Las imágenes de Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, rehusando posar en una foto junto a los organizadores del evento Madrid Leaders Forum por ser la única mujer han dado la vuelta al mundo y suscitado todo tipo de comentarios.
Pero el de Calviño no es un gesto aislado ni desde el punto de vista individual ni colectivo, sino muestra de un creciente movimiento de rechazo a los machopaneles –hispanización del término anglosajón manel (de man+panel)–, a los foros de todo tipo en los que solo participan como ponentes o expertos hombres.
La vicepresidenta ya había advertido en febrero que no volvería a hacerse una foto ni a participar en un debate en el que fuera la única mujer. Y no por postureo, sino por “una convicción profunda de que las mujeres no solo tienen que estar, sino que se nos tiene que ver y se nos tiene que escuchar”.
En una entrevista en RNE, Calviño subrayó que el alboroto causado por su “no foto” es un síntoma de que la visibilidad de las mujeres “es un tema que nos tenemos que tomar en serio” porque “es fundamental desde el punto de vista del buen funcionamiento de nuestra sociedad, desde el punto de vista de la justicia, pero también desde el punto de vista económico, porque no podemos invisibilizar al 50% de nuestra población”.
Lo dice la vicepresidenta, que es mujer, pero también muchos hombres, que reconocen públicamente sentir vergüenza ajena cuando ven debates, jornadas o eventos en los que solo hablan hombres incluso cuando son temas que atañen estrictamente a la mujer.
Una realidad que incomoda a cada vez más hombres
“Ayer comparecimos siete hombres y una mujer en la comisión de ciencia del Congreso. No fue un #AllMalePanel pero casi. Pido disculpas por la parte que me toca. Parte del problema es que no supimos quien iba hasta que se anunció el orden del día literalmente dos días antes”, se disculpaba Francisco Palazón, miembro de la Federación de Jóvenes Investigadores en un tuit hace unos meses.
Claro que no todo el mundo lo ve así. Hay quien cuestiona la pertinencia de que la viceministra rechace fotografiarse en un acto en función de quienes le acompañan en la imagen; o que se cuestione a los organizadores de un acto por incluir solo a ponentes varones, como ha pasado con los promotores del curso de verano Agricultura, Agua y Biodiversidad de la Universidad de Murcia, muy criticados en redes sociales por presumir de un elenco de profesores en los que no figura ninguna mujer hasta el punto de tener que anunciar que intentarían introducir algún cambio.
“Somos conscientes del problema y aceptamos la crítica. Hemos buscado mujeres, pero en este campo no hay muchas, y con las que hemos contactado, han declinado la invitación. Esperamos ser capaces hacer un panel equilibrado en próximas ediciones, pero esta vez no ha sido posible”, tuiteó un día después David Sánchez-Fernández, investigador de dicha Universidad y uno de los organizadores.
“Hay mujeres profesionales con talento en todos los ámbitos, y hay organizaciones que tienen bases de datos con ellas, pero a menudo quienes organizan los paneles llaman a la cúpula de la pirámide de las empresas o de las instituciones, que casi siempre son hombres, o contactan con los expertos que ya han visto otras veces, y siempre acaba dándose el protagonismo a los mismos”, responde Anna Mercadé, directora del Observatori Dona, Empresa i Economia (Odee) de la Cambra de Comerç de Barcelona.
De ahí, dice, la relevancia de las cada vez más numerosas plataformas donde mujeres directivas y profesionales de diversos ámbitos se postulan y muestran sus actividades y su experiencia para “visibilizar su talento y capacidades”.
Las consecuencias
Invisibilizar a las mujeres tiene coste económico y social
Porque, asegura esta empresaria, la falta de presencia femenina en los foros de debate y análisis no es solo un tema de feminismo, de derechos o de visibilidad, es de gran trascendencia económica y social.
