Hay gestas que solo están a la altura de los valientes. Emprender siempre comporta dificultades, pero si a ello se le suma hacerlo en un país que no es el propio y a una edad casi próxima a la jubilación, el cóctel de escollos y obstáculos se multiplica. Con todo y para todo, siempre hay ejemplos. Fue el camino que tomó Nelson Antonio Cisneros, venezolano residente en A Coruña desde hace pocos años y que hace cuatro meses decidió arriesgar y articular su propio negocio. “Ya era emprendedor en Venezuela, donde monté y llevé varios restaurantes durante 25 años. Decidí venir a España por la situación de mi país. Pensé que podría empezar de nuevo aquí, pero todo es muy distinto”, relata Cisneros.
Hasta que se decidió por el emprendimiento, sin embargo, probó suerte como asalariado en distintos sectores, movido por las ganas de trabajar y por construir una jubilación exenta de sobresaltos. “Trabajé en hostelería desde que llegué en distintos lugares y puestos: como camarero, como parrillero, incluso de cocinero. Fui de un sitio a otro, hasta que llegó la pandemia y todo se puso más complicado”, relata. Uno de sus últimos empleos le llevó a explorar el sector de la limpieza industrial, en el que decidió finalmente probar suerte por cuenta propia, sabedor de que las cosas se complican para encontrar un buen empleo a medida que se cumplen años. “Yo tengo formación en química industrial, y la limpieza siempre me había llamado la atención. Comencé a pensar y me dije: “Tienes 61 años. La edad cuenta. No puedo esperar a los 67 y tener una tontería de jubilación. Quiero asegurarla”, asevera.
Así nació Galicia Cleans General Services, su empresa de limpieza, que nace tomando como emblema la Torre de Hércules y que poco a poco se va haciendo un hueco en el sector y captando clientes. Detrás de cada servicio, esfuerzo y humildad. “Voy poco a poco, a pasos cortos, pero seguros. No es fácil ganar clientes, pero cliente que llega, cliente que se queda conmigo. Me da mucha satisfacción”, reconoce.
No lo habría conseguido, matiza, si hubiese hecho caso de quienes le aconsejaban no hacerlo ante lo desfavorable del panorama económico, pero él, asegura, ya venía curado de espantos. “Me decían que estaba difícil, que no era el momento de emprender, que había crisis. Yo vengo de Venezuela, y de crisis sabemos algo. De allí me traje un lema: en tiempos de crisis, hay quienes lloran y hay quienes venden pañuelos”, aconseja. Ahora tiene dos cosas claras: que quiere jubilarse tranquilo, y que quiere hacerlo aquí. “A Coruña es ahora mi casa. Amo esta ciudad. Eso que se dice de que aquí nadie es forastero, pues yo soy el testimonio”, señala.
En el proceso, además de su propia perseverancia, contó con el apoyo y el asesoramiento de Ecos do Sur, desde donde le ayudaron a posicionarse en el camino y aprender a defenderse en un mercado laboral nuevo para él. “Tuve una reunión, y después una formación intensiva de 25 días. Me atendieron de maravilla, pensé: esto es lo que estoy buscando. De ahí salí con la idea centrada. Cuando uno llega de otro país, hay muchas cosas que tiene que aprender sobre la recaudación, y temas legales. El equipo me disipó las dudas. Salí de allí decidido a emprender, y eso hice”, cuenta.