QUITO — Siempre es posible volver a empezar, sobre todo si alguien cree en nosotros. Ese es el caso de Alfredo *, quien tras vivir más de una década en prisión hoy puede contar un nuevo capítulo de su historia. Si bien el pasado es parte de su vida, desde hace cinco años solo mira al futuro. “No hay que dejar de soñar. A pesar de que las circunstancias sean adversas, hay que resistir”, dice a Bloomberg Línea desde su negocio de distribución de cárnicos en Quito, capital del Ecuador.
Cuando empezó a pagar su pena, en el 2005, la desesperanza le invadía. Incluso pensó en el suicidio: “Para mí era muy difícil cuando hablaba por teléfono con mi esposa y me decía que no tenía para darles de comer a mis hijos. Era desesperante, hubo momentos en los que pensé quitarme la vida”.
Pero la luz fue apareciendo de a poco. Un abandonado taller de carpintería dentro del centro penitenciario le ayudó. Junto con otros reos recuperaron el espacio y tiempo después Alfredo se certificó en el oficio. Cree que eso le salvó también de caer en las redes criminales que se tejen en las prisiones del país y que muchas veces extorsionan a hombres y mujeres que ingresan por delitos menores, atrapándolos en sus redes, de donde salen peor de lo que entraron o a veces no salen.
Todo esto a vista y paciencia de un Estado que está en permanente deuda y que no ha logrado crear un verdadero sistema de rehabilitación social. Basta con observar las recientes masacres carcelarias, resultado de enfrentamientos entre bandas de crimen organizado que tiñen de sangre al país.
Pero Alfredo está seguro de que también fue dios quien lo sostuvo, así como su familia, que tampoco lo abandonó. Aunque hubo un eslabón más: la Fundación Vida en Libertad, que trabaja con las personas preliberadas, impulsando sus emprendimientos y ayudándolos a reinsertarse a la comunidad pero, sobre todo, devolviéndoles la autoestima y la dignidad.
En el caso de Alfredo, por ejemplo, le ayudaron a darle forma a la idea que se tejía en su cabeza desde prisión y en la que su esposa ya estaba trabajando: arrancar un negocio de distribución de cárnicos y otros alimentos que se cristalizó con éxito hace tres años. En sus dos locales vende pollo, carnes de todo tipo, aliños y conservas. También hace envíos a domicilio, y actualmente da trabajo a ocho personas, incluidos otros exreos.
Además, junto con su pareja está terminando de construir su casa y, aunque entre sus planes estaba abrir un tercer local, por ahora fortalecerá los dos que tiene para dedicarle más tiempo a su familia. “Trato de disfrutar más de todos esos momentos que perdí cuando estuve preso”, explica sin perder la sonrisa.
VIDA EN LIBERTAD
La Fundación Vida en Libertad tiene 17 años de vida y trabaja en el sistema penitenciario con la visión de dignificar a las personas que se encuentran ahí, procurando su rehabilitación integral, algo que debería asegurar el Estado, pero que no lo ha hecho.
La fundación tiene tres ejes de acción y uno de ellos es precisamente el impulso al emprendimiento.
El trabajo inicia con los preliberados, es decir, con aquellos reos que obtuvieron su prelibertad por buen comportamiento o a través de algún recurso legal y que, si bien tienen que presentarse periódicamente ante la justicia, pueden iniciar su reinserción a la sociedad. El Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI) envía un listado de personas que se vincularán a la fundación y así empieza el trabajo.
“Recibimos a mujeres y varones, quienes son capacitados y luego reciben cápsulas de emprendimiento, como las llamamos dentro de la fundación, porque consideramos que el emprendimiento es una buena solución y respuesta para aquellos a quienes la sociedad les cierra las puertas”, cuenta a Bloomberg Línea Gioconda Cabrera, presidenta de la ONG.
En ese programa que dura 18 meses participó Alfredo. Allí, además de formarse como emprendedores, reciben talleres de valores, principios, liderazgo y finanzas. “El tercer módulo se llama valentía, porque se necesita mucha valentía para salir de los círculos en los que han estado y e iniciar una nueva vida”, reflexiona Gioconda y explica que las sesiones son dictadas por expositores y capacitadores certificados, empresarios y personas preliberadas que ya pasaron por este proceso.
Según datos de la fundación, desde el año 2019 hasta la actualidad han sido capacitadas (de manera presencial y virtual) más de 300 personas con beneficios penitenciarios. En marzo pasado fueron 98 los graduados que recibieron el taller de finanzas. El pasado 13 de abril fue la segunda graduación de forma presencial para un grupo de 28 personas con beneficio penitenciario que han cumplido el ciclo de año y medio en la fundación.
