El cantante Alejandro Sanz añadió la voz y la música que le faltaban a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València en el segundo concierto de una gira, “Sanz en vivo”, que va mucho más allá de su último disco y que supone la demostración de madurez de un artista que vuelve a sus inicios en busca de su esencia.
Este paseo por sus ya más de treinta años de carrera se deshace de sus últimos tres álbumes -sólo canta “Mi persona favorita” de ‘El Disco’ e “Iba”, “La Rosa” y “Mares de miel” de ‘Sanz’- para viajar en el tiempo hacia sus dos primeras décadas como artista y explotar “Más”, el disco español más vendido de la historia, “Tres” y “No es lo mismo”.
En ese trayecto por sus inicios, lo que mejor le funciona al madrileño, Sanz recupera su alma más flamenca, fusionada con el pop más latino que le hizo internacional allá por los 90 y también con la rumba, género que recordó con las fusionadas “Labana” y “La Rosa”.
Enfundado en un traje blanco, Sanz dio la sorpresa y no empezó el show con “Hoy que no estás”, su inicio de referencia durante las dos últimas décadas. Fueron “No es lo mismo” y “Lo que fui es lo soy” sus dos primeras canciones, un tanto más eléctricas que de costumbre y que evidenciaban ese viaje el pasado.
Ya con una guitarra entre sus manos, volvió a esta época para cantar “Deja que te bese”, antes de preguntar por València, a la que regaló un ‘medley’ con “El alma al aire”, “Regálame la silla donde te esperé” y “Hoy llueve, hoy duele”.
“No he venido suficiente a València”, lamentó Sanz, quien aseguró estar “alucinado con el espacio”, en medio de la Ciutat de les Arts i les Ciències, entre el Hemisfèric, el museo Príncipe Felipe, el Umbracle y el Àgora; entremedias, el puente de l’Assut de l’Or, desde el que un centenar de personas se congregó para disfrutar el concierto desde las alturas y sin pagar.
“No es solo lo bello, sino la energía especial que desprende”, confesó el de Moratalaz sobre el lugar mientras señalaba a la luna y antes de regalar a Carlitos, percusionista del madrileño y el único valenciano de la banda, una Senyera que le habían lanzado desde el público.
A la luna de València, el álbum de “Paraíso Express” también hizo acto de presencia, con “Desde Cuándo” y “Looking for paradise” como temas previos a “La música no se toca” y, de transición, “Mi marciana”.
Es una gira diferente. A sus 53 años, Sanz ha empezado a disfrutar de los silencios, impone un ritmo más pausados a sus canciones, espera 35 minutos para cantar una canción de su último álbum y no le importa parar a beber “agua de fuego” para volver con más fuerza a sus temas de siempre.
Así, recurre a “La fuerza del corazón”, “Siempre es de noche” o “Cuando nadie me ve” para desnudarse de manera metafórica por dentro de su corazón y también de manera literal, con imágenes en las pantallas del escenario que buscan la palabra flamenco, tatuada en su espalda.
Fue “Corazón partío” el tema que arrancó una nueva fase del concierto, en el que, ahora sí, hubo hueco para “Hoy que no estás”; aunque también para “Viviendo Deprisa”, uno de sus primeros éxitos.
Sin embargo, “Lo ves” se convirtió en la canción más aplaudida, la más cantada y en la que más se explayó Sanz, que estaba visiblemente emocionado en su único tema al piano; sin duda, uno de las mejores de su repertorio.
El concierto se fue apagando poco a poco, con esos finales anunciados que se convierten en pequeñas sorpresas con recuerdos de viejos éxitos, quizá tiempos dorados de un pasado mejor que diría Calamaro. Así “Mi soledad y yo” y “Y si fuera ella” dejaron paso a la última canción, que con el “corazón partío”, llegó a “Ese último momento”.
Carlos Rosique