Gil Artzyeli
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Hace dos semanas, cuando me aprestaba a abordar el vuelo que me traería a Chile para asumir como embajador, la política exterior israelí tuvo un espaldarazo importante, con la exitosa visita del presidente de EE.UU., Joe Biden, que permitió subrayar el rol de la cooperación internacional como factor fundamental para resolver los desafíos globales, incluso más allá de las diferencias que puedan tener los países.
En Israel, se firmó la “Declaración de Jerusalén”, texto conjunto sobre la asociación estratégica entre Estados Unidos e Israel, que reafirma los fundamentos de la relación especial entre ambos países, reconoce los valores compartidos y allana el camino para futuros lazos.
Aunque Joe Biden ha visitado Israel en 10 oportunidades, este fue su primer viaje como presidente de EE.UU., lo que dio continuidad a la senda trazada por los Acuerdos de Abraham firmados en septiembre de 2020, para establecer un modelo de paz entre Israel y parte importante del mundo árabe: Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán, que se sumaron así a los acuerdos con Egipto y Jordania, definiendo además un marco para avanzar en una solución al tema palestino.
Al respecto, cabe mencionar dos hitos. Primero, el surgimiento del Foro del Néguev, para la cooperación regional entre Israel, Bahréin, Egipto, Marruecos, Emiratos Árabes Unidos y EE.UU., que se inició como una cumbre y se constituyó en un foro permanente, donde todos los estados miembros cooperan en cuestiones urgentes, entre ellas, seguridad alimentaria e hídrica, energía, cambio climático y salud. Y, en segundo lugar, la creación del Grupo I2U2, donde participan India, Israel, Emiratos Árabes Unidos y EE.UU., con un foco en seguridad alimentaria y energías limpias.
Pero esto no es todo. El histórico vuelo directo del presidente Biden desde Israel a Arabia Saudita abrió un espacio antes vetado, y dejó de manifiesto la voluntad de Israel y más naciones árabes, en este caso el gobierno de Riad, para ampliar el círculo cooperación entre los pueblos de la región.
Es cierto que lo anterior es sólo una parte del panorama global, ya que todavía hay temas relevantes para Israel y la región que no están resueltos. El primero de ellos es Irán y su afán de exportar una visión fundamentalista y autoritaria al mundo, con el agravante de que ese régimen sigue avanzando en su programa de desarrollo nuclear y en paralelo reforzando sus alianzas terroristas en la región. Afortunadamente, hay consenso en la comunidad internacional sobre el peligro que representa Irán y la urgencia de enfrentar los planes beligerantes de sus líderes.
Un segundo tema pendiente, en el cual hay una gran dispersión de visiones y posiciones, es el conflicto palestino-israelí. Lamentablemente, el accionar intransigente del grupo Hamas, considerado como terrorista por EE.UU. y la Unión Europea, ha tenido impactos muy negativos. Y si ya hablamos de los países europeos, cabe resaltar que este bloque ha demostrado que una política exterior moderna puede separar claramente entre los asuntos pendientes entre Israel y los palestinos y la cooperación bilateral que cada país puede tener con Israel en temas críticos, como salud, educación, ciencia, innovación, sustentabilidad, clima, género y otros, de manera de seguir promoviendo el bienestar de sus pueblos.
Aunque el tema palestino-israelí suele ser materia de apasionadas controversias en los medios, el Estado de Chile ha mantenido por décadas una posición clara, que ha permitido construir una relación de amistad con Israel por más de 70 años, basándose en valores y desafíos en común.
Por eso, en este nuevo ciclo diplomático de Israel en Chile, mi objetico es importar una agenda positiva y seguir profundizando las relaciones en temas cruciales para ambos países, de manera de comenzar a cosechar los frutos de la cooperación bilateral. De hecho, tan sólo en las últimas semanas se han concretado viajes a Israel de una delegación de 20 médicos chilenos y otros dos grupos de profesionales y académicos, mientras que hasta Chile llegó un equipo de expertos hídricos de alto nivel, para colaborar en las estrategias de combate a la sequía.
Las lecciones aprendidas en pandemia nos comprometen a seguir trabajando por el bienestar de nuestros pueblos, con una agenda positiva, que genere impacto en las personas. Por eso, este segundo semestre nos traerá nuevas oportunidades para aportar con tecnologías agrícolas e hídricas, expertos en tratamiento y desalinización, proyectos sustentables, huertos comunitarios con tecnología israelí, seminarios de innovación social, intercambio de profesionales del área de la salud, cooperación entre universidades, apoyo al voluntariado, delegaciones deportivas, alianzas con la sociedad civil y mucho más.
No hay que olvidar además que Israel fue creado como un estado de derechos sociales que están vigentes hasta hoy a través de una amplia red de protección social, que incluye un sistema universal de salud pública, educación gratuita y pluralista, pensiones garantizadas, modelos de cooperativismo y tantos otros aspectos cruciales en la agenda actual.