EMPRENDEDORES DE UNA NUEVA VIDA
El tema del emprendimiento tiene, además, una explicación. Para quienes abandonan la cárcel tras cumplir su pena es difícil conseguir un trabajo formal, pues cuando solicitan un empleo sus antecedentes penales los limitan. Por eso, muchas veces emprender es el único camino, pero la idea es “hacerlo adecuada y correctamente para que sus emprendimientos tengan éxitos y no fracasos”, afirma la presidenta de la Vida en Libertad.
Y como el caso de Alfredo hay varios. Algunos han iniciado negocios de comida, de fabricación textil o han encontrado un trabajo afín a sus habilidades. “Uno de ellos trabajó como panadero dentro de la cárcel, esa era su habilidad y eso es lo que quería hacer. Entonces, desde la fundación lo ubicamos y hoy está por graduarse de chef, panadero y repostero”, cuenta Gioconda.
EN BÚSQUEDA DE FINANCIAMIENTO
Después de ayudarlos a formarse, los acompañan en su reinserción familiar y laboral, aunque el tema económico es un limitante. Por ello, actualmente buscan gestionar fondos para apoyar a estas personas con un capital semilla que les ayude a arrancar con sus emprendimientos, porque financiarlos es lo más complejo, considerando que muchas veces sus antecedentes pesan a la hora de acceder a una crédito bancario, por ejemplo.
De allí que uno de los planes de la fundación es convertirse en garantes de estos emprendedores para que las instituciones financieras les entreguen préstamos con mayor facilidad teniendo como aval a la ONG. Gioconda considera que esa sería una forma de “completar el círculo” e “impulsar a todos sin que nadie se quede atrás”.
LA EDUCACIÓN, EL OTRO IMPULSO
A esto se suma que, de acuerdo con datos de la ONG, más del 50% de las personas privadas de la libertad no han terminado la secundaria y, de ese 50%, más del 45% no han concluido siquiera la escuela primaria. Entonces, otro eje a abordar es la educación, en el que también están trabajando para conseguir que la mayoría de reclusos pueda capacitarse de manera virtual y logre un título.
Ya han concretado algunas experiencias, como la capacitación en costura y confección a las mujeres detenidas. “Ahora ya tenemos un proyecto de maquila, ellas ya confeccionaron 300 bolsos, ahora van a confeccionar otro tipo de ropa femenina que la fundación va vender y ellas recibirán una remuneración por su trabajo”, comenta Cabrera para quien el objetivo fundamental es que “todas las personas dentro de la cárcel alcancen la autonomía que han perdido como seres humanos”.
LA EMPRESA PRIVADA PUEDE PONER EL HOMBRO
Aunque sus proyectos han recibido ayudas puntuales, estas son insuficientes, considerando el tamaño de la población carcelaria y la ineficiencia estatal al respecto. Por ello, hoy apelan a la empresa privada para apuntalar y acelerar los programas que tienen planificados.
“Vamos a requerir el apoyo de la industria, de los empresarios… porque ellos pueden capacitar adentro (a los reos) y cuando salgan serán una mano de obra calificada que ellos pueden emplear”, apunta Gioconda, quien dejó hace años su rol de empresaria para dedicarse a trabajar por los demás.
Con miras a ello han desarrollado una campaña para romper las estructuras mentales que impiden a las empresas y a la sociedad en general mirar más allá. El hashtag #DalesChance, que es el slogan de la campaña, resume la intención de darles una nueva oportunidad de vida a quienes buscan fervientemente tenerla porque, como dice Gioconda, “las personas privadas de libertad siguen siendo personas”.
Estos son algunos de los proyectos de la ONG:
Preliberados. Capacitación y talleres para generar emprendimientos.
Abriga un corazón. Ser parte de la Navidad de niños hijos de personas privadas de libertad.
Rayuela. Asegura la educación y bienestar de los niños hijos de personas privadas de libertad; buscamos apadrinamientos.
CPL Cotopaxi área de varones y mujeres. Transformarlos en centros de desarrollo integral, productivos, sostenibles, amigables con el entorno y el ambiente. Buscamos una reinserción positiva y permanente.
Para cualquier contacto puede escribir a: fundación@vidaenlibertad.org
(*) El nombre ha sido cambiado para proteger su identidad.