El delantero de Argentinos habló de todo en el segmento de GOAL: “Los clásicos no pasan de moda”: salud mental, lesiones y su sueño pendiente.
Gabriel Ávalos cumplirá 32 años en 2022 pero cuando habla, parece que su trayectoria fue la de un veterano. Con más de 10 clubes en su pasar, el delantero de Argentinos Jrs se sentó a conversar con el equipo de GOAL con mucha tranquilidad y contestó todo: cómo cambió el fútbol desde que debutó, su posibilidad de pasar a Boca, su peor rival, competir contra jugadores más jóvenes, las criticas y el recuerdo del Morro García, entre otras cosas..
“Los clásicos no pasan de moda” es una producción de GOAL en donde entrevistamos a jugadores profesionales que ya pasaron los 30 años de edad y abordamos cómo es su preparación física actual, su tratamiento de la salud mental, el fútbol de hoy comparado con su debut hace más de 10 años, su relación con los deportistas más jóvenes, su convivencia con la tecnología para mejorar el rendimiento, las redes sociales, el retiro y lo mejor y lo peor de ser futbolista.
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SUS INICIOS
¿Cómo empezaste a jugar al fútbol?
Mi mamá me contó que aprendí a caminar parándome por una pelota. Nosotros vivíamos en un lugar muy tranquilo, porque es campo, pero no teníamos la oportunidad de ir a una escuela de fútbol. Así que me dediqué directamente en ese tiempo al colegio, jugaba en la liga con los amigos y cuando terminé el colegio, a los 17 años, tuve la oportunidad de ir a probarme a Asunción. Un equipo del ascenso.
El sueño de que yo sea futbolista, obviamente lo tenía, pero no era tan fuerte; del lado de mi padre sí. Siempre hablaba de eso. Yo arranqué a los 18 a entrenar, ahí estuve dando vueltas. Estuve un tiempo en la Sub 20 de Libertad, me costó bastante. Estuve en Gimnasia de La Plata, con 20 años. Estuve ocho meses, en ese momento tenía que firmar contrato, pero no lo pude hacer, y en ese interín falleció mi padre, que puso el sueño que tenía de ser futbolista en mi.
Creo que eso me dio la fuerza para poder seguir. A los 21 años pude debutar en Independiente de Campo Grande, en Paraguay. Estuve seis meses ahí, otros seis meses en Gral. Díaz, también en Paraguay, y ahí arranca mi recorrido fuera del país.
Pegaste el estirón de chico… ¿Desde cuándo medís esto (1.90)? ¿Tenés referencia?
Más o menos desde los 16.
¿Y ya te miraban como diciendo “lo mandamos al área”?
Sí. Cuando pase la prueba, en realidad, técnicamente no era el mejor, pero era grande.
¿Siempre fuiste delantero?
En la liga donde crecí llegué a jugar de central. Era bastante bueno, sacaba todo por arriba. Y después siempre me gustó ser delantero. En algunos equipos he jugado de extremo, he hecho bastantes puestos.
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SU CARRERA: CRECER DE GOLPE
Una de tus características, y es lo que termina generando esta gran posibilidad en AAAJ, es esa versatilidad. Milito te ha hecho cambiar el cambio de juego, de salir más, de sumarte. ¿Creés que tiene que ver con tu formación, con cómo te fuiste adaptando a los diferentes procesos?
Creo que tiene mucho que ver. Después, a la hora de trabajar nunca dije “quiero jugar acá”. Siempre traté de aprender y mejorar día a día. Hubo momentos que teníamos un 9 de área (esto fue en Chile, también me pasó en Crucero del Norte), que le iba bastante bien, entonces para que yo también pueda agarrar un lugar jugaba de extremo; y también lo hacía bien, por el esfuerzo que le metía. No me quejaba casi nunca de trabajar, y creo que eso me sirvió mucho también. Ir trabajando día a día para no ser ese 9 tan tosco, tan estático como era en años anteriores.
¿Qué jugadores eran tu referencia de chico?
A nivel mundial siempre me gustó Zlatan, el gordo Ronaldo y en mi país siempre me gustó mucho el formato de juego de Roque Santa Cruz, que también es un jugador que técnicamente se maneja bastante bien y por eso tuvo también una carrera como la que tuvo.
