Este jueves, en el encuentro entre empresarios colombianos y venezolanos en Cúcuta, el designado embajador colombiano en Caracas, Armando Benedetti habló cinco minutos. El principal tema fue la empresa estatal venezolana Monómeros, que tiene sede en Barranquilla y produce más de un tercio de todos los fertilizantes de Colombia. Dijo que el Gobierno de Gustavo Petro avanza en “hacer devolver a Monómeros a quien realmente le pertenece” – con lo que se refería al Gobierno de Nicolás Maduro- y en evitar que a eso se interponga Estados Unidos. Detrás de eso hay una operación delicada de relaciones exteriores que puede tener grandes impactos en la política económica de Gustavo Petro.
Monómeros, que originalmente se llamó Monómeros Colombo Venezolanos, es una empresa que crearon en 1967 los dos Estados con el fin de producir derivados del petróleo, y especialmente fertilizantes para el agro. Fue una de las muestras de las políticas industriales y de integración regional de la época. Los años pasaron, los tiempos cambiaron y en 2006 el Gobierno colombiano de Álvaro Uribe, como parte de su política de reducir la presencia del Estado en la economía, vendió las participaciones colombianas a Venezuela. Así cuando todavía eran buenas sus relaciones con Hugo Chávez, quedó una empresa estatal venezolana en Colombia.
13 años y una ruptura de relaciones diplomáticas después, el Gobierno de Iván Duque, que había llegado al poder el año anterior como heredero de Uribe, tomó una nueva decisión. En medio de la estrategia del “cerco diplomático” que buscaba derrocar a Maduro, heredero de Chávez, Duque no solo reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela sino que decidió que Colombia desconocería la junta directiva y el gerente de Monómeros, para permitir que Guaidó y su gobierno interino definieran unos propios. Así, en medio de un choque frontal entre Duque y Maduro, Monómeros quedó en manos de la oposición venezolana. Lo sigue estando, por lo menos hasta ahora.
En estos años, la situación e la empresa se deterioró. Con acusaciones cruzadas de malos manejos y pujas intestinas de la oposición venezolana, más la crisis por la pandemia, la empresa empezó a tener problemas de flujo de caja. La Superintendencia de Sociedades tomó control, lo que asustó más a sus financiadores y proveedores, y un enlace entre Duque y Guaidó protagonizó la creación de una compañía que le quitó clientes y funcionarios. Además, la Oficina de control de bienes extranjeros de Estados Unidos (OFAC, por sus siglas en inglés) se demoró en darle una licencia, lo que se asemeja a quedar en su lista de empresas vetadas por entender que dependía del gobierno de Maduro. Dado que hacer negocios con quien esté en la llamada Lista Clinton puede llevar a problemas penales, la empresa quedó estrangulada.
A pesar de todo eso, Monómeros sigue vendiendo aproximadamente el 37% de todos los fertilizantes de Colombia, y ese insumo es central para la producción del campo. Lo es tanto que Petro, que desde campaña ha hablado de aumentar la productividad en campo colombiano y lograr seguridad alimentaria, incluyó en su empalme una comisión especial para la empresa. Eso se explica por la importancia política pero también económica de Monómeros.
La inflación que está sufriendo el mundo tiene rasgos diferentes en los países, y en Colombia la jalonan los alimentos. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el récord de inflación de los 12 últimos meses hasta julio pasado, del 10,21%, se debe sobre todo a los alimentos, que han subido un 24,61% en ese mismo período. Y, aunque no sea obvio, Monómeros podría ayudar en eso porque los fertilizantes son un insumo necesario y están tan caros que, como contó este diario en mayo, tienen en jaque a la alimentación en todo el mundo. Para el caso de Colombia, el DANE reveló que para julio habían subido un 36,96% de precio.
Además, una de las estrategias del Gobierno Petro para transformar la economía colombiana, alejándola del modelo extractivista que viene criticando Petro, y una de sus apuestas para mejorar la distribución de la riqueza y lograr el desarrollo del agro, es la producción agrícola. Como recordó Benedetti en Cúcuta, una de las ideas es dejar de importar maíz y por esa vía producir “250 mil a 400 mil empleos nuevos”. Pero para eso se necesitan fertilizantes.
Por todo eso, que Monómeros funcione, y de ser posible que venda baratos los insumos, son una meta deseable para Colombia y para el Gobierno. Eso no depende solo de la voluntad de Petro, y no es tan sencillo, como dejó entrever Benedetti en su intervención en Cúcuta. Tras contar que él se está encargando personalmente del tema que es importante en la economía de su natal Barranquilla, dijo que ha hablado con la embajada de Estados Unidos para evitar que incluyen a Monómeros en la llamada Lista Clinton incluso si la administración pasa a los nuevos funcionarios que para ello ya designó el Gobierno de Maduro.
Luego explicó por qué para Colombia sería deseable que se de ese cambio: reveló que el Gobierno Maduro está dispuesto a vender los fertilizantes a un descuento del 20 o 25%, lo que sería un alivio para la inflación y una ayuda para la política agroindustrial. Y también dijo que le explicó a los funcionarios norteamericanos que la empresa “está en Colombia, la afectada sería Colombia, la seguridad alimentaria, el desabastecimiento de la úrea, los fertilizantes y la economía de nosotros la reventaban si pensaban en algún momento meter en la lista Clinton a los de Monómeros”.
Mientras eso se define, el Gobierno Maduro tiene afán por recuperar el control de una empresa que el año pasado dio una utilidad de 58 mil millones de pesos (unos 14 millones de dólares). El Gobierno Petro ya ha dado pasos en ese sentido, como eliminar la supervisión de la Superintendencia de Sociedades, pero una pelea jurídica tiene congelado el cambio de la junta directiva, pues la Cámara de Comercio de Barranquilla, donde constan quiénes son los directivos de las empresas que tienen domicilio en esa ciudad, se negó a aceptar el acta con los nuevos funcionarios que designó Maduro. Eso le da tiempo al Gobierno Petro para ir avanzando con los otros puntos duros del deshielo con Maduro y para convencer a Estados Unidos.
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