Cada vez son más las personas que deciden reconvertirse al vegetarianismo o al veganismo. Y el número va en alza constante; un cambio en las rutinas alimentarias y en la dieta que consiste, básicamente, en la exclusión de todos los productos de origen animal como la carne, el pescado, los lácteos o los huevos. Un estudio realizado por The Green Revolution en 2021, sobre las tendencias y comportamientos de los consumidores como guía para la industria alimentaria, analizó esta tendencia de crecimiento sinfín, donde concluyeron que ya hay más de cinco millones de personas que se consideran veganas, vegetarianas o flexitarianas; este último grupo caracterizado por personas que priorizan el consumo vegetal frente a la carne, el pescado a los mariscos, productos que sí que consumen, pero de forma muy esporádica, casi anecdótica.
Las razones para que se produzca esta reconversión son muchas y, entre otras cosas, por sus beneficios. Según la organización Internacional ProVeg International, en un informe publicado este año, son hasta 10 los beneficios, como el ahorro de agua, ya que la cría de animales en España destinados a alimentación requiere de mucha cantidad de agua, la reducción del impacto medioambiental y del CO₂ etc., por lo que resulta una decisión importante si es que, realmente, una persona desea y necesita de esa reconversión. De esta manera, existen ya muchos padres veggies primerizos quienes desean que sus hijos, desde la primera infancia, adopten este estilo de vida, en teoría, más saludable.
¿Es adecuado criar a un bebé vegetariano o vegano?
La Academia Americana de Nutrición (ANA, por sus siglas en inglés), considera que estas dietas, bien planteadas, pueden ser perfectamente adecuadas para los niños de todas las edades, sin embargo, mal prescrita, podría tener consecuencias negativas para la salud y el crecimiento de niños y adolescentes. “Tanto las dietas vegetarianas como las veganas, bien planteadas, son adecuadas para cualquier edad desde el nacimiento. Durante los seis primeros meses, la alimentación con la lactancia materna es en exclusiva con la salvedad de que si la madre es vegetariana, necesita suplementos para que la leche sea adecuada para el bebé; y a partir de ese tiempo, seguirá con la lactancia, como alimentación complementaria, hasta los dos años o más”, explica el pediatra y miembro de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP), Ángel José Carbajo Ferreira.
“A partir de los seis meses empieza la diversidad alimentaria, y el bebé puede tomar cualquier alimento, como los adultos, menos la miel y la lechuga de hoja verde. Se deben ofrecer estos alimentos, y la clave es no introducir varios a la vez por si aparecen intolerancias. En el niño más mayor, hay que saber que las dietas vegetarianas son menos calóricas, tienen mucha fibra y aportan una mayor sensación de plenitud, así que estos niños, al tener el estómago más pequeño, tienen que hacer más comidas para alcanzar las calorías necesarias”, continúa.
La propia Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) en su estudio Niños vegetarianos, niños sanos, y elaborado por la pediatra Miriam Martínez Biarge, miembro del Department of Paediatrics de Londres, explica que los nutrientes clave en las dietas vegetarianas son las proteínas y las grasas. “La fuente proteica y dentro de esta, las legumbres, los frutos secos (molidos en los bebes) y las semillas, en vez de la carne, aparte de los cereales, las frutas y las verduras, son fundamentales. Además, las grasas no se deben limitar, pero grasas naturales y saturadas como el aguacate, que es muy calórico y tiene un perfil graso muy favorable”, agrega Carbajo Ferreira.
Consecuencias negativas y beneficios de las dietas vegetarianas
Una dieta mal planificada puede tener consecuencias negativas para la salud, sobre todo de crecimiento de niños y adolescentes. “No es lo mismo una familia que convierte a su hijo a los 3 años que un adolescente que se convierte por su cuenta. Uno de los riesgos es que no se suplan las proteínas, por lo que el suplemento de B12 es relevante”, añade el experto.
La Asociación Española de Pediatría (AEP), recomienda que las vitaminas esenciales en las dietas vegetarianas son el hierro, el calcio, el yodo, el zinc, la vitamina D y la Vitamina B12, de lo contrario y si existe un déficit de estas vitaminas podría haber desnutrición. “El adolescente independiente que quiere comenzar por su cuenta también supone un riesgo, porque a veces detrás de iniciar una dieta vegetariana se puede esconder un tipo de trastorno alimentario”, puntualiza. Además, tanto el aceite de palma como el azúcar refinado son veganos, y estos alimentos no son, precisamente, saludables. “Si un vegano se “pone morado” a tomar alimentos ultra procesados ricos en aceite de palma, no tomará una dieta saludable”, explica Carbajo Ferreira.
Así que, “las personas, incluidos los niños, que toman una dieta vegetariana bien planificada van a tomar una alimentación que se aproxima más a las recomendaciones nutricionales para la población, formuladas por los diferentes organismos, que aquellos que toman una dieta occidental, es decir, toman más fruta, más verdura y legumbres con un mayor aporte de fibra, mayor cantidad de vitaminas A y C, menor cantidad de grasas saturadas y, habitualmente, menos bebidas azucaradas y alimentos procesados”, concluye el experto.
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