El camino sí o sí tenía que ser salir, porque de hecho tuviste un tramo dentro de Paraguay pero terminás dando el salto cuando cambiás y te vas…
Sí, en ese momento tenía la posibilidad de irme a probar a un equipo de Chile. Ya después de haber debutado, de haber jugado en Primera División en mi país durante un año, me sale la posibilidad y quedo en un equipo de la Segunda División en Chile. Creo que ahí arranca lo más fuerte de mi carrera; mi preparación más fuerte no solamente futbolística sino también mental. En Chile estuve solo, tuve que arreglármelas, obviamente no era un sueldo que me salvara la vida. Son cosas que de a poco fui aprendiendo y siempre fui agarrando cositas de todos lados para que me sirvan. No solamente en lo futbolístico sino también como persona. Y hoy en día, gracias a Dios, después de mucho esfuerzo, puedo decir que soy un jugador que por lo menos está estable, que al menos ya sé lo que puedo dar, y también la gente creo que piensa eso.
Hablemos del desarraigo. ¿Cómo fue crecer de golpe?
Mi infancia siempre fue prácticamente lo mismo: tuve que aprender a cocinar, a limpiar, porque mi mamá es docente. Ahora está jubilada. Mi papá en ese tiempo también trabajaba. Nosotros somos cuatro varones y dos mujeres, siempre el mayor se quedaba en casa; yo tenía en el colegio turno mañana y mis hermanas a la tarde. Entonces a la tarde era el más grande y cuidaba a mis hermanitas y tenía que limpiar. En estos temas aprendí y me manejé bien.
LOS CLÁSICOS NO PASAN DE MODA, EPISODIO 1: PATO TORANZO
Amilcar Orfali
EL GOL: CÓMO FORMAR LA AMBICIÓN
¿Cómo se trabaja en un delantero la falta de gol?
Ahí te das cuenta de la gente que en realidad está contigo. Muchas veces en las buenas aparecen todos, pero en las malas es donde te das cuenta quién es en realidad el que está contigo.
La falta de gol muchas veces en el delantero es un desespero, pero con el tiempo vas aprendiendo que todo es mental y es todo con paciencia. Lo primero es estar tranquilo, puede no entrar en algún momento, a veces hasta te erras goles por falta de confianza. Entonces lo primordial hoy día, obviamente en el pasado me pasó que me desesperaba y era peor, pero hoy en día trato de tranquilizarme, de hablarlo. Y esperar el momento, que cuando llegue, yo siempre pienso que es el indicado.
¿Cómo entrenaste en la etapa formativa, que fue de grande? ¿Cómo incorporaste la técnica?
Etapa formativa prácticamente no tuve. Arranqué a los 17 años, jugaba en la liga, pero era entrenar una o dos veces a la semana y te encontrabas después del almuerzo para el partido, pero nunca entrenabas cosas técnicas. A los 18 años no conocía técnicas de carrera, por ejemplo. Tuve que aprenderlas. Cómo parar una pelota, cómo tener una posición de delantero, qu tenés que estar perfilado siempre para poder atacar. No me gustaba bajar después de atacar, bajaba caminando. Me cagaban a puteadas.
De cada técnico fui sacando aprendizajes, no solamente futbolísticos sino también personales. Creo que Gabriel (Milito) fue el técnico que más me ha mejorado, porque antes si bien tenía buenos partidos, era más de pelear, de saltar, peinarla, chocar… Hace un año Gaby me cambió el formato totalmente, porque me obligó a jugar bien, salir del área, jugar por abajo, tocar; si tengo que encarar, encarar. Eso me potenció bastante y me sirvió muchísimo hasta para llegar a mi Selección, que es un sueño único que tenía.
LA SELECCIÓN
Un jugador que tanto sacrificio hizo. ¿Cómo fue la sensación cuando percibiste que esto estaba pasando?
Esto fue hace poco, hace un año. Había arrancado el torneo acá y no podía agarrarle la mano, porque venía de un cambio muy grande de juego. Pasaron tres, cuatro fechas y no hacía un gol. Dije “tengo que mejorar algo, seguramente”. Después las cosas se fueron dando solas. Tuvimos un torneo bastante aceptable, una Copa Libertadores muy linda. Y ahí cuando llegó mi nombre a la lista, dije: “¿Esto era lo que tenía que hacer, por que no lo hice antes?” Pero bueno, son momentos y la verdad, a pesar de todo lo que rodea estar en la Selección, que cuesta un poquito, traté de disfrutarlo lo máximo y la verdad me siento orgulloso.
