Una investigación sobre los efectos del cambio climático ocasionado por el ser humano en la flora, fauna y vida microbiana marinas revela que, si no disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero, casi el 90% de 25 mil especies de vida analizadas corren un riesgo alto o crítico de desaparecer para el año 2100.
Como es sabido, este fenómeno está casionando daños ecológicos y la pérdida de biodiversidad en todo el planeta, por lo que un equipo de científicos de Alemania, Canadá, Filipinas y Reino Unido encabezados por Daniel Boyce, de la Universidad Dalhousie, Canadá, evaluó el riesgo previsto para 24 mil 975 especies marinas de todo el mundo, incluidos animales, plantas y microbios (cromistas, protozoos y bacterias) que habitan en los 100 metros superiores de los océanos.
Los resultados de sus análisis revelan que las especies que viven en el 85% de la geografía marina del planeta experimentan un riesgo alto o crítico de no poder sobrevivir en su hábitat actual. “El cambio climático está afectando a prácticamente toda la vida marina”, señalan los científicos en el artículo publicado en la revista Nature Climate Change.
Estos resultados se basaron en estudios de modelización que calculan el riesgo climático de las diversas especies y su distribución geográfica en todos los océanos, que les permitió comprender el impacto de las diversas especies y sugerir medidas para implementar estrategias de mitigación. “Las estrategias de adaptación requerirán una sólida comprensión de los riesgos para las especies, los ecosistemas y sobre cómo se propagan a las sociedades humanas”, afirman.
Los investigadores recalcan que la pérdida de biodiversidad marina tiene consecuencias negativas para la salud de los ecosistemas, la seguridad alimentaria del planeta y el bienestar humano y, de acuerdo con sus resultados, los países más afectados por este impacto son los de bajos ingresos con una gran dependencia de la pesca.
De acuerdo con el informe “El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2020” de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en el año 2018 se capturaron 96 millones 400 mil toneladas de animales marinos que tienen un papel significativo y creciente en la provisión de alimentos, nutrición y empleo en todo el planeta.
Para calcular la vulnerabilidad y el riesgo de las diversas especies los científicos utilizaron índices en tres dimensiones: la sensibilidad actual al cambio climático, la exposición futura prevista y su potencial innato de adaptación.
También usaron la puntuación de vulnerabilidad climática que va desde insignificante (el más bajo) hasta el crítico (el más alto), utilizando umbrales ecológicos. Esta puntuación de riesgo absoluto capta tanto la probabilidad como la magnitud de las consecuencias adversas para las especies en las localizaciones específicas a través de su distribución y en los ecosistemas que conforman.
Esta forma de medir los riesgos son análogos al marco de preocupación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que evalúa el riesgo climático para los seres humanos, y al adoptado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés), sobre el riesgo de extinción de las especies.
Al analizar los escenarios futuros de altas emisiones de gases de efecto invernadero similares a los que ocurren actualmente, los investigadores prevén que, para el año 2100, casi el 90% de las especies experimentará un riesgo alto o crítico de no poder sobrevivir en su hábitat actual en el 85% de su distribución geográfica.
Desigualdad y mitigación
Paradójicamente, los países de bajos ingresos que son los que menos contribuyen a las emisiones globales de gases de efecto invernadero –y que además tienen niveles más bajos de seguridad alimentaria y una mayor dependencia de la pesca– sufrirán más la pérdida de biodiversidad marina.
En este escenario, el cambio climático afectará de manera desproporcionada a los depredadores superiores y es probable que altere fundamentalmente la estructura de los ecosistemas marinos. Las mayores amenazas las sufrirán las especies de mayor tamaño, especialmente las que se capturan para alimento, como los peces globo, atunes y tiburones.
Asimismo, aquellas especies que son endémicas en zonas específicas tienen mayor riesgo y padecen mayor amenaza de extinción. A nivel mundial, en la Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de las costas e islas es donde se presenta el mayor riesgo de pérdida de biodiversidad y donde se resentirá el mayor impacto en los seres humanos, como los daños a las pesquerías.
“Calculamos el riesgo climático de las especies pesqueras en las ZEE de 145 países marítimos y siete zonas de alta mar fuera de la jurisdicción nacional bajo escenarios de emisiones hasta 2100”, informan los científicos. “El 15% de los países que tienen más del 90% de todas las especies pesqueras en riesgo climático (alto o crítico) se verán afectados de forma desproporcionada (17 de 28 países; el 61%)”.
En promedio, los países de Asia tienen la mayor proporción de especies pesqueras en riesgo climático alto o crítico (86%), seguidos de América (77%), Oceanía (73%) y África (71%). Por el contrario, varios países, incluidos muchos de Europa, tienen una menor proporción de especies pesqueras en riesgo, como Islandia, Noruega y Dinamarca.
Esta pérdida de biodiversidad marina resultará en una mayor desigualdad socioeconómica entre los países.
Los investigadores indican que los resultados de sus análisis pueden utilizarse para llevar a cabo programas para mitigar los impactos del clima en especies y ecosistemas marinos vulnerables, como parte de las estrategias de gestión especie por especie, en cada zona geográfica.
A medida que se intensifica el cambio climático las estrategias deben considerar esta variación espacial del riesgo de cada especie según sus características intrínsecas para determinar su riesgo climático, por lo que conocer la variación geográfica en la que viven es cada vez más importante cuando las emisiones de gases son elevadas.
Los moluscos, los peces con aletas de raya y los cefalópodos son los que más se beneficiarían de la mitigación, y las diversas especies de estos grupos de animales son las de mayor impacto en las pesquerías.
Sin embargo, en caso de reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global se podría mitigar el riesgo para casi todas las especies examinadas, se podría mejorar la estabilidad de los ecosistemas y beneficiar a las poblaciones con inseguridad alimentaria de los países de bajos ingresos.
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