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Después de un mes de juicio en Rosario se conoció el veredicto por el crimen del personal trainer Marcos Guenchul, un joven de 32 años asesinado de un tiro por la nuca a la salida de un gimnasio en julio de 2019. Su ex pareja Priscila Denoya, con quien tenía una hija en común, fue absuelta por el beneficio de la duda, ya que no se pudo probar que haya planificado el homicidio ante un supuesto malestar por las visitas que hacía la víctima a la nena que tenían en común. En tanto, Caio Santiago Soso –actual novio de la mujer– y Maximiliano Rodrigo Panero fueron condenados a 20 años de prisión como instigador y sicario, respectivamente.
Tras la lectura del veredicto, el ingreso a los tribunales se convirtió en un campo de batalla. Si bien la Policía había montado un operativo para evitar la confrontación entre los amigos y familiares de la víctima y de los acusados, todo se desmadró: los padres de Denoya debieron ser sacados a las corridas del lugar por los agentes ante la reacción de los allegados a la víctima luego de que la absolvieran.
Antes eso, durante la lectura del veredicto, acargo del juez penal de primera instancia Facundo Becerra, se adelantó la base de los fundamentos de la resolución. “Las pruebas producidas durante el debate convencen de que la intencionalidad del plan era el de amedrentar a la víctima. Con los medios usados, era posible el desenlace”, indicó.
Fueron los jueces Becerra y Mariano Aliau quienes consideraron que faltaron evidencias para considerar a Denoya como planificadora del crimen. En tanto, Carlos Leiva votó en disidencia al interpretar que sí había elementos para ubicarla como instigadora.
“Estamos convencidos con la evidencia que tenemos de la participación de Denoya. Participó en los hechos previos del homicidio, que después del hecho se reunieron en su casa con Soso y Panero, y que después llevaron a Panero hasta su casa en el auto”, afirmó en conferencia de prensa el fiscal del caso Adrián Spelta, quien mostró disconformidad con el fallo y anticipó que apelará.
Los fiscales Spelta y Gisela Paolicelli habían pedido prisión perpetua para Denoya, Soso y Panero, quienes estaban imputados por homicidio triplemente calificado, por el vínculo, por promesa remuneratoria y por participación de tres o más personas.
El caso
El 23 de julio de 2019, el entrenador de 32 años salió a las 22.30 de su trabajo en el gimnasio Progress Fitness, ubicado en la calle Mendoza al 4900, y caminó hacia la parada de colectivo para ir a la casa de su novia. Segundos antes, fue abordado por un hombre que a punta de pistola lo obligó a ir por la calle Sucre y caminar unos 30 metros antes de efectuarle dos disparos a quemarropa, de los cuales impactó uno. El asesino huyó con la mochila de la víctima.
La hipótesis inicial del hecho fue un homicidio en ocasión de robo. Pero las pruebas obtenidas por los investigadores y un video de una cámara de seguridad permitieron que la causa tomara otro giro, uno más escabroso. En las imágenes captadas por cámaras de vigilancia de la zona y difundidas por el propio Ministerio Público de la Acusación, se observa cómo aparece en escena un auto Peugeot 208 que había estado al menos 40 minutos estacionado en una esquina cercana hasta que Guenchul salió del gimnasio.
Del vehículo bajó el hombre que asesinó al deportista. Tras los disparos, el asesino se subió al auto y huyó. El coche, marca Peugeot, fue la pista que le permitió al fiscal de Homicidios comenzar a desentrañar la oscura trama detrás del brutal asesinato.
El auto sería encontrado dos días después en una cochera, propiedad de los padres de Soso, un técnico en seguridad e higiene que sería detenido días después del crimen en el aeropuerto de Ezeiza cuando estaba punto de tomar un vuelo con destino a Líbano. Un dato que complicó aún más a Soso fue que su celular se activó en una antena cercana a la escena del crimen y a la misma hora.
Tras algunos meses detenidos, Soso pidió declarar. No estaba dispuesto a ser el único en asumir la responsabilidad. Dijo que su cómplice había sido Panero, un maquinista de 40 años con quien tuvieron la intención únicamente de asustar a Guenchul para que “no molestara” más a Priscila.
Para ese momento, la Justicia ya estaba al tanto del conflicto que mantenían la víctima y su ex mujer por la tenencia de la nena que, por ese entonces, tenía 3 años. Casi que estaba claro que el telón de fondo del asesinato habría sido el tema familiar.
El 19 de diciembre, por pedido del fiscal, Denoya fue detenida en su casa. Cuando el fiscal Spelta la imputó, dijo en la audiencia que “la única que podría beneficiarse con la muerte de Guenchul era Priscila, ya que mantenía con él un conflicto por la tenencia de una hija en común”.
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