El Museo de la Bicicleta se presenta como “una casa común, llena de bicicletas, historia y arte”. Y habría que agregarle, para que la introducción sea aún más precisa, la palabra “pasión”, porque la pasión por estos birrodados es lo que se respira al poner un pie en este espacio y es lo que mueve desde hace años al creador de este particular lugar que tiene las puertas abiertas para compartir con todo aquel que quiera acercarse al mundo de las bicicletas.
La historia de este museo, que reabrió el pasado 28 de mayo, se remonta a la infancia de su fundador, Carlos Yapor, un joven artista uruguayo, restaurador y coleccionista de bicicletas antiguas que desde niño se sintió atraído tanto por los autos como por las bicicletas, especialmente si se trataba de piezas con años a cuestas.
Hoy tiene 32 años y recuerda que a los 12 ya se metía al taller de tornería de su abuelo y allí un tío le enseñó a soldar, a cortar y demás. Así comenzó de a poco a meterse en el tema de los fierros y las restauraciones. Con respecto a coleccionar bicicletas, contó a El País que “comencé a eso de los 15 años.
Tenía desde antes mi propia bici que iba modificando, le iba haciendo una estética más antigua porque siempre me gustaron mucho las cosas antiguas en general”.En un momento, ya cuando tenía unos 20 años, el living de su casa quedaba chico para las bicicletas que había ido sumando, mientras la pasión y las ideas seguían rumbeando para que naciera un proyecto que efectivamente nació y desde entonces crece poco a poco.
Fue en 2011 que este uruguayo comenzó a realizar exposiciones itinerantes, que en principio fueron en Montevideo y luego llevó a otras partes del país como, por ejemplo, Tacuarembó o Canelones.
“Ya en 2013 estaban surgiendo varios colectivos pro bici, que son los que están sólidos hasta el día de hoy, como Liberá tu bicicleta o Unibici. Nos juntamos y empezamos a organizar actividades por el Día Mundial de la Bicicleta y más”, agregó.
Hoy, Yapur vive en la casa que era de sus abuelos, la misma que en el fondo tenía el taller de tornería que frecuentaba de niño. Allí tiene tres habitaciones principales destinadas a sus bicicletas de colección.
Al ingresar están las que describe como “bicicletas urbanas”, luego al lado están las de carrera, y en la planta superior otras que, si bien tienen varios años, son parte de las más contemporáneas.
El objetivo del museo es difundir la historia popular de la bicicleta en Uruguay y también crear una cultura de conservación patrimonial, tomando a la bicicleta como parte de la historia e identidad del pueblo. La misión de este espacio es fomentar el uso de este medio de transporte, que es tanto bueno para la salud de quien la usa, como amigable con el medio ambiente.
Actualmente, hay unas 70 bicicletas en exposición permanente, de diversos orígenes, estilos y años de fabricación.
El museo está ubicado en el barrio Prado, también abre sus puertas para actividades artísticas como exposiciones de arte, fotografía, instancias de poesía, música, entre otras.
El pasado sábado 28 de mayo reabrió sus puertas luego de estar un tiempo en un parate debido a la pandemia y la idea inicial es que esté abierto al público una vez al mes. A través de sus redes sociales anuncian el día y los horarios en que se puede ingresar, siempre de forma gratuita. El Museo de la Bicicleta está en Millán 4322, Prado, Montevideo.
Está en Instagram (@museo_de_la_bicicleta_uruguay) y en Facebook (Bicicletas Vintage Uruguay).
Desde Rusia o Japón, hasta hechas en Uruguay.
En el Museo de la Bicicleta, hay bicicletas de distintas partes del mundo, entre otras, algunas que en su momento fueron usadas en Rusia, Inglaterra, Japón, que vinieron de Francia, Suecia, y también varias de industria nacional.
En la exposición, por ejemplo, se pueden encontrar desde bicicletas que se usaron para competencias, pasando por los conocidos Tuc Tuc originales de India, hasta una bicicleta de la Segunda Guerra Mundial que fue hecha para los soldados. Sobre esta última, Carlos Yapur, fundador del museo, contó que se la consiguió con una persona que la tenía en Montevideo, “antes de comprarla me asesoré con gente americana, les pasé todas las fotos que tenía de ella y efectivamente me dijeron que era original. Es una bicicleta de 1943 de las que eran hechas para el Ejército americano”.
Yapur mostró en la recorrida otra de las bicicletas expuestas que explicó “fue fabricada con descartes de los aviones que cayeron en la Segunda Guerra Mundial. En algún momento supe que había otras como esta en Uruguay, pero después, como pasa con estas cosas, se convierten en un patrimonio que silenciosamente se va perdiendo”. Por esa razón, resaltó, es de gran importancia que existan estos lugares que permitan conservar estas piezas únicas.