“Está más que demostrado con estudios que el equilibrio de género impulsa mayores beneficios en las empresas y un mejor ambiente laboral, y que la diversidad es fundamental en los negocios y en la sociedad, porque no todas las visiones ni necesidades son las de un hombre occidental de piel blanca, y si solo se escucha a una parte de la población se va agrandando la brecha entre lo que opinan los políticos o hacen las empresa y la realidad de la gente de la calle”, justifica Mercadé.
Si solo se escucha a una parte de la población se agranda la brecha con la realidad de la calle
También lo ven así el creciente número de varones a quienes incomoda verse en paneles integrados solo por hombres. “No es postureo, es igualdad. ¿Es que el 80% de la población es masculina? ¿Hay algo que justifique que los hombres han de estar más representados que las mujeres? Los que organizan actos deberían tener cuidado con estas cosas, porque da mucha vergüenza (participar en un panel solo con hombres)”, afirma Palazón en conversación con La Vanguardia.
Pero los machopaneles no son pocos ni van a la baja. Según datos de #DóndeEstánEllas –la iniciativa impulsada en 2018 por la Oficina del Parlamento Europeo en España para visibilizar a las expertas en los debates– los paneles solo de hombres pasaron de 588 en 2020 a 1.176 el año pasado. Y esos son los que salen sólo del recuento de las casi 200 entidades suscritas, que monitorizan la presencia de expertas en los paneles que organizan: 8.309 en 2021, con una participación femenina del 53%.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, comunidades como la de Madrid, Cantabria, La Rioja o Baleares, universidades como la UPC, la UPM o la UAM, y diferentes colegios profesionales y hospitales son algunas de las entidades miembro de #DóndeEstánEllas.
El caso del Ministerio de Exteriores
Exige “presencia equilibrada” para participar en paneles apoyándose en la ley orgánica 3/2007
En el caso del Ministerio de Asuntos Exteriores, en la época en que era ministro Josep Borrell ya se aprobó una orden que exigía “presencia equilibrada” de ambos sexos para que representantes del ministerio participen en cualquier intervención publica, y que también establecía un protocolo para valorar el rechazo a intervenir en paneles compuestos exclusivamente por hombres o por mujeres.
Y la orden se amparaba en dos leyes: la ley orgánica 3/2007 que insta a las administraciones a adoptar medidas para la igualdad efectiva de hombres y mujeres “en todos los ámbitos” de actuación, y la ley de Acción Exterior del Estado que exige “la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres”.
“La no foto de la vicepresidenta Calviño nos ha alegrado porque ha visibilizado un problema contra el que llevamos años batallando y contra el que hay múltiples iniciativas, además de la del Parlamento Europeo”, comenta la directora del Odee.
En @No_Sin_Mujeres figuran 656 académicos de ciencias sociales que se autoexcluyen para paneles solo de varones
En la lista @No_Sin_Mujeres, por ejemplo, más de 655 académicos (hombres) españoles del ámbito de las ciencias sociales se han comprometido públicamente a “no participar como ponentes en ningún evento académico (conferencia, congreso, jornadas o similar) o mesa redonda de más de dos ponentes donde no haya al menos una mujer en calidad de experta”. Y, como en el caso del ministerio de Asuntos Exteriores (el único departamento del Gobierno de Pedro Sánchez que, según fuentes de La Moncloa, tiene política explícita en contra los machopaneles), los académicos aducen el cumplimiento de la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
Otras iniciativas, como #NoHaydebatatesinMujeres, #onsonlasdones, #AllMalePanel, #HayMujeres o Womenalsoknowstuff (las mujeres también saben cosas) también cuestionan en el ámbito nacional e internacional los machopaneles y promueven y visibilizan a profesionales femeninas porque “no existe tema en la faz de la Tierra que no concierna a las mujeres”, como declaró Valerie Julliand el año pasado al anunciar que nadie del equipo de Naciones Unidas en Indonesia no participaría más en ponencias o reuniones públicas en los que no hubiera mujeres como panelistas.
