Se podría decir que, en términos temporales, el estallido y evolución de la pandemia ha hecho que, en solo dos años, la educación online haya evolucionado lo mismo que de otra manera habría tardado 10. Las ventajas del modelo son claras: una mayor flexibilidad para estudiar (tanto en cuanto al horario como respecto al lugar); un ritmo de aprendizaje que se adapta a las circunstancias de cada alumno y unos costes que, por lo general, se sitúan por debajo de las titulaciones tradicionales de corte presencial. Las desventajas, un mayor riesgo de abandono, menos interacción con profesores y alumnos y un cierto grado de desconfianza que aún persiste sobre la calidad de la enseñanza en un entorno híbrido o digital, un extremo que los expertos rechazan de plano.
“La calidad no depende de la metodología, de la tecnología o del precio, sino esencialmente de las instituciones y, sobre todo, de las personas que están detrás de ellas. Gracias a la formación online, tanto el profesor como el alumno pueden estar en cualquier parte del mundo, por lo que tener al mejor especialista del planeta impartiendo una materia ya es posible”, asegura Joan Ramón Castelló, cofundador y SEO de Emagister. “El ejemplo más evidente lo tenemos en los MOOCs, cursos virtuales impartidos por las mejores universidades del mundo de forma gratuita. Con ellos podemos cursar formaciones de, entre otras, Harvard, Yale o el MIT”, añade. EL PAÍS repasa con Castelló el estado de la formación online, cuáles son sus desafíos y los mejores consejos para sacarle el máximo partido.
Pregunta. ¿Cuáles diría que son los mayores retos y desafíos que afronta la educación online?
Respuesta. Yo mencionaría cuatro. Para empezar, la confianza de los alumnos. Aunque a día de hoy es un tema más generacional que real, siguen existiendo reticencias a la hora de escoger un curso online cuando se compara con otro presencial. Luego está la formación de los profesores: en la formación online los profesores ya no solo tienen que ser expertos en la materia que imparten, sino que han de dominar también la tecnología para sacarle el máximo partido y no perder la atención de los alumnos.
Los otros dos tienen que ver con la tasa de abandono, que, aunque no es comparable con la de hace cuatro o cinco años, sigue siendo un reto muy importante; y la falta de comunidad. Aunque existen herramientas para la comunicación, en la mayoría de las formaciones virtuales no se consigue el grado de complicidad entre el alumnado que existe en la presencial y provocan que las formaciones sean más solitarias.
P. ¿Qué especialidades tienen una mejor empleabilidad?
Conoce en profundidad todas las caras de la moneda.
R. En estos momentos, las formaciones con mayor empleabilidad son las FP, y entre ellas, las de gestión administrativa y finanzas, desarrollo de aplicaciones, sistemas informáticos en red y sanidad (por ejemplo, el Grado Superior en Auxiliar de Enfermería y el de Técnico Superior de Laboratorio). En grados universitarios, son ADE (Administración y Dirección de Empresas), Ingeniería Informática e Ingeniería Industrial los que lideran la demanda desde hace varios años; mantienen también un alto volumen de demanda las de Enfermería y Medicina y sigue creciendo la demanda de licenciados en matemáticas y grados técnicos para empleos relacionados con el tratamiento avanzado de información o el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial. El sector de la salud dobló su demanda en 2020 a consecuencia de la pandemia, debido a la necesidad de profesionales, pero también por el sentimiento colectivo de agradecimiento que se generó.
En cuanto a los másteres, la mayor demanda en Emagister se concentra en los MBA (con un cierto auge de los Executive, menos académicos y más enfocados a la resolución y desarrollo de casos que los clásicos), además de los másteres en Ingeniería, Desarrollo de software y Big Data. Por otro lado, están los másteres oficiales habilitantes para el acceso a profesiones como enfermería, profesorado o abogacía, así como los relacionados con las áreas comerciales.
P. ¿Cómo se puede evitar el riesgo de abandono al que muchas veces se expone un alumno online?
R. Lo primero es escoger bien la formación. Aunque parezca una tontería, un porcentaje importante de los abandonos en la formación online vienen provocados por una incorrecta elección del curso. Conocer previamente los puntos del temario, los requisitos previos, la tecnología que se utilizará, la duración y la metodología de evaluación es de vital relevancia para no acabar defraudados y desmotivados. Las salidas profesionales y las experiencias y opiniones de los exalumnos también pueden ser factores importantes.
