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Crece la demanda para obtener el título de entrenador personal mientras proliferan las escuelas privadas no homologadas que ofrecen cursos engañosos. Antes de elegir un centro hay que prestar mucha atención para poder convalidar sin sobresaltos los estudios.
Aunque suena a broma, no lo es. Cuatro de cada cinco adolescentes en todo el mundo hacen menos de 60 minutos diarios de actividad física, el mínimo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las consecuencias (nefastas) de llevar una vida sedentaria son numerosas: elevados niveles de obesidad infantil y adulta, probabilidad de sufrir enfermedades cardiacas e hipertensión, riesgo de padecer diabetes o cáncer de mama o colon, desarrollo de ansiedad, depresión o estrés…
La educación es fundamental para combatir este grave problema. Se requieren profesionales que promuevan un estilo de vida y una alimentación saludable, instructores que planifiquen y ejecuten entrenamientos destinados a que las personas mejoren su salud y su condición física. Algo así como un consejero fitness con conocimientos en ejercicios y educación física, nutrición, fisioterapia…
Este concepto está reconocido en algunos países, pero en España no existe como tal. En el sector del fitness nacional, la figura profesional más extendida es la del entrenador personal. Según la asociación internacional NSCA, la labor de estos especialistas en el ámbito de la salud pasa por diseñar programas de entrenamiento efectivos, saludables e individualizados a la situación y circunstancias de cada cliente. Además de proponer una serie de ejercicios físicos, los entrenadores personales asesoran, motivan, educan y orientan. Y en situaciones de emergencia deben ser capaces de responder de manera adecuada.
“Todo ello requiere tiempo, dedicación y, sobre todo, una buena formación”, insisten desde la Federación Española de Entrenadores Personales y Fitness (Feepyf). Por eso, cuanto mayor sea la base de conocimiento, mejor servicio podrán ofrecer. Pero ¿qué debe estudiar alguien que se quiera dedicar a este trabajo? La respuesta no es tan sencilla, porque mucha oferta de cursos procede de escuelas que no están homologadas y, a efectos prácticos, sus títulos son papel mojado.
En nuestro país, las únicas titulaciones deportivas oficiales (por lo tanto, regladas) son, por la vía universitaria, la licenciatura o grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFD), con una duración de cuatro años. También se puede cursar un ciclo formativo de grado superior en formación profesional, de dos años de duración. La tercera vía oficial para obtener el título de entrenador personal es completar estudios de fitness en escuelas privadas homologadas y especializadas en formación de entrenadores.
Un registro obligatorio
A través de estos centros se puede conseguir un Certificado Oficial de Profesionalidad, un documento legal que acredita que el alumno cuenta con las competencias y habilidades necesarias para dedicarse a este oficio. Para conseguirlo, se debe superar un proceso de acreditación de competencias, donde se aportan diplomas de los cursos realizados para que la administración competente los evalúe y apruebe. Una vez obtenido el título, es obligatorio acreditarse en el Registro Oficial de Profesionales del Deporte para poder ejercer esta profesión.
Desde el sector coinciden en que la ausencia de una legislación nacional abre la puerta al intrusismo, ya que las competencias en materia deportiva dependen de las comunidades autónomas. Y cada legislación autonómica es un mundo. Por ejemplo, Cataluña reconoce la profesión del monitor deportivo. En Madrid, por el contrario, se admite la figura del preparador físico. “Es muy importante que todas las autonomías entiendan que hay que potenciar y reconocer de manera legal la profesión del instructor de fitness, pero es complicado”, lamenta el presidente de la Federación Española de Fitness, Jordi Prat. Porque, como tal, el puesto laboral de instructor de fitness no está reconocido, aunque la mayoría de usuarios de gimnasios están familiarizados con la expresión instructor, monitor o técnico de sala.
En lo que sí coinciden los expertos es que quienes decidan dedicarse al mundo del fitness y obtener el título de entrenador personal sin pasar por la universidad o la FP deben prestar mucha atención a la escuela privada en la que se matriculan. “Tras la opacidad y el anonimato de internet proliferan anuncios de cursos en webs detrás de nombres de federaciones o asociaciones de carácter privado que carecen de oficialidad. Pueden registrar el nombre que deseen, la picaresca campa a sus anchas”, advierten en la Feepyf.
Riesgos reales
En opinión de Isaac Ramón, portavoz de la escuela Anef, el riesgo de que alguien que carezca de la formación adecuada ejerza como entrenador personal existe, sobre todo en el caso de los trabajadores por cuenta propia. “Y ojo, porque se estaría incurriendo en un delito. En cambio, el intrusismo es prácticamente imposible en el caso de trabajar por cuenta ajena, porque nadie te va a contratar si no consta tu nombre en el Registro Oficial de Profesionales del Deporte”, señala.
Desde hace más de 30 años, Anef se dedica a la formación de profesionales del fitness, el entrenamiento, la nutrición y la salud. Ramón deja una cosa clara: los entrenadores personales y los expertos en fitness jamás pueden firmar una dieta. Eso es materia reservada a los dietistas-nutricionistas y se requiere un título oficial específico para ello. “Alguien formado como entrenador personal solo tiene nociones y competencias para temas de entrenamiento, programación, evaluación… Para poder ejercer la parte de nutrición deportiva se debe haber superado como mínimo el ciclo formativo de grado superior en Dietética y Nutrición o contar ya con el grado universitario”, incide.
Sí es importante que los profesionales del deporte tengan conocimientos nutricionales para que conozcan la importancia de los macro y micronutrientes, cómo funciona el sistema digestivo, cómo se metaboliza, qué es la suplementación deportiva, qué sustancias pueden funcionar y cuáles no… “Todo esto está de alguna manera vinculado a los entrenamientos y a sus resultados. Sí pueden aconsejar a una persona sana sobre cuestiones dietéticas, pero nada más”, añade Ramón.
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