Los argumentarios
La falta de mujeres en foros de discusión pública, sean políticos, académicos o empresariales acostumbra a ser explicada por los organizadores con afirmaciones como la escasez de expertas en ese ámbito, el rechazo a incluir mujeres solo por el hecho de ser mujeres o el argumento de que el tema que se aborda nada tiene que ver con el género. No obstante, estos son argumentos fuertemente rebatidos con datos y análisis de teoría económica y transformación social por quienes se posicionan abiertamente contra los machopaneles.
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“No es fácil encontrar expertas en según que temas”. Sin duda la presencia femenina varía en función de los ámbitos profesionales, pero incluso en las carreras más técnicas hay hoy muchas mujeres. De los más de 150.000 que integra el Instituto de la Ingeniería de España, por ejemplo, el 26,4% son mujeres. Y para contrarrestar este argumento, numerosas instituciones, colegios profesionales y asociaciones disponen ya de “buscadores de expertas” y otras iniciativas encaminadas a visibilizar y facilitar el acceso a las profesionales de su ámbito.
“El problema es que a menudo a los organizadores les es más fácil llamar a ‘los de siempre’, a quienes ya conocen, que pensar en nuevos ponentes para sus eventos”, se lamenta Anna Mercadé.
Por ello, quienes no comulgan con los machopaneles aseguran que, a la hora de rehusar amablemente la participación en un acto por la ausencia de mujeres, se tenga a mano el nombre de alguna colega para sugerirlo si se recibe la excusa de que no han encontrado expertas.
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“El tema que se aborda nada tiene que ver con el género”. Los paneles integrados solo por hombres solo aportan las perspectivas de los hombres, a pesar de que la mitad de la población son mujeres y las decisiones, sean de salud, de infraestructuras, educación, tecnología o de cualquier otro ámbito, acostumbran a tener un impacto diferenciado en la vida de hombres y mujeres. “Son el equivalente a una forma de visión de túnel que puede llevar a conclusiones incompletas cuando no incorrectas”, advierten los detractores de los machopaneles.
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“No hay que incluir mujeres solo por ser mujeres”. Quienes rechazan intervenir en actos sin expertas contraargumentan que “invisibilizar el talento femenino, además de lo que pueda suponer de sexismo y exclusión, dificulta que haya referentes profesionales y diferentes modelos de éxito que puedan inspirar a jóvenes y adolescentes, y eso dificulta que después las empresas dispongan de los equipos diversos que necesitan para desarrollar los productos que una sociedad tan plural como la actual requiere”.
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“Son una pérdida de talento muy costosa”. El vacío de referentes por la invisibilidad del talento femenino contribuye también al abandono total o parcial de la carrera profesional por parte de muchas mujeres y estaría detrás de la dificultad que tienen ya muchas empresas tecnológicas o grupos de investigación para incorporar mujeres a sus equipos. “La pérdida de talento no es solo injusta para las mujeres, sino también costosa para los negocios”, resumen los autores del informe Mujeres Líderes en el umbral de la visibilidad presentado por la consultora LLYC en marzo pasado.
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“Refuerzan estereotipos de género”. Más allá de sus implicaciones económicas y sociales el debate sobre los machopaneles es también una cuestión de equidad e igualdad. “Transmiten una falta de diversidad en la sociedad que desmotiva y expulsa a quienes no se sienten identificados con esas posiciones relevantes o de liderazgo”. En cambio, la presencia de mujeres “normaliza diferentes modelos de éxito y contribuye a que las cualidades dejen de ser masculinizantes o feminizantes”, explica el informe de LLYC.
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“Reducen la relevancia económica de las mujeres”. Desde el punto de vista de la igualdad, la invisibilidad del talento femenino dificulta que las mujeres puedan acceder a empleos y puestos bien remunerados, lo que afecta a su bienestar económico y social y el avance hacia una sociedad más equilibrada, explican las fuentes consultadas.
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