El incremento del salario mínimo que comenzó a regir este lunes, así como la idea de llevarlo a los 500 mil pesos en los próximos meses abrieron el debate respecto a la pertinencia de la medida cuando la economía a nivel mundial muestra signos de fatiga y de inflación a raíz de una serie de factores, centrados principalmente en el reinicio de las actividades luego de las restricciones por la pandemia del Covid 19 y la guerra en Europa.
De hecho, naciones como Turquía y Argentina proyectan una inflación sobre el 70 por ciento, mientras todos los países tratan de contener los efectos del incremento del costo de la vida, entre ellos la Reserva Federal de los Estados Unidos ante una presión inflacionaria no vista desde los años ’80.
En ese escenario, el economista especializado en economía laboral Mauricio Tejada, señala que la decisión del gobierno del Presidente Gabriel Boric debe ser vista tanto en su magnitud y el momento en que se hace.
“Cuando se incrementa el salario mínimo es relevante el cuánto y el cuándo. En este caso estamos hablando de 31 por ciento aproximadamente de incremento nominal. El cambio es bien relevante en magnitud”, sostiene el académico de la Universidad Alberto Hurtado.
Para Tejada, “las expectativas apuntan a un estancamiento de la economía en 2023, incluyendo al FMI que proyectó un crecimiento cero para 2023. Por otra parte, el mercado laboral ya da signos de haber puesto el freno de mano, menos vacantes y mayor restricción de empleo”.
Por eso, afirma que “la magnitud y el momento no son los más adecuados” para este aumento.
“Dado el contexto económico, un aumento real de 19% seguro que favorece a los que ganan menos, pero sólo a los que están trabajando. Los que no lo están haciendo podrían ver más difícil conseguir trabajo. Me parece que no es el momento ni la herramienta”, estimó.
Tejada agrega que “el incremento planteado es de 31 por ciento que con una inflación de más o menos 12%, implica un incremento real o en poder de compra de 19%. Bien relevante. Ahora, me parece que la forma de luchar contra la pérdida de poder de compra no es el salario mínimo sino las herramientas que tiene el Banco Central”, como por ejemplo a través del balance de la tasa de interés para controlar el circulante que hay en la calle.
El especialista agrega que “el salario mínimo no debiera ser la herramienta para aumentar salarios, sino que lo debiera ser a través de aumentos de la productividad. El salario mínimo puede ser útil para mitigar desbalances en el poder de negociación empresa trabajador”.
Tejada agregó que “tenemos un problema de productividad serio, la que se estancó desde hace más de 10 años. Los desbalances de poder de negociación sí pueden ser mitigados, pero ellos son sólo parte del problema de brechas. La productividad me parece que es más importante”.
Respecto a esa mirada de más largo plazo, el docente de la UAH agregó que “hay varias aristas en el problema de la productividad. Una a nivel empresa, donde se pueden mejorar los procesos, las herramientas con las que cuenta el trabajador, los incentivos para realizar esfuerzos mayores en el trabajo y las condiciones en el trabajo. A nivel de mercado, es necesario buscar reducir o mitigar los descalces de capacidades del trabajador y requerimientos de las empresas”.
Junto con destacar la necesidad de mejorar la capacitación en carreras técnicas, Mauricio Tejada subraya que “el tema de la productividad es multidimensional, pero si no se lo toma en serio, difícilmente vamos a incrementar salarios”.
El incremento del salario mínimo que comenzó a regir este lunes, así como la idea de llevarlo a los 500 mil pesos en los próximos meses abrieron el debate respecto a la pertinencia de la medida cuando la economía a nivel mundial muestra signos de fatiga y de inflación a raíz de una serie de factores, centrados principalmente en el reinicio de las actividades luego de las restricciones por la pandemia del Covid 19 y la guerra en Europa.
De hecho, naciones como Turquía y Argentina proyectan una inflación sobre el 70 por ciento, mientras todos los países tratan de contener los efectos del incremento del costo de la vida, entre ellos la Reserva Federal de los Estados Unidos ante una presión inflacionaria no vista desde los años ’80.
En ese escenario, el economista especializado en economía laboral Mauricio Tejada, señala que la decisión del gobierno del Presidente Gabriel Boric debe ser vista tanto en su magnitud y el momento en que se hace.
“Cuando se incrementa el salario mínimo es relevante el cuánto y el cuándo. En este caso estamos hablando de 31 por ciento aproximadamente de incremento nominal. El cambio es bien relevante en magnitud”, sostiene el académico de la Universidad Alberto Hurtado.
Para Tejada, “las expectativas apuntan a un estancamiento de la economía en 2023, incluyendo al FMI que proyectó un crecimiento cero para 2023. Por otra parte, el mercado laboral ya da signos de haber puesto el freno de mano, menos vacantes y mayor restricción de empleo”.
Por eso, afirma que “la magnitud y el momento no son los más adecuados” para este aumento.
“Dado el contexto económico, un aumento real de 19% seguro que favorece a los que ganan menos, pero sólo a los que están trabajando. Los que no lo están haciendo podrían ver más difícil conseguir trabajo. Me parece que no es el momento ni la herramienta”, estimó.
