Rodrigo Hernández (Madrid, 1996) ha sido una de las piedras angulares del Manchester City en la conquista de la Premier. Dos días después visita la redacción de AS. Un gol suyo fue clave para la remontada que significó la cuarta Premier de los últimos cinco años. “Guardiola me dijo que los importantes fueron los de Gündogan, que el mío lo metió la afición”, bromea.
—Han pasado solo 48 horas desde que conquistaran la Premier…
—Fue una celebración especial. Es la primera vez que pude celebrar una Premier con la gente, porque la anterior con el tema de la Covid no fue igual. Recuerdo el pitido final y cómo saltó la afición al césped. Yo les decía a mis compañeros: ‘Cuando pasen los años y miremos atrás nos daremos cuenta de que ha sido un momento único’. Lo tuvo todo: ganar mi segunda Premier, ganar cuatro de las últimas cinco y ganársela además al mejor Liverpool de la historia.
—¿Qué siente ahora, una vez asimilado el éxito?
—Que es un orgullo ser parte de este gran equipo que han creado Txiki Begiristain. Conquistar la Premier es el premio a un gran esfuerzo en todos los sentidos. Es la competición más brutal que hay. Se juntó ganar el título con cómo lo ganamos. Daba la sensación de que estábamos perdiendo todo el trabajo de nueve meses. Se nos iba. Por eso tras la remontada la gente acabó llorando, eufórica.
—Incluido Guardiola…
—Había visto a Guardiola bailando, pero solo unas pinceladas (risas). Llorar como hizo él te sale de dentro. Indica lo que cuesta ganar. Hemos tenido que hacer 93 puntos para ser campeones; la otra vez fueron 97. El Liverpool perdió dos partidos en toda la Premier, nosotros tres. Sabíamos que el que pinchara se quedaba sin título, fue muy duro.
—¿Se iban enterando del resultado del otro partido?
—Cuando encajamos el 0-2 yo estaba rezando por el resultado del Liverpool. No sabía ni cómo iban. Y desde el banquillo nos engañaban. Nos decían: ‘¡Seguid, seguid! ¡Van 1-1! ¡1-1!’. Pero la información no la tienes segura, yo no me fiaba. Pensaba: ‘Esto me huele mal’. Había mucha confusión, y entonces el míster acertó con los cambios. Entró gente que nos aportó mucho: Zinchenko, Sterling, Gündogan… Gente que además no ha sido titular. El Aston Vlla estaba haciendo un buen partido, Gerrard lo había planteado muy bien. El 1-2 de Gundo fue clave. A partir de ahí ya estás metido de lleno. Lo ves posible.
—¡Después me dijo Guardiola que los goles de Gündogan fueron los importantes, que el mío lo había metido la afición…! ¡Con lo que cuesta marcar un gol así! (risas). Le comenté a Zinchenko que la clave había sido su pase, porque me vino con mucha tensión. Pensé en mandarla al palo largo, pero me salió por el corto y entró. Olsen, el portero, que por cierto mide dos metros, estuvo a punto de cogérmela. Ahora miro el gol y digo: ‘¡Menos mal!’.
—Siete goles en la Premier ha logrado.
—Sí, estoy contento por haber dado un pasito a nivel goleador. Cuando ves que cada vez tienes más presencia cerca del área y que los rivales nos defienden muy atrás, es normal probar. No hemos tenido un goleador, sino que hemos aportado goles todos. Creo que casi la plantilla entera hemos marcado.
—¿Qué me dice de Guardiola?
—Un trabajador nato. Hora y media antes de los entrenamientos esta ya allí. En los descansos es más de dar indicaciones que gritos. Transmite tranquilidad. Ayuda. Yo, a veces, cuando vamos perdiendo, pienso: ‘Nos va a meter una voz…’. Pero no. Es más de apretar cuando las cosas van bien que cuando van mal. Recuerdo un día que íbamos ganando y jugando bien y sin embargo me soltó: ‘¿Qué te crees, el mejor?’.
