Son meses de intenso trabajo para los arrantzales. En marzo comenzó la captura de la anchoa y en junio se inauguraba la temporada de bonito que, según advierten, “cada año se adelanta más”. Es, por tanto, un momento clave para las flotas vascas, que se debaten entre dos aguas. Y es que, afrontan con ilusión y preocupación a partes iguales la actual campaña.
En la parte positiva, destacan dos buenas noticias: por una parte, el hecho de que cuentan con la cuota más alta de los últimos diez años (8.500 toneladas de verdel para Euskadi, 25.250 de anchoa y 17.700 de bonito del norte para el conjunto del Estado). Además, una profunda reflexión en el seno del sector ha posibilitado la puesta en marcha de proyectos como Kofradia – Itsas Etxea, cuyo objetivo es acercar la realidad del sector a la ciudadanía, rompiendo con estereotipos y aportando una mirada de futuro.
En la otra cara de la moneda, observan con inquietud la escalada de precios del gasoil, “que reduce la rentabilidad de las capturas”. Otro de los problemas señalados es la falta de relevo generacional, algo que se extiende a todo el sector primario. Y es que el de la pesca es un negocio que tradicionalmente ha sido familiar, pasando los barcos de padres a hijos, “lo cual no sucede en la actualidad, debido a que los jóvenes no encuentran este sector tan atractivo como otros”.
En este contexto, GRUPO NOTICIAS ha celebrado esta semana un encuentro en la sede de Kofradia – Itsas Etxea de Donostia, en el que ha reunido a los representantes de la cadena de valor del sector de la pesca de bajura vasca, quienes han analizado la situación actual y los retos a abordar para garantizar su futuro. Jon Ander Egaña, director del Basque Food Cluster; Eugenio Elduayen, presidente de la Federación de Cofradías de Gipuzkoa; Miren Garmendia, directora de la Organización de Productores de Pesca de Bajura de Gipuzkoa – OPEGUI; Mikel Arrillaga, responsable de área de marcas y mercados de HAZI Fundazioa; y Javier Bilbao, responsable comercial de Producto Local de EROSKI han sido los participantes invitados a la jornada.
Contra viento y marea
En la pandemia, el covid obligó a algunas embarcaciones a permanecer en tierra; una situación que el sector de bajura vasco ha afrontado desde la unión
2022 pintaba muy bien para los arrantzales. Una vez superada la incertidumbre sufrida durante la época más dura de la pandemia, parecía que la campaña de este año iba a dar un respiro al sector. Pero el encarecimiento del gasoil ha sembrado nuevamente la inquietud. No es para menos, y es que el consumo de combustible de un bonitero asciende a los 1.000 litros de gasoil al día. “Cuando empezó la campaña del verdel, tuvimos que parar debido a la huelga de los transportistas, pero tras dos semanas en tierra, no tuvimos más remedio que salir, porque este pescado es estacional y si no lo capturas cuando toca lo pierdes. Ahora, en plena campaña del bonito, estamos preocupado porque no encender el motor no es la solución, pero con estos precios la rentabilidad cada vez es menor”, lamentó Elduayen. El presidente de la Federación de Cofradías de Gipuzkoa quiso recordar que el de la pesca es un sector que “no ha parado, ni en los peores momentos, a pesar de que el covid generó mucho malestar, porque un positivo suponía quedarse en tierra”. Una situación complicada que, según resaltó Garmendia, se afrontó desde la unión: “El covid puso sobre la mesa que el de la pesca es un sector unido. Gracias a la colaboración entre los arrantzales del Cantábrico, generamos un fondo para ayudar a los barcos que se quedaban sin faenar debido al coronavirus. Se trata del acuerdo de mayor magnitud logrado hasta el momento”. Elduayen afirmó emocionado que “la vida no va solo de pescar; no concebíamos dejar a los compañeros en tierra”, y Bilbao añadió que “fruto de ese espíritu de superación y de trabajo que ha caracterizado siempre a los marineros y gracias a la rápida respuesta de las distribuidoras, nunca faltó pescado en las tiendas”.
