La Comarca de Pamplona se podría concebir, a pequeña escala, como un microcosmos en el que conviven y se integran diferentes núcleos de población, repartidos en grandes y pequeñas localidades que van transformando ese particular universo. Un cinturón que, lejos de apretar, se va abriendo poco a poco. Se va ensanchando para descargar y proteger a la vieja Iruña en un crecimiento que, desde ella, tiende a ir hacia el sur. Hacia el Valle de Aranguren.
Y es que este antiguo lugar y villa de señoríos nobiliarios y realengos, este valle hermoso –como indica su topónimo– se ha convertido en uno de los principales pulmones de la Cuenca de Pamplona y es ya una de las zonas de esparcimiento preferidas por un buen puñado de vecinos y visitantes que, en pandemia después del confinamiento, dejaron patente sus preferencias por entornos privilegiados como Mugartea o la balsa de Zolina. Con el río Sadar como eje vertebrador y enclaves de gran valor patrimonial e histórico tales como el castillo y el yacimiento de Irulegi, resulta lógico pensar que, de alguna manera, el propio valle ha de proteger todos esos recursos y valores que le definen y que, inevitablemente, sufren las consecuencias del paso del tiempo. Del clima y, por supuesto, el impacto del ser humano.
Por eso desde el Ayuntamiento del Valle de Aranguren han impulsado, a través de Ecolan (estudios y gestión medioambiental) un plan de adaptación y mitigación al cambio climático que comprende también la restauración de ecosistemas degradados de Aranguren, con el objetivo de detectar posibles mejoras medioambientales en ciertos espacios de la localidad que quieren salvaguardar. Se trata de un proyecto “muy ambicioso y pionero a nivel autonómico”, reconoce el técnico de Ecolan, José Carlos Irurzun, en el que han desgranado todos los aspectos y valores medioambientales de la zona y cuantificado lo que cuesta su conservación y su mejora, además de lo que supondría regular el uso de ciertas áreas. Con una inversión de 2,8 millones de euros, el proyecto cuenta con 5 líneas estratégicas, con diferentes actuaciones en cada una de ellas, todas presupuestadas y con su pertinente priorización. La inversión asciende a 2,8 millones de euros.
Entre esas propuestas, se contempla la mejora de la movilidad sostenible –creación de sobre-anchos en la carreta NA-2310 para permitir una circulación más segura de los ciclistas; una pasarela peatonal sobre la carretera en Tajonar; la adecuación de tramos de las vías pecuarias para su utilización como ruta de interconexión para ciclistas y peatones; o la integración en las actuaciones de movilidad sostenible del futuro Paseo Fluvial de la Comarca a su paso por Aranguren–. También la restauración de la balsa de Zolina, que inicialmente se utilizaba para el depósito de lodos de Posusa pero que, en las últimas décadas, ha adquirido una importancia vital para las aves, tanto para las migradoras como para las sedentarias.
También para los anfibios. Porque junto a la Laguna de Pitillas y Viana, el de Zolina es uno de los tres principales humedales de la Comunidad foral, tal y como explica la técnica de Medio Ambiente del Ayuntamiento del Valle de Aranguren, Guiomar Santamaría. “Hace ya tiempo creímos que era necesario empezar con la conservación de los anfibios, que en la Cuenca de Pamplona son un grupo de animales que se resiente mucho a los cambios. Decidimos hacer microhumedales, pequeñas balsas a través de los cursos ya existentes de agua, acequias o regatas, para que ese agua se mantenga y permita que se reproduzcan en esas zonas”, relata. Desde el primer año se ocuparon todas las charcas y cuentan ya con 26 microhumedales que permiten conservar la población de este grupo, además de una continuidad entre los ecosistemas.
Regulación de usos
El proyecto recoge también iniciativas sobre la gestión de recursos patrimoniales y medioambientales en lo relacionado con el uso del espacio público por parte de la población, “que puede llegar a ser una afección si lo tenemos descontrolado”, señala Irurzun, que valora que “es importante involucrar a las personas en el conocimiento del medio porque es la única manera eficiente de que, al final, tenga interés por su conservación”. Con la organización de proyectos y actividades, es la denominada “ciencia ciudadana”.
Y es que Aranguren, dice, es un valle del que disfrutan “no solo los vecinos del municipio sino también los vecinos y vecinas de Pamplona, y hay algunos puntos que, en algunas épocas de año, pueden registrar cierta conflictividad en cuanto a aparcamiento o la utilización no adecuada de zonas que tienen un gran interés para la flora y fauna, como la balsa de Zolina”, indica el técnico. Recuerda casos de personas que acuden con perros sueltos y llegan hasta la orilla con motos o todoterrenos en las épocas más sensibles de nidificación, donde anidan las aves. “No se trata de prohibir nada, sino de regular, también creando la posibilidad de que haya cierto acompañamiento personal, con carteles o códigos QR. Incluso poner algún observatorio”, avanza también la concejala de Medio Ambiente, María Teresa Ramos.
