Dos académicas brasileñas fueron detenidas y deportadas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) en los días previos a su participación en la novena Conferencia Latinoamericana y del Caribe de Ciencias Sociales y Humanidades de CLACSO, que se lleva a cabo del 6 al 10 de junio, mientras que por lo menos otras ocho personas fueron retenidas por periodos superiores a los previstos en la ley.
El 2 de junio a las 6:10 horas, Carla Aparecida da Silva y Luanna Mendes Barreto aterrizaron en México acreditadas para presentar en CLACSO su investigación académica Tejidos de desigualdades en América Latina y el Caribe. Saberes, luchas y transformaciones en la Ciudad de México, pero después de permanecer incomunicadas en una sala de detención cerca de ocho horas y, aunque habían presentado su documentación, fueron expulsadas del país sin posibilidad de participar en la conferencia.
En entrevista, ya de regreso en Río de Janeiro, Carla describió el trato hostil de las autoridades mexicanas, la falta de información y de motivos específicos por los que fueron retornadas, la tardanza para que Luanna recibiera atención médica a causa de una colostomía, la negativa a que pudieran mostrar mayor evidencia de la legalidad de su visita académica a México, así como la vigilancia permanente y la retención de los documentos adicionales que llevaban como pruebas, que ya no les fueron devueltos: a su regreso a Brasil, solo recibieron su pasaporte.
“Considerando los requisitos de inmigración y conociendo diferentes noticias de brasileños a los que se les impidió ingresar al país y pasaron varios días en el aeropuerto hasta ser deportados, organizamos todos los documentos necesarios para presentar: boletos electrónicos de ida y vuelta, autorización electrónica, confirmación de reserva de hospedaje, carta de presentación del evento, certificado de vacunación/covid”, relató junto con Luanna, en una carta leída este miércoles durante la mesa en la que participarían.
Carla Aparecida da Silva, doctorante en la Universidad Federal del Estado de Río de Janeiro e integrante de la Red Carioca de Etnoeducadores Negros, lamentó la falta de un alegato concreto por parte de las autoridades mexicanas: “Entiendo que cada país hace sus reglas, pero realmente quedé muy sorprendida, muy consternada… no les importó que yo viniera de lejos, que pasé más de 12 horas viajando en avión, que hubo un costo pues gasté mucho dinero para poder viajar, que estaba allá para presentar un trabajo”.
Consultado respecto de las denuncias de deportación y detenciones arbitrarias, el Instituto Nacional de Migración (INM) no dio una respuesta hasta el cierre de edición. En tanto, CLACSO no ha emitido una postura oficial.
En contraste, la asociación Sin Fronteras IAP confirmó que asesoró siete casos de académicos y un familiar que se dirigían a CLACSO y fueron retenidos por largos periodos sin justificación. De entre ellos, la Asociación Sindical de Profesores Universitarios de Colombia denunció específicamente la retención arbitraria por parte de autoridades migratorias de sus colegas Luisa Natalia Caruso, maestra de la Universidad Pedagógica Nacional, y de la maestra María Teresa Pinto, de la Universidad Nacional de Colombia, el viernes 3 de junio, así como del profesor Sergio de Zubiria Samper el 2 de junio.
“No es la primera vez que las autoridades mexicanas actúan de esta manera, agrediendo y estigmatizando a académicos e investigadores comprometidos con la compleja realidad que se vive a lo largo y ancho del continente”, señaló la agrupación.
En un comunicado, que sigue circulando para recabar firmas de los participantes de CLACSO, los académicos señalan: “Resulta sorprendente que, en los días previos a la misma, han ocurrido detenciones irregulares de participantes a dicha conferencia, y de sus acompañantes, en el Aeropuerto de la Ciudad de México por parte del Instituto Nacional de Migración. A ellos y a ellas se les han violado abiertamente sus derechos: se les incomunica incluso hasta por más de veinte horas, se les recluye en espacios indignos, se les trata de forma denigrante y se les impone el miedo por medio de amenazas de ser deportados inmediatamente y/o no permitir su ingreso a México y a otros países”.
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Durante toda su estancia en el AICM, asegura Carla, enfrentó un trato hostil e incomprensible: “Solo dijeron que no podíamos entrar al país, no dieron ninguna aclaración. Nosotras mostramos nuestro pase de abordar diciendo que el vuelo de Avianca se atrasó, y por eso llegamos el 2, y no el día 1 como decía el ticket electrónico; aun así, solo dieron una negativa: ‘no pueden entrar a México, y van a ser deportadas’. Las dos veces que preguntamos por alguna posibilidad, hablar con la persona responsable, dijeron que no”.
Aunque en ningún momento fueron víctimas de violencia física, lo que más recuerda Carla es la rispidez y falta de apertura de los agentes migratorios: “Más una mujer, ella a toda hora llegaba a la puerta y se quedaba vigilándonos, no podíamos usar el teléfono en esa sala de chequeo, y para conversar estábamos más tímidas, más temerosas por esa vigilancia; a toda hora pasaba y nos miraba”.