En la Selección te tocó jugar en contra del Cuti Romero, que desafió te planteo el partido ante Argentina.
Cuando llegué, le dije a mi esposa: “yo no me voy de vacaciones, tengo que pelear y tratar de jugar; si estoy acá es por algo, algo gusta, algo tengo”. Pude ganarme la titularidad, las cosas que trabajás tarde o temprano tienen sus frutos.
Me tocó jugar contra Argentina. Los ojos estaban puestos en Messi, obviamente. En ese sentido soy bastante frío, no me paso mirando a alguien, o pensando que le voy a cambiar la camiseta. Nunca fui así, en ese momento traté de concentrarme en lo que tenía que hacer y los centrales eran tremendos. Una fuerza. Encima vos te tenías que preparar mentalmente porque estás chocando en el torneo argentino fuerte, pero cuando estás tocando contra una Selección tiene que ser mucho más fuerte. Pero dentro de todo mi partido fue bastante aceptable. Si bien perdimos, hicimos un partido correcto.
Considerás una ventaja haber tenido a Berizzo como técnico, que venía del fútbol argentino.
Sí, pero creo que de la manera en la que yo venía trabajando seguramente cualquiera que estuviera de técnico me iba a tener en cuenta. Se lo dije a Eduardo, que le agradecía muchísimo por esa oportunidad, que me había dejado muy contento y que lo iba a tratar de defender con todo. Cuando se fue lo sentí muchísimo, porque los trabajos que él hacía eran buenos, obviamente a nosotros no nos salían, o no se nos daban los resultados, que es meramente futbolístico y del día del partido.
¿Cómo se cambia el chip entre equipo y Selección?
Es difícil. Por lo menos a mi que me había tocado la primera vez, me había costado mucho. No me costó cambiar de Argentinos a la Selección, pero sí me costó mucho cambiar de la Selección a Argentinos. Por la presión que conlleva estar en una Selección, porque no venía de ganar, de encontrar lo que quería; en la Copa América quería hacer cinco goles y terminé haciendo uno. Cosas que me fueron costando, pero porque fue mi primera vez en la Selección, después me iba dando cuenta y me decía a mi mismo: “Gaby, disfrutalo, que no todos están ahí. Si estuviste ahí es por algo; disfrutalo y seguí trabajando”. Y hoy día sigo trabajando para poder volver a estar.
¿Te miran diferente, futbolísticamente hablando?
Sí, creo que sí. Cuando llegás a vestir una camiseta que representa una Selección, a nivel futbolístico tomás otra jerarquía. No es el Gaby Ávalos que estaba en Patronato, es el Gaby Ávalos que jugó en Copa América. Lo sentís, pero personalmente nunca lo demostré. Es más, trato de ser lo más normal posible, como lo fui siempre. No me cambia nada.
RIVER Y BOCA
En medio de tu renovación surgió el nombre de Boca. ¿Qué pasó?
Siempre destaqué que era un orgullo que clubes como Boca se hayan fijado en un jugador como yo, pero nunca me desesperé, ni tampoco le dije a mi representante, al presidente o a mi esposa “me quiero ir”. Siempre poniendo en la balanza lo que yo buscaba, porque tenía la ventaja que en diciembre quedaba libre, podía manejar donde ir. Lo que buscaba era poner en la balanza lo económico, para poder estar tranquilo, y un lugar donde pueda seguir destacando. Una liga buena, que no me saque del foco de ese sueño de querer volver a la Selección. Tuve varias propuestas, y después, a mitad de enero dijo Argentinos: “esto y esto y esto”, dije listo, cerramos. Ya me vine, me puse a entrenar rápido, contento, y lo que quiero hacer es devolverlo de la mejor forma en la cancha.
¿Te imaginabas que ibas a tener este lujo de poder elegir donde jugar?
Es por lo que trabajé siempre, poder llegar en algún momento y decir “yo quiero esto, si no me lo das, me voy”. Y llegó ese momento, me tuve que sentar, pensarlo con cabeza fría y no decir “Boca me quiere” (o Colo Colo, que también estuvo). Me quedé tranquilo, esperé ver si me convenía o no.
