La natación lanzó el primer dardo importante en contra de las deportistas transgénero, lo que seguramente abrirá el camino para que otras disciplinas impongan prohibiciones similares de cara a los Juegos Olímpicos de París 2024.
Con suerte, ello no pondrá fin a un debate profundo e inteligente, respaldado por la ciencia, los matices y la empatía, sobre la manera en que el deporte esté abierto para todos, especialmente para aquellos que ya han sufrido una enorme discriminación, marginalización y ataques políticos.
Con el fallo dirigido especialmente a Lia Thomas, la primera mujer transgénero en ganar un campeonato nacional en la NCAA, la FINA, el organismo rector de la natación, prohibió efectivamente a deportistas como Thomas de competir en eventos femeninos.
Cualquiera que no haya comenzado la transición de hombre a mujer antes de cumplir los 12 años o al inicio de la pubertad, lo que ocurra más tarde, no podrá competir contra mujeres cisgénero durante su carrera.
Esto prácticamente pone fin a las esperanzas de Thomas de competir en los Juegos Olímpicos, sin mencionar mujeres transgénero en otros deportes que podrían enfrentar restricciones similares en un futuro no muy lejano.
El fallo de FINA fue draconiano, aunque también abrió espacio a la inclusión al solicitar que se establezcan las llamadas categorías “abiertas” para deportistas transgénero.
Pero la organización dio pocas señales de que esas competencias funcionarán, o si habrá suficientes competidoras para que sean factibles.
“La categoría ‘abierta’ es increíblemente diferente y poco práctica”, dijo Schuyler Bailar, quien se convirtió en el primer nadador abiertamente transgénero en la División I de la NCAA como miembro del equipo varonil de Harvard.
“Consideren si Lia lograra entrar al equipo olímpico, en este momento ella es la única mujer trans de la que se tiene conocimiento que compite en la natación de élite femenina. ¿Contra quién competiría?”
Las nuevas pautas fueron aclamadas como un enorme paso por muchos defensores de los deportes femeninos, incluida la campeona olímpica de natación en 1984, Nancy Hogshead-Makar.
“Estoy encantada con que la cúpula de nuestro deporte defendiera la justicia para las mujeres”, dijo Hogshead-Makar vía telefónica el lunes. “Hemos tratado de proteger las categorías de niñas y mujeres solamente para mujeres, mientras que al mismo tiempo buscamos reestructurar los deportes de distintas maneras para incluir personas transgénero, sin castigar las categorías de mujeres”.
Mientras que la mayoría de los competidores en los mundiales de Budapest declinaron comentar sobre el tema, Moesha Johnson, de Australia, expresó su apoyo a la prohibición de mujeres transgénero.
Hogshead-Makar está entre quienes creen que las investigaciones muestran claramente que las mujeres cisgénero están en desventaja significativa cuando compiten contra un nadador transgénero que pasó por la pubertad como hombre, incluso más que competir contra alguien que hace uso de sustancias para mejorar el rendimiento.
“¿Esto puede ser justo en términos médicos o científicos? La respuesta es no”, insistió Hogshead-Makar. “Así que una vez que dices que no es justo, se acabó el juego”.
El juego, desde luego, está lejos de terminar.
Si se va a excluir a las mujeres transgénero de los eventos femeninos, es imperativo que los organismos deportivos encuentren la manera para que ellas compitan sin pasar a segundo plano.
FINA insiste en que está comprometida en dicho objetivo, pero es difícil visualizar cómo podría funcionar.
¿Las nadadoras transgénero quedarían restringidas a los carriles externos que generalmente no se usan en los eventos más importantes? ¿Deberían recibir medallas separadas y contar con su propio registro de récords? ¿Qué pasará con los hombres transgénero, que han sido prácticamente ignorados en esta discusión? ¿Los Juegos Olímpicos estarán de acuerdo?
Hogshead-Makar reconoció que cualquier discusión sobre una división para deportistas transgénero es una labor en proceso.
Hace apenas tres semanas, Thomas apareció en “Good Morning America” para discutir sobre su futuro después de graduarse de Penn. Habló de sus planes de estudiar derecho, pero también expresó su deseo de seguir compitiendo.
Su objetivo era participar en los clasificatorios rumbo a 2024, que determinarán al equipo que competirá en París.
“Esa ha sido mi meta, participar en las pruebas olímpicas desde hace mucho tiempo”, dijo Thomas. “Me encantaría que eso sucediera”.
Ya no le será posible. A pesar de que es el final del sueño olímpico para Thomas, esperemos que sea el inicio de otra conversación, una que haga sentir incluidos a todos.