Juanchoconat nació en las tierras de San Bernardo Tolima, en la mente de Juan y Natalia, luego de visitar una finca familiar que había sido abandonada por amenazas de la guerrilla. Su sueño: recuperarla por medio de la producción de cacao.
Fue entonces cuando Natalia, ingeniera industrial de la Universidad de los Andes y Juan Manuel, con tres años de estudios en emprendimiento empresarial de la Universidad del Sur de Illinois, decidieron transformar su noviazgo en un equipo de emprendedores.
“En ese momento nosotros éramos novios y los dos queríamos emprender. Se dio la oportunidad luego de que mi papá viera la opción de sembrar cacao, que era el cultivo que más futuro tenía en el país”, expresó Juan Manuel.
Luego de dos años de que su padre empezara a sembrar cacao y recogiera la primera cosecha, enfrentaron su primer obstáculo: los precios tan bajos del mercado no cubrían los costos de la producción.
“Si a mí me golpea el bolsillo y no vivo de esto, imagínense a la gente sí. Están vendiendo a pérdida y así no van a salir adelante”. Esa fue la frase de Hernán, padre de Juan, la cual impulsó la idea de crear una empresa social de chocolate. Su obstáculo entonces, se convirtió en el motivo para salir adelante.
“Sin tener mucho conocimiento en el tema y sólo con el deseo de hacer una empresa de chocolate que fuera un poco más justa y sostenible con el campesino, montamos uno o dos bultos de cacao al carro y empezamos a aprender y a arrancar con este proyecto”, manifestó.
Tiempo después, este equipo de emprendedores y novios se dejó seducir por el intenso sabor del chocolate y se encargó de convertirse en la única empresa que realiza el proceso completo de producción del cacao.
“Nosotros compramos el cacao cuando es un fruto, lo llevamos a nuestra finca donde tenemos un centro de cosecha grande y allá pasa por fermentación y secado, posteriormente lo traemos a nuestra fábrica y ahí hacemos tostado, descascarillado, molienda y todos los pasos hasta que tenemos el producto terminado”, indicó.
Y agregó: “nosotros arrancamos aprendiendo del chocolate con pruebas en la cocina de nuestra casa, hicimos un curso virtual, leímos mucha información al respecto y posteriormente hicimos un curso en Piedecuesta porque era la única escuela de chocolatería fina en ese momento”.
Fue así como en medio de su proceso de aprendizaje, que aún no termina, lograron poder comercializar el chocolate de dos maneras: venta al consumidor final, con su punto físico y donde los clientes pueden disfrutar del aroma de un buen chocolate. Y venta de producto terminado, con el cual venden en Colombia y exportan a 11 países.
“Lo que entendimos es que si queríamos ser grandes teníamos que venderles a los grandes, convirtiéndonos en exportadores. Empezamos exportando a emprendedores de países como: Reino Unido, Estados Unidos, Singapur, Eslovaquia, Rumania, Japón, Australia, entre otros. Ahora estamos buscando exportar a grandes empresas o supermercados y cadenas establecidas”, acotó.
Una empresa que construye región a través del empleo
A pesar de las dificultades que han tenido que enfrentar como la pandemia por COVID-19, Juan y Natalia pudieron sacar esta empresa adelante gracias al campesino y sin fallarle al mismo.
“Han sido retos muy grandes, pero no le hemos fallado a la parte social que es lo que nos ha interesado desde el principio, siempre hemos logrado pagarle un sobreprecio al campesino, nunca hemos negociado tarifas ni hemos pagado menos, incluso el último año hemos pagado 78% más”, explicó.
Es así como han consolidado una empresa que hoy cuenta con 400 empleos indirectos en el Tolima con campesinos de zonas rurales de Rovira, Rioblanco, Prado e Ibagué y 19 empleos directos.
Además de ser socios, esta pareja de jóvenes se convirtió luego de ocho años en esposos y padres, lo cual asegura Juan, ha sido un proceso difícil pero enriquecedor.
“Emprender es duro y cuando es en pareja lo es aún más, porque toda esa carga empresarial ya no está solamente sobre los hombros de uno sino sobre los dos, pero ha sido un desafío que nos ha fortalecido a nosotros como pareja y nos ha enseñado a conocernos mucho más”, precisó.
“Yo además fui deportista de alto rendimiento durante 18 años y el deporte te forma el carácter, te enseña disciplina, que tienes que hacer sacrificios si quieres alcanzar metas, te enseña a no rendirte, a que siempre va a haber otra oportunidad para intentarlo y eso te entrena la mente para luego emprender y ser líder. Seguramente sino hubiera sido deportista hubiera dado un paso al costado como emprendedor”, añadió.
Por otra parte, hoy Juanchoconat ha transformado el cacao ofreciendo en su tienda física chocolate caliente con variados sabores o malteadas de chocolate de diferentes porcentajes, los cuales se pueden acompañar con pastelería recién horneada, creps o desayunos.
En cuanto a la línea de producto terminado, es ofrecido con diferentes sabores: desde 0% cacao o chocolate dorado, un chocolate blanco hecho con panela, hasta el 100% de cacao que es sólo grano de cacao, el cual es más amargo pero más saludable, logrando así que la gente vaya entendiendo que debe consumir cada vez más cacao y menos azúcar.
En noviembre sacarán al mercado en su punto del centro comercial La Estación “Bernardino”, un chocolate frío tipo latte el cual está inspirado en San Bernardo, donde nació este proyecto, demostrando a sus clientes las raíces tolimenses y un amor sabor a chocolate.