La depuración de aguas fue otro de los principales problemas que nos encontramos. Cuando se gestiona un vertedero, tu mayor enemigo siempre es la generación de lixiviados. Para luchar contra la pérdida de eficiencia en este aspecto, se mejoró mucho la operación del vertedero cerrado, porque si el vertedero está cerrado durante prácticamente todo el año tú vas a poder generar menos lixiviado y, por tanto, ser más eficiente. Los lixiviados al final no son más que agua de lluvia que ha atravesado la masa del residuo y ha terminado incorporándose a esos lixiviados. Y esto hay que tratarlo en una planta ad hoc. Lo que hemos hecho es montar una nueva nave de maduración de gran capacidad que nos permite durante toda la época lluviosa que el vertedero pueda operar completamente cerrado y luego cuando llega el verano se puede abrir el vertedero con más seguridad trasvasar todo ese residuo al depósito de seguridad y volver a cerrar cuando vuelvan las épocas más lluviosas, eso lo que hace es minimizar la producción de lixiviados y por tanto mejorar la eficiencia en la gestión de toda la infraestructura. Además, estos lixiviados se trataban mediante evapooxidación, que es un proceso muy caro porque requiere un consumo muy alto de energía para asegurar durante un tiempo mínimo una temperatura muy alta para poder tratar los vahos y que vayan perfectamente depurados. Lo que diseñamos es una estación depuradora para esos lixiviados que combina varios procesos sensiblemente más baratos e igual de eficientes.
—Otra de las joyas de la corona es esa planta de estabilización de residuos peligrosos que se convierte en la primera de toda España con cero emisiones.
—La estabilización es un proceso en el que tú coges un residuo que no cumple criterios de vertido y lo tienes que estabilizar. Generalmente esto se hace con reactivos como cemento, cal, cenizas… Hasta conformar algo que sí es apto para un vertido en un depósito de seguridad. El proceso de mezcla que nosotros nos encontramos cuando llegamos a la planta era un proceso de mezcla típico, una especie de pozo en el que se echa el residuo, se le añaden esos reactivos, se mezcla con una retroescavadora y se carga. Nosotros hemos diseñado un sistema que opera en cerrado, que hace una trituración en atmósfera inerte donde hay una recepción en cerrado. Así, el residuo se tritura, se le añade ese reactivo estabilizante se hace igual un producto estabilizado básico para entrar en el depósito de seguridad pero es un sistema donde se ha reducido mucho el tema de emisiones de polvo y demás. Esa planta se acaba de terminar de construir hace nada y durante todo este mes de julio va a entrar en fase de prueba.
—¿Tienen algún proyecto para los próximos años?
—Si nos quedamos ahora con como estamos seguramente dentro de unos años volveremos a estar obsoletos. Tenemos que ir analizando siempre las opciones que tenemos para seguir siempre instalados en un proceso de mejora continua. Todo esto que ahora empieza a sonar mucho de la economía circular va a seguir avanzando. Es evidente que el concepto en sí de economía circular necesita un esfuerzo muy importante por parte de las administraciones públicas. Es necesario desarrollar un marco legal que permita la reutilización de esos materiales recuperados procedentes del flujo de residuos, porque hay muchas fracciones o muchos flujos que proceden de residuos que a fecha de hoy pues no es técnica o económicamente viable su recuperación pero a lo mejor en un plazo corto o medio o largo puede llegar el momento en que sí que lo sea. Y es desde donde hay que trabajar desde un punto de vista industrial y económico.
—El tema del medio ambiente cada vez cobra más importancia, ¿está la sociedad ahora más concienciada?
—Yo siempre he defendido que la sociedad tiene que normalizar la existencia de plantas de gestión de residuos. Las infraestructuras de tratamiento y valorización de residuos son imprescindibles. Es evidente que una instalación de tratamiento de residuos, bien sea por olores o por tipo de tratamiento o materiales que hacen, genera esa contestación social y nadie las quiere cerca de sus casas. Pero son necesarias. Y tenemos que normalizar tanto desde la población como de las Administraciones públicas que estas instalaciones tienen que existir y que es bueno que existan. Porque la alternativa es claramente mucho peor.
«Estamos terminando en A Laracha una pequeña refinería para reutilizar aceites usados de automoción»
Detrás de Sogarisa se encuentra un grupo con mucha historia en Galicia: Rodonita Medioambiente. Y Sogarisa es solo una de las patas que conforman su negocio.
—¿Qué otros proyectos forman parte del grupo Rodonita?
—Junto con Sogarisa, Rodonita también tiene PMA y Conteco. PMA, ubicada en A Laracha, está dedicada a la gestión de residuos, fundamentalmente a residuos de automoción. Estamos terminando con la fase de construcción e inicio de puesta en marcha de una planta de regeneración de aceites industriales usados, sobre todo de aceites de motor. Es una inversión que ha superado los 4 millones de euros y es como una pequeña refinería. Lo que se hace allí es un proceso de destilación de aceites usados de automoción para volver a fabricar bases lubricantes recuperadas. Una vez conseguidas, estas bases se recuperan en sustitución de bases de primer refino para volver a fabricar lubricantes.
—Dar una nueva vida a algo que sería un residuo…
—Es un proyecto de economía circular de libro. Después de haber utilizado un aceite lubricante durante un tiempo en el coche, eso acaba convirtiéndose en residuo. Lo que hacemos es darle un tratamiento que permite introducirlo en el mismo proceso productivo en el que ya estaba. Es evidente que una eficiencia del 100 % nunca vas a tener, pero si logras el 85 % solo vas a tener que abordar como consumo de materias primas una sustitución de ese 15 %.