En un mundo cada vez más globalizado e interconectado entre las personas de diferentes lugares del mundo, las redes sociales han contribuido a una expansión sin precedentes en la historia de la humanidad. La adicción que pueden llegar a generar y las nuevas tendencias que comienzan a abrirse paso con fuerza, ocultan el valor de una herramienta capaz de ‘agitar’ conciencias y cambiar el imaginario colectivo con un simple mensaje.
Los bailes, los retos virales y los hilos reivindicativos comienzan a ser la tónica habitual en Twitter o Instagram. Un problema que se agrava cuando, desde la inocencia de buscar el bien común, termina derivando en una adicción que sufren cada vez más personas. Maria Jesús Manchón, reputada psiquiatra con diferentes clínicas en Castilla y León, alerta de una situación cada vez más extendida entre la población: “Se justifica bajo la premisa de la búsqueda de sensaciones. Estamos en una sociedad del ego visual. A mayor número de ‘likes’, más crece esa dependencia y el ego de la persona, pero es un ego fatuo, sin una configuración egoica bien estructurada. Estos retos virales son como la ruleta rusa sin bala”.
A ello se une que, con el paso de los años, cada vez el rango de edad que inicia su andadura en estas aplicaciones es menor. Jóvenes en busca de una aprobación por parte de un público que, en muchas ocasiones, no han desvirtualizado. Todo ello ha supuesto un cambio de paradigma en la forma de relacionarse con una ‘deshumanización’ cada vez más agudizada. “Vemos personas con una estructura más débil de la personalidad, donde en vez de aprender valores, en la interacción directa, todo es a través de imágenes, videos y donde la mayor parte de las veces son ‘fakes’. Ha habido una disminución del tiempo compartido entre las familias y entre las propias personas. Se ven incrementadas las relaciones humanas superficiales, todo es de usar y tirar, si algo no nos gusta, cerramos el Instagram, o ponemos otro video en Tiktok, y eso se extrapola a las relaciones sociales”, ha indicado la doctora Manchón.
El problema ha aumentado con el tiempo. Numerosas instituciones castellano y leonesas han publicado en sus diferentes portales guías para un buen uso y evitar consecuencias nefastas entre una población cada vez más dañada por sus propias ganas de agradar: “Generan conductas de comprobación, de riesgo y comparación con otras personas, con el consiguiente problema de sentirse más infeliz”. En sus clínicas, han llegado casos de todo tipo. “Me llegan jóvenes preocupados porque no publican nada en Instagram y lo que puede pensar la gente acerca de ello. Si no estás en las redes, es que no estás vivo. No existes”.
En la actualidad, parte de estos retos y sobreexposición de la vida personal pasa por numerosos bailes en lugares con incendios o ‘selfies’ en tanatorios. Al mismo tiempo, ante las emergentes denuncias por sumisión química, muchos son los usuarios que se han lanzado a contar su experiencia. “Ese tema todavía es peliagudo. Lamentablemente en la sociedad que vivimos todo se judicializa. En ese tema, como en cualquier otro, hay victimas reales y otras que se aprovechan de la situación por una ganancia secundaria”, ha sentenciado la psiquiatra.