En estas noches más frías, dormir con tu gato puede ser uno de los placeres más grandes de esta gélida estación. Verdaderos guateros peludos vivientes, para mucha gente tener a la mascota en la cama es un win-win: el animal disfruta de la comodidad del colchón y los cobertores mientras los humanos gozan de tener los pies o el cuerpo junto a una fuente de calor inagotable. Algunas mascotas se acurrucan en la curvatura que generamos tras nuestras rodillas; otras, más patudas, se sumergen como topos dentro y al fondo de la cama; y ciertos gatos, más descarados, se instalan directamente en las almohadas. ¿Por qué lo hacen? Principalmente por cuatro razones:
1. Seguridad: Aunque son pequeños felinos de esencia depredadora, también corren el riesgo de ser cazados por animales más grandes, por lo que deben ser precavidos. Cuando tu gato está durmiendo es vulnerable y corre el mayor riesgo de ser atacado por un depredador sin sospecharlo. Dormir contigo les proporciona seguridad y una defensa extra si un depredador lanzara un ataque nocturno. Duermen contigo porque confían en ti, saben que no eres un peligro y además puedes proporcionarles una capa extra de defensa si es necesario.
2. Calor: A los gatos les encanta el calor. Si hay un lugar cálido en su casa, tu gato no tardará en encontrarlo y ocuparlo. Con una temperatura corporal de 38° (2 grados más alta que la del cuerpo humano), la tolerancia y el deseo de calor de un gato son mucho mayores que los nuestros. Tu cuerpo es el lugar perfecto para dormir durante la noche, especialmente la cabeza o los pies (por donde se escapa la mayor parte del calor).
3. Territorio: Los gatos son criaturas muy territoriales. Por ello, pueden considerar tu cama como parte de su territorio. Los gatos marcan su territorio frotando su cabeza sobre las cosas y caminando sobre los objetos porque tienen glándulas en sus pies y cabeza que liberan feromonas que esencialmente marcan el área como suya. Caminar por toda la cama y chocar su cabeza contigo es una de las formas en que su gato marca su territorio.
4. Compañía: Por último, es posible que a tu gato le guste dormir contigo simplemente porque le gusta y confía en ti. Tus gatos saben que los cuidas bien y te consideran un buen compañero para dormir. En contra de los estereotipos, los gatos disfrutan de la compañía (bajo sus condiciones, claro). Interactuar con el ser humano al que quieren ayuda a enriquecer su vida.
Dice Soledad Torres Alvarado, médico veterinaria especializada en etología clínica, psicofarmacología y neurociencias, que “en cuanto a la salud física y emocional, dormir con nuestra mascota aumenta los niveles de oxitocina”. Eso parece ser algo bueno, ya que es la denominada “hormona del amor”, que se libera en nuestro cuerpo cuando estamos junto a las personas que queremos y que nos produce placer y satisfacción. “Es conocido el efecto que la oxitocina tiene a nivel cardiovascular y como neuromodulador, como también su poder ansiolítico y de regulación del sueño”.
“Para muchas familias, sus animales son parte de una terapia emocional, entregan calma, compañía e incluso calor, lo que puede otorgarles un mejor descanso”, comenta Patricio Cerda, docente en Medicina Veterinaria de la Universidad de Las Américas. Eso, como lo demostraba el estudio anterior, se potencia en niños y personas de la tercera y cuarta edad. “No olvidemos, además, que después de la pandemia los vínculos humano-animal se estrecharon enormemente”, agrega.
Lo mismo puede suceder en personas con ansiedad o depresión, a quienes la compañía de su mascota en las noches “les resultan beneficiosa”, cuenta Fernanda Araneda, médica veterinaria y especialista en medicina del comportamiento. “Al interactuar con nuestro perro o gato, especialmente al acostarnos, disminuyen los niveles de cortisol —que es la hormona del estrés— y aumentan los de oxitocina y de dopamina. Esto reduce la frecuencia cardiaca y ayuda a relajarse”. Lo mejor de todo, agrega, es que estos efectos se han demostrado tanto en los humanos como también en las mascotas.
Pero también es común escuchar que darle permiso a los animales para que suban a la cama y duerman con uno es consentirlos demasiado, lo que fomentaría la aparición de otros problemas conductuales. “Es uno de los mitos más arraigados que existe respecto a la tenencia”, dice la etóloga Soledad Torres, usado tanto por tutores como por profesionales o entrenadores, aunque carezcan de respaldo para argumentarlo. “Para decir eso deberían proporcionar información basada en fuentes científicas, probadas bajo un amparo técnico”.
Si no hay evidencia que sostenga ese mito, ¿de dónde viene la idea de que dormir con las mascotas es malcriarlas? Aunque no hay una respuesta clara, Torres dice que al menos “a nivel científico hay estudios contundentes que desmienten la relación entre dormir juntos y la presentación de problemas conductuales, mientras otros tantos no son concluyentes”.
