El despacho de Matt Jackson, titular de la cátedra William E. Eberle de la prestigiosa Universidad de Stanford (California), es un compendio de su vida y sus pasiones: sus dos hijas, el ciclismo, sus trabajos, el reconocimiento de colegas y alumnos. Jackson (1962) ha sido pionero en el estudio de las redes humanas y del éxito de las personas en función de a cuáles se adhieren, conceptos determinantes al cabo de unos años. Su sapiencia le ha valido el prestigioso premio Fronteras del Conocimiento que otorga la Fundación BBVA y que recibe en Bilbao este 16 de junio.
El galardón es sinónimo de antesala del Nobel de Economía. Algunos colegas de planta ya han empezado a bromear con la idea. Encuentro exclusivo en Stanford con Jackson, que se muestra sorprendido por las decisiones de Vladímir Putin y preocupado por las pandemias que nos azotan: el cambio climático y la desigualdad y el cerco populista a la democracia.
Teoría de redes
Jackson ha sido pionero en el estudio de las redes humanas y del éxito de las personas en función de a cuáles se adhieren
Le han dado el Fronteras del Conocimiento. ¿Siente que ha hecho algo excepcional?
¿Van a ser todas tan difíciles? (Risas) Todo empezó por curiosidad. Los economistas habían estudiado los mercados y grandes sistemas, pero pocos se habían fijado en los pequeños y en las interacciones sociales que se creaban y cómo se formaban. Era un campo extenso e inexplorado.
¿Cuándo surgió la chispa?
Una conversación casual en una cafetería. Eran los noventa y hablamos del concepto de poder, qué supone tenerlo, cómo lo aplicas en tus relaciones. Todo el mundo lo quiere pero no todos lo tienen. Queríamos entender las dinámicas de una red en la que existen relaciones de poder.
¿Era cerveza o café lo que tomaban?
(Risas) Estábamos comiendo en esa cafetería de la universidad de Northwestern sin tener ni idea de si ese trabajo tendría algún impacto, pero cuando empezamos vimos que había todo un mundo ahí fuera.
El profesor Nathan Widder de la Royal Holloway de Londres siempre dice que no se puede analizar nada sin la idea de poder.
Lo que ves es que hay muchos tipos de poder y muchas estructuras en las que la gente se relaciona, ejerce su influencia.
Uno piensa en redes y salen las de los pescadores; algunos apóstoles lo eran. La red de los trapecistas y la que atrapa a C3PO y compañía en La Guerra de las Galaxias. Están muy juntos y quedan todos atrapados, pero se ayudan.
Ese es uno de los conceptos, el de tener un red tupida. Como humanos tenemos la necesidad de confiar en otros y eso nos diferencia y nos permite especializarnos, hacer cosas juntos. Eso también significa que acabamos siendo muy dependientes de otros. La red puede ser a la vez un sistema de ayuda, de oportunidades, pero al mismo tiempo te puede constreñir, atrapar y no moverte. convertirse en un laberinto. Cuando compruebas por qué triunfa cierta gente en parte es por esa amplia red de que disponen. Por otro lado hay una tendencia, cada vez más marcada, llamada homofilia, que dicta que nos juntamos con aquellos que son, piensan y reaccionan como nosotros. Son redes que acaban siendo burbujas, muy útiles y a la vez limitantes.
Usted llegó hace tiempo a conclusiones que hoy se dan por sentadas.
En realidad, la explosión de las redes sociales ha ayudado a ver mejor lo que hemos explicado todos estos años.
Rusia va a pagar el precio de la invasión de Ucrania durante mucho tiempo. Es muy difícil entender la decisión de Putin
¿Episodios como la invasión de Ucrania, cómo alteran sus verdades sobre redes o el comercio ligado a la paz?
Desde hace un tiempo me he interesado por conflictos internacionales, redes y alianzas comerciales que evitan guerras. Lo que está pasando en Ucrania es una anomalía absoluta. No tiene ningún sentido desde el punto de vista racional.
La invasión recuerda la de la URSS en Afganistán. Va contra toda lógica.
En efecto. Es muy difícil establecer qué lógica hay detrás de esa decisión. La teoría y la experiencia nos han enseñado que países que comercian juntos no van a la guerra. Y lo cierto es que en este caso todo el mundo comercia con Rusia, que va a dañar su economía de manera sustancial. Rusia va a pagar el precio de la invasión durante mucho tiempo. Es muy difícil entender la decisión.
