Melisa Gómez es la nutricionista y madre que hay detrás de @nutrikids, un perfil con casi 120 mil seguidores donde encontramos consejos para alimentar correctamente a toda la familia. Asesora de lactancia y especialista en nutrición clínica en pediatría, es además coautora de libros como ‘Sin dientes y a bocados‘ y autora de ‘Disfruta creciendo‘, una completa y práctica guía que acaba de publicar para acompañarnos durante todas las etapas de nuestros hijos: desde el embarazo hasta la adolescencia.
Enhorabuena por ‘Disfruta creciendo’, una guía -muy práctica- de alimentación infantil y tu primera aventura literaria sola. ¿Qué vamos encontramos en ella?Es un libro pensado para los padres, para que encuentren lo que necesitan en cada etapa del crecimiento de su hijo, una guía sobre qué darles, qué no, cómo hacerlo… hasta que llegan a la adolescencia. Destacando la más relevante de cada etapa para que sirva de apoyo para los padres.
Dices que la alimentación de un niño empieza mucho antes de nacer. ¿Por qué es tan importante la nutrición en el embarazo?Porque cada vez está más demostrado que la alimentación que llevamos influye en la salud de nuestros hijos incluso antes de la concepción, tanto la de la madre como la del padre. Por eso se recomienda que, si estás planificando un embarazo, intentes ya desde antes tener unos buenos hábitos nutricionales, un peso saludable -aunque esté tema aún está en debate-, que hagas ejercicio… todo eso influye en la salud futura del niño y en los hábitos que le transmitiremos.
Si una mujer embarazada come sano, variado… ¿es más probable que su hijo también lo haga?Sí, porque también está comprobado que hay muchos alimentos que cambian el sabor del líquido amniótico. Entonces, el niño, que traga líquido amniótico durante la gestación, se familiariza con determinados sabores y será más fácil que acepte ciertos alimentos en el futuro, que su dieta sea más variada… Por eso se recomienda que, dentro de las posibilidades que tenga la madre, de cómo se encuentre, que lleve una alimentación lo más sana y variada posible. Y con la lactancia pasa algo parecido, pues está bastante demostrado que los niños alimentados con leche de fórmula, que tiene siempre el mismo sabor, son menos receptivos, les cuesta más habituarse a nuevos sabores.
Dedicas una parte muy extensa a la lactancia materna. ¿Seguimos sin darle la importancia que tiene o es falta de apoyo?Como pasa con muchas otras cosas en nutrición, es algo multifactorial: los permisos, la falta de formación y promoción de parte de algunos profesionales sanitarios… Aunque sin duda, uno de los más importantes es el tema de los permisos y la vuelta al trabajo, pues no podemos insistir en lo importante que es llegar hasta los seis meses cuando los permisos son de 16 semanas. Por mucho que las madres quieran, ir al trabajo, tener que sacarte la leche, estar alejada del bebé… lo hace todo mucho más difícil. Por no hablar de las madres autónomas, que muchas de ellas ni siquiera se pueden permitir esos cuatro meses, algunos sanitarios que todavía, a la mínima te recomienda que suplementes… Por eso en el libro también hablo de fórmula, porque soy consciente de cómo están las cosas…
A los niños alimentados con leche de fórmula, que tiene siempre el mismo sabor, les cuesta más habituarse a nuevos sabores
Según tu experiencia como asesora de lactancia, ¿cuál es el principal problema con el que se encuentran las madres que quieren dar el pecho?Es que luego es todo mucho más complicado y la teoría es una cosa y la realidad es otra. En el libro cuento cómo yo misma, que soy asesora de lactancia desde antes de tener a mi hija, me encontré con muchas barreras. Nos faltan referentes cercanos, por eso recomiendo que, aparte de tener en cuenta la teoría, de que lean, se informen…, las madres acudan a talleres y grupos de lactancia. Es lo que hice yo y me ayudó mucho a superar los obstáculos.
Y una vez establecida la alimentación complementaria, que comen sólidos… ¿Deben comer lo mismo que nosotros o tenemos que seguir haciendo adaptaciones?Los nutricionistas recomendamos que, con pequeñas variaciones, lo hagan desde el inicio, desde los seis meses. Es cierto, que, a nivel práctico, a la hora de la verdad no en todas las familias es posible, por eso en todo el libro trasmito la idea de que también hay que ser flexibles y quedarnos con las recomendaciones que podamos llevar a cabo en nuestro día a día en casa. Pero lo ideal es eso, que desde que empiezan a comer compartan la mesa con nosotros y coman lo mismo (sin sal), aunque sea en triturados, pero para que se acostumbren a colores, sabores, olores… Así, por ejemplo, si un día comemos garbanzos con brócoli, podemos ponerle un poco de humus, el brócoli triturado, y con el BLW las partes blandas, etc. Evidentemente, si comemos una ensalada, un niño de uno o dos años no se va a comer la ensalada tal cual, con un montón de lechuga, tomate… pero podemos dejar las partes más blandas, hacerles trozos más pequeños, quitar algunas partes… Así se familiariza con los alimentos y aprende a comer viéndonos a nosotros. Por eso es tan importante compartir también ese momento con ellos, que no coman aparte o antes… porque somos el modelo que tienen para comer. Si les damos papillas con varias frutas, purés mezclando todo… al final no saben a nada en concreto, no aprenden a qué saben las cosas, nosotros no sabemos qué alimentos les gustan…
En el libro alertas de que el 95% de los niños comen muchas más proteínas de las que necesitan. ¿Por qué ocurre?Sí, y ocurre en parte porque mucha gente no tiene en cuenta que una de las fuentes más importantes de proteínas que hay son los lácteos, y a los niños, aunque a partir de cierta edad ya no es necesario, se le siguen dando muchos lácteos. Además, es algo muy cultural poner la proteína animal en los niños en el centro del plato, con pollo, carne… Y los niños no necesitan tanta proteína, es suficiente con que un 10% de su dieta sean proteínas. Tendemos a sobrevalorarla frente a las grasas y los carbohidratos, cuando en esta etapa también son indispensables, sobre todo la grasa. Esto, por ejemplo, ya se está corrigiendo en las fórmulas, que antes tenían demasiada proteína.
