Javier Olivares (Madrid, 1964) es una de las estrellas de esta edición del Celsius 232 por tres motivos: Es el autor del cartel, presenta su último cómic (una original versión de La guerra de los mundos, con guion de Santiago García) y será uno de los participantes en el homenaje a su gran amigo y compañero creativo, el escritor Fernando Marías (1958-2022), que falleció el pasado febrero.
“Para mí, participar en esta edición del Celsius es una sensación muy especial –confiesa Javier-. Es como una celebración triste, porque Fernando me hablaba mucho del festival y había planeado venir con él en varias ocasiones, pero al final la vida decidía por nosotros”.
“Por eso –continúa el dibujante- cuando Jorge Iván me propuso hacer el cartel de la edición de este año las cosas encajaron, porque es una forma de que los amigos no se vayan del todo. Con Fernando me quedan muchas cosas, el tiempo que pasamos juntos, los proyectos que hicimos… Por ejemplo, yo colaboré mucho con los Hijos de Mary Shelley haciendo ilustraciones de Frankenstein y un montón de diseños. Fernando era una persona muy activa, siempre estaba pensando mil cosas y cuando llamaba a sus amigos, todos estábamos encantados de colaborar en lo que fuera”
“Una de las cosas que nos unió fue Joaquín Pertierra –añade-, un personaje que nació en su novela El silencio se mueve (2010), que luego continué yo, con su permiso y complicidad, y que nos ha llevado hasta ahora. Se ha convertido casi en un alter ego de los dos. Un proyecto que nos ha llevado 10 años y del que hablaré en el Celsius 232, porque la idea es sacar una novela gráfica el año que viene”
En cuanto al talento de Fernando, Javier Olivares asegura: “Siempre me pareció que era excesivamente modesto para el talento que tenía. Suele pasar que la gente modesta no sea consciente del talento que tiene. Pero Fernando me parecía un escritor alucinantemente bueno. Y tenía una capacidad de crear personajes, mundos… una especie de vitalidad creativa que era desbordante. Recuerdo que a veces quedábamos a comer, para hablar de una idea que tenía y salíamos con tres o cuatro más. No podíamos quedar a comer porque éramos incapaces de abordar todos los proyectos que salían de esas citas”.
“Aparte de esa amistad y complicidad -continúa Olivares-, nos unían muchísimas otras cosas. Nos gustaba el cine clásico, las películas de aventuras… Por edad y por carácter congeniamos enseguida y cuando nos juntábamos siempre surgían proyectos muy interesantes y divertidos de hacer”.
El cartel también es un homenaje a Fernando
Por todo eso, Javier Olivares ha querido homenajear a Fernando Marías en el cartel del Celsius 232: “La protagonista del cartel es Alexandra Tintanegra, el personaje que creamos hace unos años, un poco por azar, para un proyecto de Fernando, que se llamaba 2000 románticos, un certamen literario en el que también colaboraba Santillana y para el que yo creé la gráfica”.
“Para ese proyecto dimos con una heroína –continúa-, como las que nos gustaban a nosotros de las novelas clásicas que leíamos de pequeños. Le pusimos un nombre, pero no tenía pasado. Por eso, lo que he hecho en el cartel ha sido una versión retro futurista del personaje de Alessandra, como homenaje a Fernando”.
En cuanto a las influencias del cartel, Javier nos confiesa: “Como es un festival de ciencia ficción, de fantasía y terror, es una amalgama de muchas cosas del género. Me apetecía buscar una imagen que tuviera un aire retro futurista, pero también un aspecto cubista. Y que remitiera a las películas rusas de ciencia ficción de los años 30, que estaban intoxicadas por la gráfica de la época, por toda esa cartelería rusa, esa gráfica tan potente, tan moderna…”.
“Porque en los años 30 esos carteles fueron lo más moderno y futurista –añade-. Ahora mismo lo ves y es completamente clásico, pero me gusta jugar con ese contraste entre lo más moderno y lo más clásico de la ciencia ficción, introduciendo en el cartel elementos un poco más extraños, más interesantes, que tienen mucho que ver con esos movimientos artísticos de vanguardia, de la vanguardia de hace un siglo”.
Presenta una versión de ‘La guerra de los mundos’
Javier también presenta en el Celsius su nueva colaboración con Santiago García (Las Meninas, La Cólera) “Con Santiago llevó colaborando más años, aun, que con Fernando –asegura-. Es difícil encontrar a alguien con el que trabajar y llevarse bien y que, además, esa colaboración haga que el trabajo de cada uno se potencie, que las cosas que hagamos juntos sean más interesantes que las que hacemos por separado, debido a alguna química extraña. Yo siempre digo que somos como dos lupas, que nos ampliamos; que es algo parecido a lo que pasaba con Fernando. Y ahora estoy trabajando con Jorge Carrión y también hay esa especie de chispa”.
En cuanto a la elección de La Guerra de los mundos, Javier nos comenta: “Es un proyecto que teníamos colgado desde hace muchos años, cuando hicimos El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, para SM. Les propusimos ambas adaptaciones y eligieron esa. Pero ahora, con la reedición que ha hecho Astiberri de Jeckyll, pensamos que era un buen momento para recuperar esa Guerra de los mundos, e incluso que este fuera el comienzo de una posible colección de versiones de clásicos en el formato europeo de 48 páginas de toda la vida. Y asequible”.