Lo segundo es ser realistas con el tiempo disponible. Una vez seleccionada la formación y antes de inscribirnos, debemos analizar si disponemos o no del tiempo suficiente para seguir el curso y qué sacrificios a nivel profesional (y sobre todo personal) tendremos que hacer. En este último aspecto, es vital que la familia sea cómplice y que pactemos de entrada cuánto tiempo vamos a dejar de dedicarles y durante qué periodo. Y, desde luego, es importante ser rigurosos; llevar al día las tareas y lecciones para que no se nos acumule el trabajo y poder seguir bien el ritmo de las clases.
Pregunta. No quedarnos con dudas, por muy básicas que parezcan, nos ayudará a asimilar bien todas las materias. En este aspecto, es muy importante tener una continua comunicación con los profesores y aprovechar al máximo las tutorías en caso de existir.
Que la tecnología no sea un freno. Dedicar el tiempo necesario a conocer bien las plataformas virtuales nos hará sentir cómodos y tranquilos, y evitaremos frustraciones que nos distraerán del objetivo marcado. Evidentemente una conexión rápida y sin cortes será clave para dedicar todo nuestro esfuerzo a lo que realmente es importante.
Interactúa. En aquellas formaciones en las que podamos comunicarnos con nuestros compañeros, no deberíamos perder la oportunidad de compartir nuestras experiencias con ellos. Nos ayudará a no sentirnos solos y a crear equipo.
P. ¿Qué factores deben tenerse en cuenta para elegir un buen centro educativo online?
R. Por lo general, los factores son los mismos que en la formación presencial porque, si bien en los años de prepandemia sí que existía una clara diferenciación entre los centros especializados y los que no lo eran, a día de hoy la diferencia es mínima. Por lo general, aparte de conocer el temario, la duración y las características del curso, es esencial consultar la opinión de exalumnos de esa misma formación o, si se trata de una nueva, de aquellos que hayan realizado programas parecidos en ese mismo centro.
El papel de la innovación y las nuevas tecnologías es esencial para el desarrollo de la educación online. Debe haber pocas personas que, durante la pandemia, no hayan utilizado una herramienta para comunicarse con la familia o amigos. Estas mismas herramientas son las que han ayudado a romper algunos de los mitos de la formación online, ya que nos han permitido ver que una comunicación eficiente entre profesores y alumnos no solo es posible, sino que además ya se está produciendo en la vida personal.
P. ¿Cuáles son las mejores técnicas, recursos y metodologías que encontrar hoy en un entorno virtual o híbrido?
R. Aunque el factor más relevante en cuanto a calidad siga siendo el de las instituciones y el profesorado, sí que es muy importante que el curso no sea una simple digitalización de un contenido offline. También que las plataformas que se utilicen para el aprendizaje permitan una comunicación ágil entre profesor y alumno y, sobre todo, un correcto aprendizaje y asimilación de la materia.
Una tendencia reciente que cada vez funciona mejor es la de programar clases síncronas, donde profesores y alumnos se conectan a la vez y discuten sobre un caso en concreto. Los alumnos tienen que preparar su exposición sobre el tema y compartir opiniones con el resto de la clase.
P. ¿Cómo suele ser la relación con los profesores en la educación online?
R. La calidad y la intensidad de la relación alumno-profesor depende en gran medida de cada universidad, facultad o centro. Aunque las universidades que son especialistas desde hace muchos años en las modalidades no presenciales (UOC, UNIR, etcétera) han desarrollado muchísimo más las técnicas de comunicación y relación online (síncrona o asíncrona) con sus alumnos, la mayoría de centros se han tenido que adaptar muy rápidamente durante la pandemia. Habitualmente, el profesorado de una formación virtual es más cercano al mercado laboral, más variado y, en algunos casos, de múltiples nacionalidades.
Existen formaciones online concebidas específicamente para esta metodología en las que la relación entre el profesor y el alumno es mucho mayor que la que se experimenta en la universidad clásica. Sin embargo, la comunicación síncrona suele ser menor, un factor que puede restar motivación y comprensión de la docencia. La autonomía de los estudiantes es mucho mayor en la formación online, lo que debería reforzar el valor de las titulaciones no presenciales; pero también es cierto que puede afectar al compromiso y el grado de abandono de los matriculados. Depende muchísimo de cada programa e incluso de cada profesor.
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