¿Qué consecuencias puede tener comer demasiadas proteínas para su salud?Por ejemplo, una mayor probabilidad de desarrollar obesidad y sobrepeso en la edad adulta y de una aceleración de la maduración. Al final, paradójicamente, esto puede tener una repercusión en su talla final, porque al producirse la maduración de forma más rápida no alcanzan la talla a la que deberían llegar, porque cuando comienza la maduración sexual, se frena el crecimiento óseo.
Es paradójico que los niños cada vez se acerquen más a los percentiles superiores y que las consultas más frecuentes en pediatría sean porque los niños comen poco
En un entorno tan ‘obesogénico’, ¿cómo conseguimos que los niños no coman demasiados alimentos insanos?Es complicado, sí, porque aparte de dar ejemplo, no ofrecerles determinadas cosas, etc., en el contexto que nos rodea se nos hace difícil. Vamos al supermercado y estamos rodeados de productos insanos, que además tienen mil dibujitos que llaman la atención de los niños, los ponen al lado de la caja… Por eso creo que no debemos dejar toda la responsabilidad en los padres, sino que lo que hacemos en casa tiene que ir acompañado de estrategias de salud pública, como la promoción de frutas y verduras, no poner dibujitos en los envases y regular también de alguna forma ciertos productos cuya publicidad se dirige más a los padres, pues juegan con el miedo que tienen muchas veces de que coman poco, les falte algún nutriente… Eso habría que regularlo.
Seguro que la frase ‘mi hijo no come nada’ es una de las más repetidas en las consultas. ¿Hasta qué punto es verdad?Es paradójico, porque si observamos cómo ha evolucionado el peso en los últimos años, vemos que los niños cada vez se acercan más a los percentiles superiores, y por otro lado, las consultas más frecuentes es porque comen poco. Esto ocurre porque no estamos preparados para que el apetito infantil fluctúe y se adapte a las necesidades del niño en cada momento, que es lo que ocurre, que va variando mucho en función de sus picos de crecimiento, de sus necesidades… Por ejemplo, cuando deja de ser un bebé, y de tener un cuerpo de bebé más regordete a estilizarse, come menos porque crece más despacio… y los padres se preocupan. Pero si es niño está feliz, tiene energía, va creciendo… no tenemos que preocuparnos, solo seguir con sus revisiones periódicas.
¿Nos preocupamos demasiado por las cantidades?Sí, porque, como te digo, el apetito fluctúa mucho y responde a señales y necesidades internas. Si intentamos regularnos nosotros desde fuera, haciendo que coma cuando no tiene hambre, haciendo lo que sea para que coman, poniendo dibujos… creamos otros problemas, como perder variedad en la alimentación. A la larga, como le hemos enseñado a que coma aunque no tenga hambre, tendrá más tendencia a tener sobrepeso, obesidad… con todo lo que implica. Por eso, es habitual encontrarse a padres en las consultas con niños de dos o tres añitos porque creen que su hijo no come; y con 8 o 9 porque tienen sobrepeso, obesidad o come demasiado.
Al final del libro incluyes un capítulo sobre la alimentación basada en plantas para toda la familia. ¿Existe aún muchas reticencias en que los niños lleven una dieta vegetariana?Sí, muchísimas, y es por falta de información, porque está demostrado que los niños vegetarianos pueden llevar perfectamente una dieta equilibrada y sin ninguna falta de nutrientes, sin anemia, creciendo igual… Una dieta vegetariana bien planificada es tan adecuada para un niño que una omnívora, que también tiene que estar bien planificada. Para los padres que están muy interesados en el tema, hay libros de compañeros míos que hablan exclusivamente sobre este tema…
Somos el modelo que los niños tienen para comer, por eso es tan compartir ese momento con ellos, no comer aparte
Con miles de seguidores en las redes sociales, varios libros… ya se puede decir que eres una ‘influencer’ de la nutrición, pero ¿a quién sigues tú?Hay muchísima gente muy buena, algunas muy conocidas, como Lucia mi pediatra, mi compañero Juan Llorca, Lucía Martínez… y otros menos conocidos, como Nutriendo mi cambio, que tienen menos seguidores, pero que merece la pena seguir.
Desde que soy madre la verdad es me agobia mucho toda la cantidad de información que hay en redes sociales sobre cualquier cosa relacionado con la crianza, así que está muy bien seguir cuentas, pero llevándolo todo a nuestro terreno, adaptándolo a nuestras necesidades, siendo flexibles… que es lo que he intentado transmitir en el libro, porque las cosas no son blancas o negras, y cada familia hace lo que puede.
¿Tienes ya pensado tu próximo libro?Libro no, porque voy a ser mama de nuevo en tres meses, pero mi intención es retomar el contacto con mi comunidad, dar más charlas…. Que con la pandemia hemos estado haciendo menos.