“Lo curioso es que la realidad nos ha dado la razón –añade-, porque justo en la mitad del proyecto estalló la guerra de Ucrania. Pero eso también se debe porque, desde La Cólera estamos explorando temas que tienen que ver con lo que está pasando ahora mismo en el mundo, a nivel social, cultural, político… Y Santiago consigue dar cuerpo a esos temas e incrustarlos en la estructura de un clásico como La Guerra de los Mundos. Eso nos demuestra también por qué los clásicos se han convertido en clásicos, porque siguen siendo muy actuales”.
“En La Cólera –añade Javier-, mostrábamos la visión del que hace la guerra, mientras que en esta Guerra de los mundos, tenemos la visión de la gente que padece esas guerras: Las familias, los civiles. Y también hay otros ingredientes de las guerras como los económicos, culturales, políticos… Todo eso ya estaba en la novela original pero nosotros queríamos cambiar el punto de vista para lograr otro eco completamente diferente”.
“Por eso, en nuestra versión los humanos ya no somos los invadidos, por unos monstruos extraños sin forma, sino que somos los humanos los que invadimos Marte. Y eso cambia las cosas, porque no somos las víctimas sino los invasores. Además, la invasión solo es el principio, también hablamos de lo que supone esa invasión para el planeta conquistado. Y hablamos de esa relación entre el invasor y el invadido”.
Cuando hablamos de La guerra de los mundos inmediatamente pensamos en la pandemia del coronavirus. “Es inevitable, porque en el libro los extraterrestres son derrotados por los virus –asegura Javier-. Y es inevitable pensar en lo que hemos pasado, y seguimos pasando, por el coronavirus. Porque nos ha dejado un poco tocados a todos a nivel psicológico. Por eso, ese tema también era perfecto para ver cómo afectaba el virus al invasor, pero también cómo los humanos aprovechan el virus para sus propios fines, como ha pasado con la epidemia en la realidad. Por eso insisto en que los clásicos tienen esa capacidad de hablar de temas que siempre están ahí”.
“De esos problemas que pensábamos que teníamos superados y vemos que no, que es otra cosa de las que habla el libro, de estos logros sociales, culturales o políticos que creemos que ya forman parte de la sociedad, pero que, en realidad, son muy frágiles y podemos perder en un suspiro. Para ser un cómic de 48 páginas, la verdad es que condensa muy bien un montón de cosas. Nos ha encantado este formato”
“La influencia de otras versiones es inevitable”
Hay dos famosas versiones cinematográficas de La guerra de los mundos, por lo que preguntamos a Javier cómo les han influido. “Está claro que nos han influido, aunque sea de forma inconsciente, porque forman parte de nuestro acervo cultural. A me gustan mucho las dos versiones, la de Byron Haskin (1953) y la de Steven Spielberg (2005). La versión de los 50 es más pop y hablaba de cosas de la época, como el comunismo, mientras que la de Spielberg es una película que habla del 11-S, con esas imágenes apocalípticas en Estados Unidos. Spielberg ha hecho lo mismo que nosotros, coger la estructura del libro para contar la historia que le interesaba”
“Y no podemos olvidar la fabulosa versión musical de Jeff Wayne de los años 70, con esa maravillosa portada de los trípodes, que fue un disco que teníamos todos en casa -añade-”.
“La misma figura del trípode es un elemento gráfico que ya forma parte de la cultura popular –afirma Olivares-, desde las versiones victorianas a la de Edward Gorey, hasta las más modernas. No hemos hecho homenajes a todas estas versiones, pero están en nuestro ADN, por lo que, de alguna forma, están ahí”.
Y ya que hablamos de trípodes, le preguntamos cómo es su versión de esas máquinas mortales: ”Yo digo que son ‘logotipos de la destrucción’, lo que hice fue diseñarlos de una forma muy moderna y aséptica. En todas las versiones, los dibujantes no pueden evitar como malignizarlos. Y son todos como arañas, llenos de tubos… Son muy feos, muy horribles, y dan mucho miedo. Y a mí me apetecía ir por otro lado. Por eso los diseñé de forma muy minimalista, casi como el logotipo del trípode. Pueden ser una escultura moderna. Son muy funcionales, asépticos y están fabricados para una función muy clara. Y yo creo que eso da más miedo”.
En cuanto a sus proyectos, Javier Olivares nos comenta: Tengo algunos de los que no puedo hablar todavía y trabajo con Jorge Carrión en una novela gráfica que sacaremos el año que viene. Y con Santiago tengo algunas ideas. Entre ellas sacar algún título más en este formato de clásicos revisionados, de 48 páginas. No tienen por qué ser novelas completas sino que pueden ser fragmentos u otro tipo de cosas. Pero nos apetece hablar de cosas actuales con este formato de productos clásicos y poder formar una colección. Y yo sigo con mis trabajos como ilustrador para Nórdica, Y el libro de Joaquín Pertierra, con Astiberri, también para el añquo e viene. Y exposiciones…”