José Manuel Glaria es el gerente de la firma Backline Covah, radicada en Zaragoza, y responsable de la delegación zaragozana de la empresa Rampa Huesca en el plano comercial y la dirección de proyectos. Estos dos polos de trabajo generan proyectos combinados de ‘backline’, sonido e iluminación en todos los rincones de Aragón y buena parte de España desde hace muchos años.
“Covah se fundó en el año 2000, primero con sonido y ‘backline’; años después, la parte del sonido se fusionó con Rampa, que ya trabajaba la iluminación. ¿Qué es el ‘backline’? Por aterrizar conceptos, se trata de todo el material que solistas o grupos utilizan en un concierto. La gente que viene de lejos y gastaría demasiado en traer batería, amplificadores de bajo y guitarra, teclados, equipos de percusión… así que lo alquilan en destino. Luz y sonido es la parcela de Rampa en nuestra colaboración. Yo empecé como músico, los primeros pasos en la infancia fueron en la jota y luego estudié música profesionalmente, además de trabajar varios años en una orquesta; eso sí, el sonido me apasionó desde muy pronto, y cuando tuve que optar por una salida profesional, lo tuve claro: técnico de sonido”.
El bagaje musical propio es muy interesante a la hora de brindar al artista con el que se trabaja el máximo rendimiento en el tema de la luz y el sonido. “Me parece vital, sí; tener esa sensibilidad que da la formación musical, sobre todo en el sonido, es un gran tesoro. También haber escuchado muchas músicas; no es lo mismo sonorizar jazz, rock, folk o rap. Escuchas, aprendes y ganas un criterio que te permite hacer un buen trabajo; conocer la tecnología es muy bueno, pero si no va aparejado a una cultura musical variada, el resultado no es el mismo en la mezcla final”.
Glaria tira de metáfora culinaria para hablar de su trabajo, algo que ocasionalmente explica en ‘masterclasses’. “El técnico es como un cocinero. Debe saber cocinar, tener una buena cocina para trabajar y contar con buenos ingredientes, los músicos. Si una pata cojea, el resultado se resiente. Tienes que conocer los sabores y saber cuáles mezclan bien”.
En este mes de julio se ha hablado mucho de los conciertos de Rosalía sin banda musical que la acompañe, aunque ella sí empuña la guitarra y se sienta al piano en varios momentos de su espectáculo, además de verse rodeada de sus bailarines. “Es un tema sensible, pero trato de recordar mis comienzos como ayudante de montaje con artistas como Rocío Jurado, Julio Iglesias, José Luis Perales o Camilo Sesto. Eran cantantes solistas, no grupos, y venían a actuar al Pilar sin músicos; tecnológica y económicamente era inviable mover las orquestas de 40 músicos con las que grababan sus discos. Te sorprendería saber la cantidad de conciertos en los que la música es una base grabada y los artistas, figurantes, con la voz en directo y todo lo demás pregrabado. Lo mismo pasa con grupos de cinco músicos donde casi toda la música es secuenciada”.
Glaria abunda en el concepto. “Por otro lado, y si atendemos a los matices en la definición, deberíamos distinguir ya claramente lo que es un concierto de un espectáculo musical. No hablo de la secuencia como algo malo, es una herramienta, pero si hablamos de espectáculos multimedia, quizá debemos quitarnos la venda de los ojos y cambiar los paradigmas, o ajustarlos. Si me permites la comparación, es como el cine y el teatro; se emplean otros recursos, otros lenguajes, es otro producto. El debate se acabaría ajustando las terminologías, y que cada cual elija lo que más le guste”.
Pirineos Sur y la magia
Este verano, Glaria lleva dos semanas colaborando a que el famoso magnetismo del escenario que flota sobre el embalse de Lanuza siga teniendo ángel en la parcela técnica. Técnico y enclave tienen además una relación de afecto muy duradera. “Pirineos Sur tiene una connotación muy peculiar: el escenario tiene más de 30 años, y sus limitaciones estructurales hacen que los artistas deban adaptar sus propuestas al lugar, dar un paso atrás en sus requerimientos técnicos en la parte interior del escenario.”.
El técnico matiza su afirmación. “No es una crítica, ni mucho menos, sino la explicación de una realidad estructural. Además, mirar alrededor es un regalo para los ojos, el pantano, las montañas, los árboles… eso sólo lo tiene Lanuza. Hay un gran equipo y el sitio es único, pero esa limitación de espacio y de carga hace que las condiciones se igualen bastante para todos los artistas, con lo que la música pasa a marcar aún más la diferencia, el brillo de cada artista, y eso también hace brotar la magia De cara al sonido exterior y la iluminación sí hay progresos técnicos, claro, pero el acceso es complicado, no pasa un tráiler… y obviamente, cada artista trae sus técnicos, que también son un factor diferencial. Otros escenarios de festival permiten cambios más profundos. Con Luna Lunera, salvando las distancias, pasaba lo mismo: el espacio era el que era”.
Glaria es el técnico de cabecera de artistas como Cuti Vericad, In Materia y Flamencool. “Junto a Rampa llevamos ahora las giras de Ara Malikian, Bustamante, Orozco, León Benavente y también en Pirineos Sur, festival del Sallent, el de Teatro Clásico de Peñíscola, haremos el Veruela en Vivo y el Aragón Sonoro en Alcañiz… con el ‘backline’ hemos colaborado con Bellrays y con el festival Huercasa de música ‘country’, sin ir más lejos, y también hemos estado en el Polifonik de Barbastro y el Resurrección Fest gallego”.
El mes está siendo desbordante de trabajo para el sector en toda España: además, la escasez histórica de profesionales, la desbandada hacia otras profesiones por el parón de la pandemia y el ‘boom’ de actividad han multiplicado esa intensidad. “Este mes acabaré haciendo 14 fechas como técnico, además del trabajo de gestión, atender a las necesidades de los grupos, coordinar con varias bandas en un mismo escenario… eso sin contar los años de los inicios, cuando tu trabajo empezaba por descargar y cargar un camión de equipos, cosa que a veces hay que volver a hacer. Es una vida sacrificada, y en unos años notaremos la falta de relevo generacional, estamos muy preocupados por el futuro, ya que los trabajos de gran formato requieren de gente nueva con formación y dedicación”.
Presente, pasado y futuro
Glaria preside la Asociación Empresarial de Proveedores de equipamiento de Sonido, Iluminación, Vídeo y Backline, y servicios Auxiliares de Aragón (SILVIS) y es vocal de la Federación de la Industria Audiovisual y Eventos (FIAVE), de ámbito nacional. “La falta de mano de obra cualificada es un problema generalizado. Y no es un trabajo mal pagado, en absoluto; el asunto es que la exigencia no motiva lo suficiente, parece ser”.
El técnico recuerda que “históricamente era una profesión en la que recalaban muchos músicos, como me pasó a mí; te enganchaba, colgabas la guitarra en lo profesional y te dedicabas a esto. La tecnología era más elemental, precaria incluso, y en un verano eras capaz de conocer, montar y manejar un equipo al completo, por el procedimiento del aprendiz que asociamos a nuestros padres y abuelos. Hoy en día, con las exigencias técnicas existentes, esa vía ya no es suficiente: la formación específica en sonido, iluminación o vídeo es necesaria. Cada maquinita necesita de una preprogramación, y hay muchas sobre un escenario; debes conjugarlas todas para que operen de manera armoniosa”.