Una práctica sistemática
Las investigadoras Verónica Ruiz y Lina Berrio coincidieron en que estas detenciones y deportaciones son muestra de prácticas sistemáticas y cotidianas de racismo y xenofobia de las autoridades mexicanas. “Es una práctica sistemática; lo que sorprende mucho es que académicos que vienen con carta de invitación de CLACSO sean detenidos como criminales. De las personas que he tenido información, fueron retenidas durante muchas horas en un cuarto pequeño donde tenían niños, adultos, sin guardar distancia, sin zapatos; además, les quitaban sus pertenencias y les cobraban por ir al baño”, señaló Ruiz.
Las académicas hicieron énfasis en que no solo les ocurre a ellas y sus colegas, quienes tienen más posibilidades de visibilizar y denunciar esta práctica de “discriminación sistemática, violatoria de los derechos humanos”, sino que se aplica todos los días a hombres, mujeres, niñas y niños, y a esto se se le suma la ausencia de información clara y precisa para las personas retenidas y la falta de traducción a los distintos idiomas de los migrantes, lo que hace a estos lugares estar en un “umbral de la impunidad total”.
“Si esto lo hacen con académicos que representan instituciones de educación superior en diferentes países de América Latina y Europa, no me quiero imaginar cómo es el comportamiento con la gente de a pie”, reclamó Ruiz, mientras que Berrio añadió que desde una conferencia de la magnitud de CLACSO, que se plantea de cara a pensar justamente en las desigualdades, no es posible mantenerse indiferentes a la situación de injusticia y desigualdad que vivieron los detenidos y las deportadas.
Lina Berrio subrayó que, entre los asistentes a CLACSO, se han ido recopilando los casos, mientras que puede haber más personas que lo experimentaron pero no quieren expresarlo, por lo que no existe una certeza real de cuántas personas pudieron ser en total. Entre los detenidos, hubo personas de origen colombiano, centroamericano, cubano y brasileño, y la mayoría de los casos estuvieron asociados a un tema de racismo y de apariencia física.
Recordó también que en Brasil hay un contexto de política de cuotas, en el que el acceso a la educación superior ha sido una lucha del movimiento negro durante décadas y se ha logrado concretar mediante diferentes acciones afirmativas. Por ello, hay cada vez más estudiantes negros que acceden, a veces en condiciones precarias o como primera generación de su familia: “Es posiblemente la primera vez que salen de su país y se enfrentan con este racismo brutal”.
Ana Mercedes Saiz, directora de Sin Fronteras IAP, señaló que las segundas revisiones, según lo documentado por la organización, se han incrementado sistemáticamente, sobre todo de manera arbitraria y con un parámetro sistemático de abuso, acoso y perfilamiento racial enfatizado a ciertas nacionalidades centroamericanas y sudamericanas, incluso cuando ya tienen completado el aviso de viaje, requisito del gobierno mexicano.
Con este episodio en la CLACSO, señala, se vuelve muy evidente porque son parte de una comunidad, tienen contacto entre ellos, se avisan y tienen las herramientas para buscar apoyo: “Gracias a eso lo pudimos identificar y localizar como una cosa sistemática; preocupa mucho estar viendo este tipo de abusos. Nosotras hemos alertado desde hace tiempo que lo que sucede ahí es un espacio de arbitrariedad del Instituto Nacional de Migración”.
Además, las personas investigadoras se sintieron acosadas respecto de sus ideas y lo que venían a exponer al congreso: “Estos abusos en el aeropuerto son más notorios pero obedecen a cuestiones de perfilamiento racial y a prejuicios por parte de las autoridades. Lo que pasa con CLACSO es muy vergonzoso, pero otra vez es una manera de hacer visible un problema recurrente”.
Recordó el caso de una mujer brasileña que venía a hacer una estancia postdoctoral al Colegio de México, proveniente de Francia, y fue deportada aunque tenía todo listo y sus papeles en regla. Las autoridades mexicanas, aseguró, solo deben vigilar que se cumplan los requisitos de ingreso, pero “con las alertas mexicanas hay muchas irregularidades, porque no hay un protocolo a seguir para implementarlas; entonces, nos encontramos con muchas arbitrariedades”.
“En el caso de que una autoridad migratoria necesite un poco más de tiempo para revisar la situación de una persona, la deben pasar a segunda revisión, y esta no debe tardar más de cuatro horas, ese es el horario que establece la ley, pero hemos detectado detenciones hasta de dos, tres días, de niños pequeños, con alimentación deficiente y hacinados. Son personas bajo la custodia del Estado mexicano, y como tales, se tiene que respetar el debido proceso con posibilidad de atención médica y espacios adecuados”, añadió Saiz.
Este miércoles, los detalles de la investigación de Carla y Luanna no se escucharon en la mesa de CLACSO, pero sí sus palabras de denuncia en voz de una de sus colegas: “Aquí está nuestra indignación, miedo y rabia por toda la vergüenza y la negativa a entrar al país. Sentimos y experimentamos el logro del colonialismo que, frente al racismo y tantos otros prejuicios, viene produciendo una división maniquea del mundo… Estamos aquí, marcando nuestra presencia en la conferencia, llorosas, pero con la frente en alto… Vamos, no podemos parar”.
Con información y traducción de Jorge Palafox.
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