El gran caballo de batalla
Los arrantzales vascos reclaman un reparto individualizado de las cuotas de anchoa y bonito para asegurar la rentabilidad de las capturas y unas mejores condiciones
La flota de bajura vasca está compuesta en estos momentos por 180 barcos, aproximadamente, con una media de ocho tripulantes, de los cuales tan solo diez (de cerco) se dedican a la anchoa; el resto, está centrado en la captura del bonito. La costera del bonito es fundamental para el sector, y es que supone el 60% de los ingresos del año. Además, este año los arrantzales cuentan con las cuotas más altas de la última década, pudiendo pescar hasta 18.000 toneladas del túnido, lo que supone estar en máximos históricos. No obstante, Elduayen advirtió que “es necesario un cambio en la gestión de las cuotas”. Se trata de un modelo creado en los años 70 que, a su juicio, “debe ser actualizado”. Así, abogó por “un reparto individualizado de las cuotas de anchoa y bonito, las únicas que no están repartidas, con el objetivo de lograr una mayor rentabilidad”. Para Elduayen, repartir la anchoa “es un objetivo y es factible”. El caso del bonito es más complicado. “En los años 2010 y 2014 tuvimos que ir hasta Irlanda a capturarlo. Pensábamos que no íbamos a tener bonito aquí, hasta que de pronto esta especie se acercó hasta nuestras aguas y de manera más abundante que nunca, de forma que embarcaciones pequeñas dedicadas a otras especies comenzaron también a pescarlo”. El arrantzale reconoció que se trata de un periodo “muy duro” para los profesionales de la mar, que se concentra en apenas tres meses: “No vale de nada hablar de mejorar las condiciones de los marineros si luego hacemos una pesca olímpica (modalidad que permite faenar sin una cantidad de kilos fijada previamente). Este modelo de gestión no es positivo para los profesionales y quita valor al producto”, manifestó.
Un producto de máxima calidad
Si es bueno, debemos contarlo. Así lo convinieron los cinco participantes del encuentro, que resaltaron las múltiples bondades de nuestro pescado. “Debemos poner en valor nuestro pescado; es un producto muy bueno, un producto local, de cercanía y sostenible, pero debemos ser capaces de contarlo, de trasladar al consumidor todas sus virtudes y, al mismo tiempo tratar de generar valor añadido. No pretendemos competir en precio”, afirmó Egaña. En definitiva, se trata de construir un relato que valorice el gran trabajo que se realiza en la mar y en tierra, y cuyo resultado es un producto de máxima calidad, avalado por el sello Eusko Label. “El sello de calidad del bonito cuenta con una amplia trayectoria, ya que comenzamos a certificarlo en el año 1998. El de la anchoa es más reciente, de hace tan solo dos años”, explicó Arrillaga. El mencionado distintivo garantiza el origen, la calidad, el tamaño y la frescura del pescado. En el caso del bonito, el sello certifica que han sido capturados por barcos de la Comunidad Autónoma del País Vasco de uno en uno, sin redes y con artes de pesca tradicionales: caña (cebo vivo) y cacea o curricán. Estos métodos, además de mejorar la calidad del pescado, garantizan la sostenibilidad de los caladeros y el mantenimiento de los recursos marinos. Por otra parte, la anchoa identificada con el sello de calidad Eusko Label destaca por su frescura, sabor y carnosidad extraordinaria. Se caracteriza por su color plateado, aspecto brillante y firmeza de carne. Solamente logran el distintivo Eusko Label aquellos ejemplares subastados en los puertos de Euskadi que superan el tamaño mínimo establecido y cumplen con los requisitos de calidad exigidos. “Llevamos muchos años certificando el bonito, señal de que se está trabajando bien. En cuanto a la anchoa, no hemos podido certificar tanto producto como nos gustaría, porque se está yendo hacia el oeste”, aclaró el responsable de área de marcas y mercados, HAZI Fundazioa.
¿Comemos cada vez menos pescado?
