Dos hermanos de origen irlandés, Patrick y John Collison, fundaron en 2010 una startup. Podría ser una de tantas historias, un proyecto empresarial más enfocado en el entonces aún incipiente mercado de los medios de pagos. Pero esa aventura, de nombre Stripe, logró hacerse un hueco entre grandes rivales como PayPal y marcas consolidadas como MasterCard o Visa hasta el punto de convertirse, en primavera de 2021, en el mayor unicornio de la historia de Estados Unidos.
Entonces, Stripe cerraba una ronda de financiación de 600 millones de dólares que elevaba hasta los 95.000 millones su valoración. Los hermanos Collison lograban desbancar así, de golpe y plumazo, a todo un Elon Musk con su no menos ambiciosa startup espacial SpaceX.
Stripe comenzó ligada al comercio minorista, al que facilitaba herramientas de pago para sus establecimientos de una manera más conveniente que muchos de los actores clásicos. También se convirtió en la pasarela de pago por defecto para muchas otras startups y plataformas digitales coetáneas, como Deliveroo o Vinted. Y poco a poco fueron llamando la atención de los neobancos (de la talla de N26 o, más recientemente, Revolut), de empresas tradicionales (incluyendo a colosos como Maersk) e incluso compañías al uso que buscaban soluciones de banca corporativa.
[Así se convirtió Stripe en el mayor unicornio de Estados Unidos]
John Collison, que se ha echado el peso de la gestión diaria de la compañía a sus hombros, atiende en Ámsterdam a unos pocos medios internacionales, entre ellos a D+I. Y la primera pregunta es obligada: ¿Hasta qué punto podemos considerar a Stripe como una startup y hasta qué punto hemos de tratarla ya como una enseña consolidada?
“La gente piensa que la industria de los pagos es algo estático, pero se mueve mucho más rápido de lo que nadie podría pensar. Somos ya 8.000 personas, nos estamos expandiendo por Europa y en todo el mundo”, responde el fundador. “Las empresas entran por los pagos, pero pronto también se dan cuenta de que tienen muchas otras barreras, en los préstamos o en la tesorería. Y ahí continuamos mirando oportunidades más ligadas a los servicios financieros“.
Expandirse sin llegar a ser nunca un banco
Su alegato esconde dos discursos igualmente relevantes y que se engloban en sendas preocupaciones generalizadas en el sector de las ‘fintech’. La primera de ellas, la potencial commoditización de muchas de estas funcionalidades.
“No estoy de acuerdo con eso, hay muchas empresas que todavía quieren revolucionar los pagos y el ecosistema está creciendo muy rápido. La banca abierta o el sistema basado en tokens de la industria, frente a MasterCard o Visa nos dan mucho potencial para seguir creciendo”, sentencia Collison.
El segundo tema a tener en cuenta es que, conforme Stripe prosigue con su expansión horizontal abarcando más y más servicios históricamente asociados a los bancos convencionales, puede convertirse en un rival financiero para muchos de sus actuales socios.
“No somos un banco ni queremos serlo. Siempre tendremos grandes partners a nuestro lado“, asegura el emprendedor. “Tenemos claro nuestro rol, que es permitir que las empresas puedan recibir pagos de cualquier lugar del mundo, de manera sencilla y estandarizada, quitando toda la complejidad del proceso, también a nivel de impuestos”.
Presente ya en más de cincuenta países, esa misión de Collison y su Stripe de revolucionar los pagos a escala global no es sólo palabrería.
“De cara a 2030 tendremos una ingente economía global en internet. El 25% de los comercios ya son transfronterizos y queremos que sean muchos más“, detalla. “Nosotros seguiremos por el camino de simplificar la infraestructura detrás de todas estas cosas, convertirnos en algo parecido a lo que ya hiciera AWS en el mundo del comercio electrónico“.
No demasiado convencido de las ‘cripto’
John Collison tampoco elude el debate sobre las criptomonedas, siempre rodeadas de controversia y críticas a su carácter especulativo. Ahora, en pleno ‘invierno’, en el momento de vacas flacas del bitcoin y compañía, la opinión del fundador de Stripe se vuelve especialmente pertinente.
“Nosotros fuimos una de las primeras plataformas en aceptar pagos con bitcoin y luego abandonamos. No creemos en las ‘cripto’ para gente que no entienda o que no sea su negocio, aunque sí soportamos estas operaciones a través de nuestros socios o de las API”, afirma.
Unicornio ¿para siempre jamás?
Por último, y por si se han quedado en la impresionante cifra de 95.000 millones de dólares de facturación, no podemos sino preguntarnos si alguna vez Stripe saldrá a bolsa. No es frecuente, de hecho, que una startup con semejante estimación, ocho millares de trabajadores y presencia en cincuenta países siga alejada de los parqués.
“Somos muy felices siendo una empresa privada, igual que lo éramos el año pasado y el anterior”, reconoce entre sonrisas Collins. Descarta, por tanto, una inminente salida a bolsa de la compañía y mantiene el interés en seguir operando al margen de los mercados públicos como receta para sostener su extraordinario crecimiento.
Banca abierta y menos latencia.
John Collison fue una de las estrellas del pasado congreso Money 2020. No sólo por ser el gran coloso del sector ‘fintech’, sino también por la apuesta de esta casa por la banca abierta (con el lanzamiento de un marketplace para conectar distintos casos de uso y empresas) o llevando más allá las pasarelas de pago (con experiencias de usuario prometedoras).
En este último ámbito, Stripe anunció una tecnología de autenticación delegada junto a Wise que, en la práctica, viene a permitir que nos identifiquemos con la propia biometría del móvil al hacer un pago, sin recurrir a la app ni a códigos de confirmación como hasta ahora.
Una tecnología que, según explican desde Stripe a D+I, resolverá los problemas de conversión que enfrentan muchas tiendas online al tener que salir el usuario de su página para confirmar el pago. “Bajamos mucho la latencia al llevar el peso de la operación a nuestro lado, trabajando intensamente con los emisores de las tarjetas”, afirman.