Tejada agrega que “el incremento planteado es de 31 por ciento que con una inflación de más o menos 12%, implica un incremento real o en poder de compra de 19%. Bien relevante. Ahora, me parece que la forma de luchar contra la pérdida de poder de compra no es el salario mínimo sino las herramientas que tiene el Banco Central”, como por ejemplo a través del balance de la tasa de interés para controlar el circulante que hay en la calle.
El especialista agrega que “el salario mínimo no debiera ser la herramienta para aumentar salarios, sino que lo debiera ser a través de aumentos de la productividad. El salario mínimo puede ser útil para mitigar desbalances en el poder de negociación empresa trabajador”.
Tejada agregó que “tenemos un problema de productividad serio, la que se estancó desde hace más de 10 años. Los desbalances de poder de negociación sí pueden ser mitigados, pero ellos son sólo parte del problema de brechas. La productividad me parece que es más importante”.
Respecto a esa mirada de más largo plazo, el docente de la UAH agregó que “hay varias aristas en el problema de la productividad. Una a nivel empresa, donde se pueden mejorar los procesos, las herramientas con las que cuenta el trabajador, los incentivos para realizar esfuerzos mayores en el trabajo y las condiciones en el trabajo. A nivel de mercado, es necesario buscar reducir o mitigar los descalces de capacidades del trabajador y requerimientos de las empresas”.
Junto con destacar la necesidad de mejorar la capacitación en carreras técnicas, Mauricio Tejada subraya que “el tema de la productividad es multidimensional, pero si no se lo toma en serio, difícilmente vamos a incrementar salarios”.
El incremento del salario mínimo que comenzó a regir este lunes, así como la idea de llevarlo a los 500 mil pesos en los próximos meses abrieron el debate respecto a la pertinencia de la medida cuando la economía a nivel mundial muestra signos de fatiga y de inflación a raíz de una serie de factores, centrados principalmente en el reinicio de las actividades luego de las restricciones por la pandemia del Covid 19 y la guerra en Europa.
De hecho, naciones como Turquía y Argentina proyectan una inflación sobre el 70 por ciento, mientras todos los países tratan de contener los efectos del incremento del costo de la vida, entre ellos la Reserva Federal de los Estados Unidos ante una presión inflacionaria no vista desde los años ’80.
En ese escenario, el economista especializado en economía laboral Mauricio Tejada, señala que la decisión del gobierno del Presidente Gabriel Boric debe ser vista tanto en su magnitud y el momento en que se hace.
“Cuando se incrementa el salario mínimo es relevante el cuánto y el cuándo. En este caso estamos hablando de 31 por ciento aproximadamente de incremento nominal. El cambio es bien relevante en magnitud”, sostiene el académico de la Universidad Alberto Hurtado.
Para Tejada, “las expectativas apuntan a un estancamiento de la economía en 2023, incluyendo al FMI que proyectó un crecimiento cero para 2023. Por otra parte, el mercado laboral ya da signos de haber puesto el freno de mano, menos vacantes y mayor restricción de empleo”.
Por eso, afirma que “la magnitud y el momento no son los más adecuados” para este aumento.
“Dado el contexto económico, un aumento real de 19% seguro que favorece a los que ganan menos, pero sólo a los que están trabajando. Los que no lo están haciendo podrían ver más difícil conseguir trabajo. Me parece que no es el momento ni la herramienta”, estimó.
Tejada agrega que “el incremento planteado es de 31 por ciento que con una inflación de más o menos 12%, implica un incremento real o en poder de compra de 19%. Bien relevante. Ahora, me parece que la forma de luchar contra la pérdida de poder de compra no es el salario mínimo sino las herramientas que tiene el Banco Central”, como por ejemplo a través del balance de la tasa de interés para controlar el circulante que hay en la calle.
El especialista agrega que “el salario mínimo no debiera ser la herramienta para aumentar salarios, sino que lo debiera ser a través de aumentos de la productividad. El salario mínimo puede ser útil para mitigar desbalances en el poder de negociación empresa trabajador”.
Tejada agregó que “tenemos un problema de productividad serio, la que se estancó desde hace más de 10 años. Los desbalances de poder de negociación sí pueden ser mitigados, pero ellos son sólo parte del problema de brechas. La productividad me parece que es más importante”.
Respecto a esa mirada de más largo plazo, el docente de la UAH agregó que “hay varias aristas en el problema de la productividad. Una a nivel empresa, donde se pueden mejorar los procesos, las herramientas con las que cuenta el trabajador, los incentivos para realizar esfuerzos mayores en el trabajo y las condiciones en el trabajo. A nivel de mercado, es necesario buscar reducir o mitigar los descalces de capacidades del trabajador y requerimientos de las empresas”.
Junto con destacar la necesidad de mejorar la capacitación en carreras técnicas, Mauricio Tejada subraya que “el tema de la productividad es multidimensional, pero si no se lo toma en serio, difícilmente vamos a incrementar salarios”.