los medios de comunicación y redes sociales llaman nuestra atención con notas alarmistas, luego un colega las retoma a-críticamente y hace declaraciones grandilocuentes; sucedió con el síndrome de la cabaña, con el síndrome de la cara vacía o el síndrome de Peter Pan. Por ello, como decía César González Blanch, mejor tener cuidado con el síndrome de ‘los psicólogos alertan’”.
“A veces preocupa el vínculo que se da entre los medios de comunicación y la ciencia; el investigador necesita visibilidad y esto se junta con el objetivo de los medios, que no es decir la verdad sino ser vistos… y ese es un incentivo perverso”, explica Trujillo Correa.
Por supuesto, cansa tomar decisiones, pero no hablamos de un proceso consciente; seguimos un proceso fundamentado por nuestra historia particular y familiar, por nuestras condiciones físicas, económicas y sociales, y a partir de éste vamos construyendo una serie de patrones, conocidos como sesgos cognitivos, que definen las formas en las que generamos heurísticos, es decir, los caminos o atajos que vamos estableciendo para la toma de decisiones.
“Los trabajos sobre tomar decisiones, por ejemplo, los de Daniel Kahneman o Roy Baumeister, son muy importantes porque nos brindan elementos para la comprensión de la heurística usada y los sesgos que elaboramos en la vida cotidiana”, explica el académico. “Pero no es que nos encontremos con una especie de síndrome o con la aparición de una nueva enfermedad de moda o crónica de nuestra época, como se afirma en redes sociales; por ello, llamaría a la prudencia”.
Algunos de los que publican en redes, dice el investigador, retoman datos científicos mezclados con sentido común y una pizca de alarmismo, y de este modo presentan sus conclusiones.
“Detrás de las publicaciones alarmistas en redes sociales, me parece que hay una necesidad del ser occidental-posmoderno-capitalista por el consumo de información que otorgue cierta certidumbre a la vida, función que antes cumplían las religiones, los mitos y los procesos comunitarios”.
Esta infodemia se vale de una estética de shock, llamando nuestra atención con miedo, cegando cualquier tipo de racionalidad o crítica y dando validez a la creencia de que hay un mundo contaminado que tenemos que evitar.
“Es la asepsia de la vida cotidiana y la patologización de nuestra esfera privada e íntima. Así, notas con títulos como ‘Las nuevas patologías mentales’ o ‘La depresión es la nueva pandemia’ tienen éxito y son más vistas que una introspección crítica y sobria al respecto”, explica el investigador.
Reflexionando sobre el tema de la toma de decisiones, la ciencia no está capacitada para definir reglas universales sobre qué es “correcto” o “incorrecto”. El mundo es incertidumbre; así, lo que en cierto momento pudiera ser una decisión adecuada quizá al otro día ya no lo sea, incluso con las mismas condiciones. No hay forma de valorarlo más que a posteriori.
“Por ejemplo, invertir y arriesgarse en criptomonedas hace cinco años quizá hubiera sido una decisión correcta, pero en este momento ya no lo es porque la situación del mundo ha cambiado”, dice Trujillo Correa.
El mundo es complejo, borroso, paradójico, contradictorio y cambiante. Por eso, saber si la fatiga es causa de una inadecuada toma de decisiones se sigue investigando actualmente y no se ha llegado a un consenso al momento.
“Si a las ocho de la mañana me levanto descansado porque dormí muy bien, estoy de vacaciones, me siento muy relajado y pienso que eso va a hacer que tome mejores decisiones, bueno… la verdad es que los heurísticos ya están insertos en mí, los sesgos cognitivos con los cuales tomo decisiones ya están instaurados, por lo que el estar cansado o no puede producir una diferencia en calidad, pero no en cualidad”.
“Así, pues, no hay consejos únicos para que uno tome decisiones correctas o incorrectas. Lo que abunda, por ejemplo, en estos videos de divulgación en redes es proponer técnicas que hablan siempre de generalidades y se apropian, desde cierta autoridad experta, del sentido común: antes de tomar una decisión, piénsalo dos veces, revísalo otra vez, consulta con otra persona… No, bueno, gracias; no se me había ocurrido”, comenta irónicamente.
En opinión del entrevistado, es mejor reflexionar sobre nuestra vida contemporánea: líquida, inmediatista, productivista y ajena al otro. Si estamos agotados, entonces, el problema no es la toma de decisiones sino cómo las estructuras sociales consideran la productividad a toda costa como el valor ideal de un sujeto normal; eso es lo que deberíamos analizar, y ver si vale más la pena una orientación ética-estética, es decir, una responsabilidad sobre la forma de construir el mundo que nos sea más a gusto.
“Eso, me parece, sería una reflexión mucho más interesante que si nos fatigamos en la toma de decisiones”, concluyó.