Durante más de 15 años, Gerson Daniel se ha dedicado a la venta de raspao en las calles céntricas de Valledupar. En todo este tiempo, a pesar de sus numerosos intentos no pudo conseguir un trabajo formal, recurriendo a este oficio con el que a duras penas lleva sustento para su familia.
“Aquí la lucha es diaria para conseguir algo de ingreso para darle de comer a los hijos, y cada vez la situación es peor. No hay fuentes de empleo, faltan más empresas para que la gente trabaje”, dijo este vendedor informal, mientras hacía una breve parada en su triciclo bajo la sombra del palo de mango en la plaza Alfonso López.
Muy cerca de ese lugar, también estaba Luis Ríos, quien en la parrilla de una bicicleta llevaba botellas de agua para la venta en una cava. “Lo que pasa en Valledupar es que no hay empresas que brinden oportunidad laboral, cerca del 70 % de la gente aquí vive del rebusque, y el resto de la alcaldía y de las instituciones del gobierno”.
Este es el panorama de desocupación que se registra en la capital del Cesar, que, según el último informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, correspondiente a abril pasado, ocupa el segundo lugar en el país con mayor índice de desempleo (16.1 %), después de Quibdó (21.9 %).