Se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Va a ser que es el animal que va coleccionando crisis y pandemias. Por un lado ustedes han demostrado que cuando se pertenece a una red se puede acabar cayendo si ella cae. La crisis del 2008. Por otra, forma parte de una red ayuda a la solidaridad entre sus miembros, como el embargo.
¿Sabe? Es difícil saber qué efecto tendrá el embargo, porque está ejercido desde Europa, EE.UU. o la OTAN, pero no en partes de Asia o de África, que siguen comprando petróleo y no forman parte de esa red. Está claro que este embargo es más efectivo que el que hubo con la invasión de Crimea. Ahora mismo es difícil no participar. Hay mucho dinero en juego para todo el mundo.
¿Cómo vive un economista el hecho de que cuando la pandemia está de bajada, irrumpe una guerra como esta?
Son tiempos difíciles para los economistas porque tienen que analizar cosas que no se habían visto en décadas, como la pandemia. Las anteriores no pueden compararse con la actual. Podemos intuir tendencias, pero no profetizar lo que pasará en el futuro, no tenemos un bola de cristal. Podemos tener sospechas y pruebas, no obstante.
¿Cómo fue ser estadounidense siendo gobernado por Trump y teniendo a Putin al otro lado? Vienen a la cabeza títulos bondianos como ‘Vive otro día’, ‘Vive y deja morir’, ‘Sin tiempo para morir’…
(Risas) Lo peor que ha pasado en la política estadounidense en las últimas dos décadas es la creciente división de la población. Y eso sucede en muchos países con la presencia del populismo rampante. Esa división que Trump supo ver puede llegar a ser muy paralizante para un país, para progresar, porque hay una lucha férrea por el control de la política, por el juego sucio, no se legisla. España y Bélgica estuvieron muchos meses sin gobiernos porque no había mayorías para tomar decisiones sobre temas importantes. Yo estoy muy feliz de ser economista y no político en este momento (risas).
Lo peor que ha pasado en EE.UU. en estas dos décadas es la creciente división de la población. Y eso sucede en muchos países con la presencia del populismo
Igual necesitaría una bola de cristal para esta pregunta pero… ¿Cuándo América será grande otra vez?
(Risas) Ahora mismo, algo interesante que está pasando es que hay un desafío muy serio hacia las democracias en el mundo, un sistema que tampoco hace tanto tiempo que ejercemos y que damos por sentado. Y no deberíamos. Estamos viendo como se está poniendo a prueba a la democracia. Los acontecimientos del 6 de enero en Capitol Hill donde la turba entra en el edificio; lugares donde se restringe el derecho del voto, o no se cuentan los votos, países donde se usurpa la democracia… es un sistema frágil porque a veces las partes enfrentadas se odian más que lo que aman a la democracia., por eso puede romperse. En ese sentido, estamos en un momento crítico.
Anatomia de un pensador
La humanidad es como un pelotón ciclista maquiavélico
Juego y colectivo. La otra pasión de Jackson es evidente. Llega a la cita con bici de carreras y su casco. En las paredes del despacho, cuadros, un portafotos en forma de bici con los retratos de sus dos hijas… Y una foto de lo más inquietante. Bajo el Golden Gate de San Francisco, bajo la lluvia un grupo de genios tramposos pedalean. Al frente Lance Armstrong, detrás sus apóstoles, Ekimov, Floyd Landis. “Es una foto histórica -explica Jackson- porque Landis es quien empieza a confesar los casos de dopaje de Armstrong y su equipo”. Experto en teoría del juego y en el de redes, el catedrático vio que buena parte de sus estudios sobre equilibrios de poder podía verse en el comportamiento de un pelotón ciclista, en el juego interno que se establece en los equipos y en el conjunto de los corredores: el que se esfuerza y lo paga, el líder, el que se descuelga, el que no se desgasta, es insolidario… y acaba ganando… “Empecé a ir a ver etapas del Tour de Francia y me resultó muy interesante ver el comportamiento de los ciclistas, me ayudó a teorizar en mis trabajos”, explica.
En las últimas fechas se ha visto cómo los votos han bloqueado a candidatos trumpistas, el ex primer ministro australiano, Marine Le Pen… han perdido, pero no están eliminados.