Lo de Boca no estuvo tampoco tan avanzado, se habló pero no hubo propuestas de por medio. Hoy día estoy en un lugar donde estoy tranquilo, estoy bien, y lo mejor es que no estoy en un lugar donde me tengo que volver a adaptar, eso en lo futbolístico me sirve muchisimo.
¿Cuál fue el peor rival que tuviste que enfrentar?
River, el último semestre: nos pintaron la cara. Teníamos una idea de juego, pero no la pudimos hacer. Eso nos dejó sin fuerzas y sin posibilidades en la cancha.
PEDIR AYUDA
¿Te tocó una lesión difícil, cómo fue el proceso? ¿Habías tenido alguna antes?
En 2014 había tenido una lesión bastante grave (el ligamento cruzado), después no he tenido lesiones complicadas. Sí lesiones cortas de diez, quince días. Cuando llegué a Argentinos me había roto el menisco; me tuve que operar, me recuperé, había jugado dos partidos y me rompí el pómulo. ¡Otra vez afuera! Prácticamente estuve afuera todo el tiempo desde cuando llegué, que eran cuatro meses de torneo. Jugué los últimos dos partidos. Tenía que cumplir cuarenta días de reposo, pero jugué a los 27 días por caradura. En el último semestre tuve una lesión que me sacó del ritmo de juego que venía teniendo de Copa Libertadores, Copa América, Eliminatorias. Me sacó de las convocatorias de la Selección, perdí muchos partidos con Argentinos, y me costó muchísimo.
Traté de manejarme bien mentalmente para no salir del foco, porque es fácil salirse del foco cuando pasan esas cosas. Si sos negativo te puede pasar. Lo fui trabajando de a poco, prácticamente sin trabajos físicos. Me tuve que tirar a la cancha, ir agarrando ritmo de a poco, dentro de todo terminé bien el año y me puse la meta que donde me tocara, en ese momento todavía no estaba arreglado en ningún lado, tenía que meter un buen trabajo de pretemporada para estar al 100%.
¿Eso lo negocias con los profesores? ¿Cómo es el momento de la recuperación? ¿Hay psicólogo?
Sí, con el psicólogo hemos hablado bastante de cómo me siento. Con los profes también, les decía “me siento lento, pesado”, pero no había tiempo de trabajo. Ahora que había vuelto, le había dicho al profe “quiero estar rápido, liviano, saltar alto”. Lo fuimos trabajando parte por parte, y seguramente con el correr de los partidos lo voy a ir agarrando mejor aún.
Sentís que en el fútbol en general cambió un poco esto de pedir ayuda, porque están permanentemente sobre el ojo de discusión, opinando sobre lo que hacés dentro de la cancha, pero nadie sabe lo que pasa afuera. ¿Cómo balanceás eso? ¿Lo trabajás?
Eso depende mucho de la mentalidad de cada uno. Hoy en día pasan cosas muy fuertes por una jugada mal hecha. A los que más afecta eso es a los jóvenes, por las redes sociales. Cualquiera se pone atrás de un celular y te dice “sos malísimo”, pero no están viendo lo que hiciste en el entrenamiento, después del entrenamiento, en tu casa. Entonces, son cosas que tenés que saber manejarlo. Han pasado cosas muy graves a partir de eso. Acá en Argentina, por ejemplo, con el Morro, que fue un gran amigo mío, habíamos jugado juntos en Godoy Cruz. Y son cosas que hoy en día… El mensaje que hay que dar es que se hable, que se trate de conversar con alguien. No hace falta que sea un psicólogo, puede ser un amigo que le tengas confianza, que le cuentes tus problemas, que alguien va a estar para ayudarte.
¿Cómo sos como usuario de redes sociales?
Tengo. Soy de subir fotos, de ver cosas, pero no me meto mucho en el mundo de los comentarios, de los mensajes. Sigo a familiares, amigos y después, obviamente, recibo mucho cariño y se los agradezco. A veces me siento mal, como no soy de escribir, y digo: “Gaby, ¿por qué no les agradeces?”. Prefiero quedarme callado, pero cuando me llegan cosas buenas me hacen sentir muy bien.
¿Qué sueños te quedan por cumplir?
Ser goleador de un torneo. Hasta ahora no pude hacerlo, he estado cerca. Obviamente volver a mi Selección y poder clasificar a un Mundial.