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Omnívoros, veganos y vegetarianos, siempre la misma disputa: ¿quién tiene la dieta más saludable? Esta pregunta podría formar parte de un concurso de televisión, pero sería engañosa porque posiblemente no tenga una respuesta certera al 100 %. A continuación mostramos una serie de evidencias para que puedan dar la respuesta más acertada posible.
No depende sólo de la carne
La dieta omnívora es la más conocida por ser seguida por la mayoría de la población humana mundial. Según la RAE, un omnívoro es aquel animal que se alimenta de toda clase de sustancias orgánicas, es decir, se incluyen todos los grupos de alimentos.
En el lado opuesto, una dieta vegana es aquella que no incluye los alimentos de origen animal. Por tanto, las carnes, pescados, huevos, lácteos y miel quedarían excluidos. Y, en un punto intermedio, están las dietas vegetarianas, que son las que excluyen las carnes y pescados pero no lácteos y huevos.
Cabe destacar que cualquiera de las dietas mencionadas, siempre y cuando esté bien planteadas, es saludable. Desde 2015, la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos establece que las dietas veganas y vegetarianas son saludables y nutricionalmente adecuadas. Pueden proporcionar beneficios para la salud, tanto en la prevención como en el tratamiento de ciertas enfermedades. Otra cuestión es la sostenibilidad de la alimentación, pero esto merece un artículo a parte.
Sobre el consumo de carne
Es sabido que una dieta omnívora equilibrada, siguiendo las recomendaciones de ingesta, se podría clasificar como saludable. Aquí entendemos esta dieta como aquella en la que no se consume alcohol, ni productos procesados, ni bollería, ni carnes rojas más de una vez al mes, etc.
Pero siempre tendemos a los extremos, y el ritmo de vida y las influencias del medio distorsionan lo que podría ser una dieta saludable. Así, consumimos carnes rojas casi a diario, meriendas con procesados como el jamón cocido, y alcohol, y pensamos que el vino es sano por que se incluye en la dieta mediterránea. Pero nada más lejos de la realidad, ya que la OMS no establece dosis seguras de consumo.
Según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, la carne procesada es un carcinógeno humano, lo que significa que existen suficientes pruebas para decir que estos productos causan cáncer. Mientras que las carnes rojas se clasifican como un carcinógeno probable.
Además, recientemente se han identificado daños en el ADN que relacionan el consumo alto de carne roja con el cáncer colorrectal.
La investigación relacionada con la dieta vegetariana y vegana es relativamente reciente, dado que ha sido en los últimos años cuando se ha visto un incremento de personas consumidoras de este tipo de dietas.
En España, en 2019, había 3,8 millones de personas vegetarianas y veganas. Las motivaciones para seguir estas dietas son muy variadas e incluyen un compromiso por la vida de los animales, la ética, la salud y la sostenibilidad del planeta. Aunque, tal vez, también podríamos añadir a estos motivos la moda.
¿Unas más saludables que otras?
¿Qué tienen estas dietas basadas en alimentos de origen vegetal para que pensemos que son más saludables? Pues un mayor consumo de frutas y verduras, cereales, legumbres y fuentes proteicas de origen vegetal. Tal vez, la mayor diferencia radique en lo que no contienen: productos de origen animal con un alto contenido en grasas saturadas.
Los estudios que evalúan los diferentes beneficios de estas dietas sobre la salud son múltiples y exploran su relación con diferentes enfermedades, mejorándolas o previniéndolas. Por ejemplo, es conocido el efecto negativo de los lípidos en sangre cuando estos están elevados. Por tanto, seguir una dieta vegetariana puede ser beneficioso ya que modula dicho perfil.
El organismo necesita ser constante en sus procesos. El equilibrio ácido-base es importante para mantener esta homeostasis y la nutrición juega un papel primordial. Alimentos como las carnes, pescados, huevos y quesos promueven medios ácidos. Si este no se contrarresta con el consumo de frutas y verduras puede resultar perjudicial para la salud.
Por eso, una dieta vegana sería mucho más saludable que una vegetariana y por consiguiente que una omnívora.
Otra enfermedad muy conocida y relacionada con la alimentación es la diabetes mellitus tipo 2. Las personas con un patrón basado en productos vegetales tienen menor riesgo de desarrollarla, ya que los productos vegetales actúan sobre diferentes parámetros reduciendo este riesgo.
Por último, podríamos destacar la importancia que está adquiriendo el estudio sobre la microbiota intestinal y su relación con algunas enfermedades. Se ha observado que las dietas vegetarianas y veganas mejoran el perfil de nuestras bacterias intestinales, protegiéndonos frente diferentes enfermedades.
En alimentación, los extremos pueden no ser buenos, pero si están bien planteados, son alternativas saludables. A la vista de la crisis climática que vivimos y el impacto medioambiental que supone la cría de animales para consumo humano, tal vez no sea descabellado disminuir el consumo de productos de origen animal y aumentar los de origen vegetal. Así no solo mejorará nuestra salud, sino también la del planeta.
Con esta información ya conocemos las opciones. Ahora depende de cada persona escoger la más saludable y sostenible.
*Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
*Sonia Martínez Andreu, autora y profesora contratada Doctora del Departamento de Enfermería y Fisioterapia de la Universitat de les Illes Balears.