En ocasiones nos da pereza comer pescado. Las espinas, el anisakis y, principalmente, el desconocimiento acerca de cómo preparar este producto son algunas de las barreras de consumo que afectan a este producto. Cada vez pasamos menos tiempo cocinando, por lo que hay una tendencia hacia facilitar el consumo de los alimentos”, comentó el director del Clúster de Alimentación de Euskadi. Una apreciación con la que se mostró de acuerdo el responsable comercial de Producto Local de EROSKI, quien mencionó la dualidad existente entre los consumidores de pescado: “Por una parte, buscamos la comodidad, pero, por otra, queremos ver el género, el pescado en entero, porque esto nos inspira confianza. En EROSKI, nuestra aspiración va hacia un modelo 70-30, es decir, ofrecer el 70% del producto a través del mostrador, y el 30% restante en bandejas. En cuanto a los envasados, gracias a las las últimas innovaciones, conseguimos mantener el producto fresco de una semana a 10 días”. Sobre las preferencias de los consumidores, Egaña aclaró que “el consumidor no es un ente constante, en el sentido de que tiene diferentes necesidades dependiendo del día o el momento. No es lo mismo cocinar entre semana, que en fin de semana, e incluso depende del momento del día”. En ese sentido, Bilbao constató “la necesidad de diversificar el producto, apostando por especies menos convencionales, aprovechando los descartes o buscando nuevos cortes. Hay que buscar qué requiere el consumidor en cada momento y tenemos todo un mundo por descubrir en lo que respecta a la diversificación del producto”. Muestra de esta aspiración son los nuevos productos que están desarrollando en Kofradia-Itsas Etxea. Se trata de una hamburguesa de bonito, que además llevará el sello Eusko Label, y una sopa de congrio, ambas listas para consumir. “Estamos trabajando por desarrollar nuevas propuestas gastronómicas que revalorizan el producto y amplían el mercado del mismo”, subrayó Garmendia.
Kofradia-Itsas Etxea: levando anclas
Sin perder la vista en el mar, el sector mira más que nunca tierra adentro. Y es que para asegurar el futuro de la pesca de bajura, hace falta poner el foco en aspectos como el relevo generacional o el consumidor. “Habíamos centrado nuestro esfuerzo en pescar cada vez mejor, reparando en mejorar nuestras naves y herramientas tecnológicas. Y fruto de ello tenemos los mejores barcos de bajura de toda la cornisa cantábrica y un pescado de la mejor calidad. Pero nos faltaba trabajar en tierra, de cara a poner en valor el gran trabajo que se está haciendo en este sector en pos de la calidad del producto y la sostenibilidad”, apuntó la directora de la Organización de Productores de Pesca de Bajura de Gipuzkoa – OPEGUI. Fruto de esa reflexión nació hace dos años el proyecto Kofradia – Itsas Etxea, ubicado en la antigua lonja de la Cofradía de Donostia. En palabras de Garmendia, “es un escaparate para acercar la realidad de la pesca de bajura a la ciudadanía, alejándola de los estereotipos y dando a conocer sus fortalezas”. Así, este proyecto que nace con la vocación de extender su red desde Donostia para unir a todos los puertos de Euskadi, trabaja sobre tres líneas, con el objetivo de ofrecer una visión actual y de futuro del sector: el restaurante, con su innovadora oferta gastronómica a base de pescado local; la tienda, con productos en conserva; y las actividades de divulgación dirigidas a adultos y también a los más txikis. “Es fundamental enseñar a los niños qué especies y cómo las capturamos o cómo se limpian las espinas del pescado. Ellos son los consumidores del futuro”, advirtió Garmendia. Consumidores y, por qué no, futuros arrantzales. Y es que, el del relevo generacional es un tema que preocupa, y mucho: “Antes los barcos pasaban de padres a hijos, pero ahora el problema es que no tenemos a quien dejárselo. Cuando éramos chavales no aspirábamos a trabajar en otra cosa, pero ahora la juventud tiene otras prioridades. Tenemos que reflexionar sobre qué podemos ofrecerles”, concluyó Elduayen.