Tal y como explica el alcalde, Manolo Romero, se trata de darle valor “a la experiencia de ir allí. Y no es lo mismo juntarte con media Pamplona que solicitar una fecha o una cita y visitar la zona casi de forma privilegiada y sin generar ningún problema. Con la balsa estamos en un momento importante porque parece que ya la Administración, a nivel autonómico, se está creyendo sus posibilidades. Ha pasado de ser una escombrera, con propuestas que han tratado de reducirla, a concebirse con la importancia que tiene a nivel medioambiental”.
Cambio climático
En el proyecto hay, también, un apartado para la mitigación y adaptación al cambio climático, con actuaciones necesarias “para adaptarnos a lo que ya estamos sufriendo de lleno. Sobre lo que podemos hacer para que sea menos acusado”, explican los promotores. En plena ola de calor, tras las inundaciones de diciembre, la sequía y los incendios posteriores, aseguran que, por ejemplo, “que el ganado siga estando en el monte es esencial”. También adaptar la extensa red de caminos a las temperaturas extremas, incorporando árboles y zonas sombrías, “mejorarlos y que sean amables para utilizarlos en estos periodos de calor que cada vez son más amplios. Y dotarlos de pequeñas infraestructuras de ocio multigeneracional en las que puedan estar desde los niños jugando en el parque hasta los adultos o ancianos haciendo ejercicio”.
Centro medioambiental
Pero todas estas medidas necesitan de un núcleo, un soporte desde el que coordinar y gestionar las diferentes acciones “y que pueda servir, además, de referente no sólo para el municipio sino también para la Comarca –valora el alcalde–. La creación de una central medioambiental es la medida fundamental para que el proyecto tenga una gestión y un seguimiento global. Tiene que ir con un trabajo didáctico a las escuelas, conformar un espacio de recepción, de formación y en el que poder estar. Que las escuelas vayan, visiten, vean el lugar, que puede acoger exposiciones sobre cuestiones de interés sobre el valle”, explica.
Han pensado en el Palacio de Góngora, que data del siglo XV y que actualmente está rehabilitando la Sociedad de Ciencias de Aranzadi. “Sólo le falta la equipación y los elementos menores para ponerlo en marcha. Como Ayuntamiento les hemos hecho una propuesta para que pase a propiedad pública y que sea el eje central desde donde se canalice todo el tema medioambiental del valle de Aranguren”, avanza Romero, y explica que –si acepta– la entidad seguiría vinculada a la iniciativa.
El plan, incide, ha contado con participación vecinal y se ha elaborado a lo largo de tres meses en los que se han desarrollado procesos participativos. “Se ha contactado y nos hemos reunido, primero, con los concejos. Luego se ha expuesto a la población, a toda persona que ha tenido inquietudes, y se han hecho reuniones. Hay una implicación de los vecinos del valle, ha habido aportaciones y se han recogido: para que funcione tiene que ser algo consensuado con todos los pueblos que conforman el valle de Aranguren”.
Ahora sólo falta tocar todas las puertas posibles y conseguir financiación, después de reuniones, también, con el Gobierno foral y Nasuvinsa. “Cabe la posibilidad de acogerse a ayudas pero echamos en falta apertura de líneas y claridad sobre dónde podemos concurrir con este tipo de proyectos, salgan elegidos o no. Pero no quedarnos por el camino –lamenta Romero–. Y si no conseguimos subvención, el Ayuntamiento irá dotando las partidas dentro de sus posibilidades presupuestarias para sacar adelante el proyecto aunque sea poco a poco: no vamos a renunciar a él por no disponer de financiación europea o autonómica, porque es fundamental para el valle y, además, es un proyecto solidario”.
Crecimiento. El área metropolitana de Pamplona es un entorno dinámico (362.386 habitantes y 488,6 km²) en el que reside actualmente más de la mitad de la población total de Navarra, en torno al 55%. Al Sureste se abre el valle -conformado por Aranguren, Góngora, Ilundáin, Labiano, Laquidáin, Mutilva, Tajonar y Zolina- que, con una extensión de 40,54 km², ocupa aproximadamente el 10% de todo ese área metropolitana. De sus 11.306 habitantes, 10.659 residen en la capital, Mutilva, en un enclave que, por su cercanía a la capital y por su calidad ambiental, ha conseguido erigirse como el principal pulmón y de uno de sus principales lugares de esparcimiento.