“No hay nada de malo en permitirles subir a la cama”, agrega Araneda, quien también es directora de Medicina Veterinaria en la U. Mayor, sede Temuco. “Compartir estas actividades, como dormir o descansar, solo indica que somos parte de su grupo social, miembros de la misma familia”. Si hay que poner atención, dice, cuando las mascotas se apropian de nuestra cama y no nos permiten acercarnos a ella si están ahí. “Si gruñen o muestran signos de incomodidad, es mejor consultar con un veterinario especialista en medicina del comportamiento”.
Aunque le guste dormir contigo, Cerda menciona que es importante contar con áreas propias para el descanso cómodo de la mascota, de manera que también pueda tener su zona definida de relajo y que no dependa ni de tu cama ni de tu presencia para dormir con tranquilidad.
“Desde el punto de vista del bienestar y la conducta, la costumbre de compartir cama podría conllevar algunos conflictos en cuanto a la disposición de los recursos y la territorialidad”, apunta Patricio Cerda, quien también es magíster en Bienestar Animal. Es decir, si la hora de dormir se transforma en una batalla por quién usa los espacios, significa que algo anda mal.
Esto puede pasar porque al compartir el mismo espacio o área de descanso el animal “podría tener cierto grado de confusión, ya que la ‘propiedad’ de esta zona estará dividida entre tutores y mascotas, ambos pensando que son dueños del espacio en disputa”.
“Habrá feromonas, olores, pelitos que demarcarán y usarán para mostrarán propiedad”, ejemplifica el médico veterinario. Por eso recomienda, independientemente de si se comparte o no la cama, entregarle a la mascota “lugares propios, bien identificados, cómodos, seguros y accesibles para descansar”.
Si se presenta algún problema de comportamiento asociado al colecho con el tutor, lo más probable es que se deba a la “existencia de un trastorno de base en el perro o el gato”, dice Torres, y que no se supo reconocer ni tratar a tiempo. “No es que dormir juntos genere conflicto, sino al revés: un antecedente previo puede generar este problema”.
“Si la mascota se despierta muchas veces —lo que es normal, sobre todo en gatos, puesto que su sueño no es continuo— y además vocaliza, nos pisa, juega, etcétera; nuestra calidad del sueño se verá afectada al verse fragmentado”, observa Araneda. Sin embargo, es algo que se debe evaluar caso a caso: así como hay personas que se alteran ante los movimientos de sus mascotas, hay otras a las que esto no les afecta en nada.
Otro mito que circula mucho es que dormir junto a los animales puede hacer que nos transmitan ciertas enfermedades. “Eso va a pasar solo si la salud de la mascota está descuidada por su tutor”, afirma Torres. “Lamentablemente, ese riesgo zoonótico siempre va a existir, pero es responsabilidad del tutor mantener a su animal al día en cuanto a desparasitaciones internas y externas”, añade.
“Si nuestra mascota está sana y con sus chequeos, y los tutores no padecen de alergias importantes —como asma u otras patologías respiratorias—, no debiese haber inconvenientes”, asegura Araneda. La principal precaución que destaca es la higiene de la ropa de cama y el colchón, para quitar ácaros, pelos y caspa, entre otros. “Las proteínas que causan la alergia (alérgenos), están presentes en la saliva y células de la piel de nuestras mascotas”, explica.
“Hoy existen alternativas de alimentación para gatos que neutralizan el agente presente en la saliva del animal, que es el que nos causa la reacción alérgica, por lo que sería una alternativa a consultar con nuestro médico veterinario y médico general”, informa.
“Siempre el mejor consejo será enseñar a base de cariño, paciencia y mucho, pero mucho refuerzo positivo, intentando estimular la mayor cantidad de sentidos frente a una conducta que queramos repetir en el tiempo”, aconseja Cerda.
Por lo tanto, los snacks, las caricias, los juegos y los juguetes “serán de mucho mejor resultado que estarlos retando o disputando el espacio de descanso común que habitualmente la misma familia le enseñó a ocupar”, manifiesta el médico veterinario.
“El aprendizaje siempre comienza en estados de calma, se potencia von refuerzos positivos y termina forjando uniones indisolubles en el tiempo, más allá del espacio de una cama”, observa el profesional.
Existen varios casos puntuales en los que Soledad Torres no recomienda que compartamos nuestras camas con las mascotas. “En cuanto a problemas conductuales —salvo que el gato padezca algún problema relacionado neurológico, metabólico o de dolor (todos pueden desencadenar reacciones agresivas incluso por largo tiempo), algún tipo de agresividad impulsiva donde no se puedan prever los ataques o cuadros ansiosos que dificulten el aprendizaje—, no recomendaría que se invite al animal a dormir con el tutor hasta que no se haya diagnosticado y tratado médicamente el problema”, advierte.
“En un animal sano no debería haber problemas, salvo que el tutor los empiece a crear con sus inconsistencias”, cuenta. Por ejemplo, cuando hay regaños porque se sube a la cama, pero al otro día lo invita a subir y el perro o gato resulta confundido y ansioso. Ahí no existe coherencia ni cohesión, algo sumamente importante para los animales. Cuando hay discordancias entre parejas o familiares, también puede generar un eco en la conducta del animal. Por eso, si queremos tener dulces, cómodos y tibios sueños —y también nuestras mascotas—, conviene mantener una sola línea respecto al tema.