En efecto porque mucha gente sigue apoyándolos, no es una fracción pequeña de la población, porque existe un descontento por las crecientes desigualdades que hay que entender y erradicar. Hay varias fuerzas que actúan a la vez y afectan a gente que se queda sin trabajo, con pocas habilidades profesionales, que tienen acceso a información que tal vez esté sesgada. Si se ponen todos estos ingredientes juntos tienes la receta del caos con visiones muy polarizadas.
Usted ha teorizado sobre esa homofilia, ese tribalismo de juntarse con los iguales. ¿Es inevitable la polarización?
Para ir y actuar en las raíces de la desigualdad social creciente no basta con la redistribución, con una política de más impuestos y subvenciones. Hay que ir más allá. Más inquietante aún que la desigualdad es la falta de movilidad, la falta de oportunidades que te impiden cumplir tus sueños y que provocan frustración. Hay que pensar cómo mejoramos la educación, cómo creamos más oportunidades.
La gente no tiende a reaccionar ante la crisis climática hasta que no le afecta de manera local
Tres pandemias que no son la del covid y están ahí. Ahí afuera, en la carretera que trae aquí, a Stanford, los carteles advierten al conductor no de la crisis del petróleo sino la del agua: “Ahorra agua. Salva California”. Es impactante.
Como economista veo dos grandes problemas. Uno es que la gente no tiende a reaccionar ante la crisis climática hasta que no le afecta de manera local. Sí, puedes notar que las temperaturas son cada vez más altas… podemos tener más fuegos, huracanes… Existe ese peligro de que tengan que pasar muchas cosas para hacernos reaccionar aunque tal vez sea tarde. En ese sentido, el segundo problema es que no tenemos un gobierno mundial. Las Naciones Unidas no son una organización fuerte que sea capaz de imponer sus decisiones.
Firma (de lujo) invitada
El tributo del profesor Mas-Colell
Cualquier economista estadounidense que se precie conoce al catedrático Andreu Mas-Colell, que impartió muchos años clase en Berkeley y Harvard. Mas-Colell aparece en la conversación de La Vanguardia con Matt Jackson que se declara admirador del economista catalán, y también aquella sentencia monumental del insigne Paul Samuelson que llegó a decir: “Cuando tengo una duda, acudo a Mas-Colell”. El profesor, al frente de la Barcelona School of Economics analiza para este suplemento la importancia de Jackson en la economía actual: “En las últimas décadas se ha hecho evidente que para entender bien el funcionamiento de la economía moderna hacía falta ir más allá del análisis de los mercados tradicionales y poner mucho más el foco en el papel de las redes de conexión social entre personas, empresas, instituciones… Las investigaciones de Matt Jackson, tanto las teóricas como las empíricas, y siempre brillantes, han sido en buena parte responsables de esta reorientación. Jackson es, sin duda, la figura intelectualmente dominante de esta nueva perspectiva”, apunta Mas-Colell, ganador del premio Fronteras en su edición de 2010.
Otra pandemia: la pobreza. Ha bajado mucho en los países pobres, pero sube en los ricos. Una novela de Charles Dickens en 2022. ¿Cómo es posible?
Estas desigualdades rampantes, es cierto, pueden entenderse por los cambios tecnológicos que han borrado de un plumazo muchos oficios. Atención porque uno de los que más en peligro estarán en el futuro es el de camionero y conductor con la llegada de los vehículos autónomos, una de las profesiones más extendidas en todo el mundo. La tecnología, además, se mueve más deprisa todavía, así que los cambios llegan enseguida, pero nuestra capacidad para reeducarnos es más difícil.
La tercera pandemia son las fake news. Se contagian rápido. En Filipinas, los Marcos han vuelto al poder a base de un discurso nostálgico y falso.
Es un fenómeno muy evidente gracias a las nuevas tecnologías. Siempre hubo propaganda tendenciosa, pero la facilidad que existe ahora para crear falsos contenidos es alucinante y si escuchas la misma noticia desde varios medios, la internalizas, aunque al principio sospeches de su verosimilitud.
El Fronteras ha sido a veces la previa del Nobel. ¿Los colegas ya bromean?
Un poco sí me toman el pelo. Este premio del BBVA es un reconocimiento al hecho de que las redes en Economía es un campo importante. Estoy muy contento por ello. El mundo es muy impredecible. ¿El Nobel? Uno de mis colegas, Guido Imbens, lo ganó este año.
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