“Guardiola aprieta más cuando las cosas van bien que cuando van mal”
—¿Esta temporada ha sido la mejor de su carrera?
—Sí, mi mejor año. Poco a poco vas creciendo, te vas adaptando. Hay una aclimatación que todo el mundo necesita. He ido entendiendo mejor mi labor, he crecido en eso. Mediocentro es la posición en la que más aspectos debes dominar. Siempre he jugado con otro centrocampista al lado, pero ahora estoy yo solo. Lillo me dice que soy como un perro guardián. Debo proteger lo que tengo sin perderlo. Debo ladrar, no siempre morder. Si salto a una presión a destiempo puedo descolocarme. Estoy contento. El club hizo una apuesta fuerte por mí y quiero devolverle toda esa confianza.
—¿Se ve prolongando su carrera en España o en Inglaterra?
—En el fútbol nunca se sabe. A mí me llaman los proyectos en los que pueda crecer y creo que ahora mismo el proyecto del City es espectacular.
—Y tanto, ahora viene Haaland…
—Estamos esperando la llegada del Vikingo (risas). Es un jugador que nos cambia la manera de jugar. Nosotros usamos un falso 9, que te da cosas pero también te quita otras. Yo tenía claro que Haaland podía venir. Teníamos un espacio en la plantilla que él va a ocupar. Es un portento físico. Después de jugar contra ellos en Dortmund le dije a Rúben Días, que también es un prodigio: ‘¡Este te ha llevado por delante!’ (risas).
—¿Y Mánchester? ¿Es red o sky blue?
—Cuando llegué me dijeron que hay más gente del City en la ciudad y del United en el país. Yo he notado siempre un 50%. Vivo en el centro. Estuve dos ó tres años solo, hasta que ahora ha venido conmigo mi novia. Prefiero empaparme de la ciudad que estar aislado a las afueras, así puedo salir a la calle y darme una vuelta. Es distinto a España. En Inglaterra el hincha toma más distancia con el jugador cuando se cruza con él.
—¿Cómo es el vestuario del City?
—Cuando llegué se acababan de ir jugadores emblema como Kompany o Silva. El vestuario es como la ONU: hay argelinos, portugueses, españoles, franceses… Hay muy buen ambiente. Se habla mucho español. Los utileros ingleses también ayudan. ¡No me imagino a un utilero del Madrid tirándose por los suelos como el nuestro en el vestuario en la celebración del título!
“El partido del Bernabéu fue el peor día de mi vida, la clave estuvo en la ida”
—¿De Bruyne es el jefe?
—Es espectacular, el mejor futbolista con el que yo he jugado. Un centrocampista moderno. Nada que ver con Modric o Iniesta, por ejemplo. Él es vertical, siempre cercano al área.
—¿Hacia dónde va el proyecto ‘citizen’?
—Se está construyendo un equipo con una idea clara. Nos falta Europa, es evidente, pero lo estamos tocando. Esa mentalidad ganadora también se construye, siempre lo digo. Estos años nos están sirviendo de experiencia. Poco a poco estamos ahí: finalistas el año pasado, a punto de serlo en este…
—¿Cómo recuerda la debacle del Bernabéu?
—Fue el peor día de mi vida. Acabamos desilusionados. Recuerdo que Guardiola nos dio dos días libres después de aquello, nos hizo desconectar. Fue clave. Cuando volvimos nos hizo ver que teníamos otra cosa por la que pelear. Recuperamos la fuerza.
—¿Qué les pasó en esos minutos de desconexión?
—La clave estuvo en el partido de ida, pienso. Yo terminé cabreado porque sabía que habían salido vivos. Era un partido para marcar 5 ó 6 goles. El Bernabéu sabemos cómo es, lo que puede pasar. En aquellos minutos de locura es difícil organizarse. El Madrid se desordenó y nos desordenó a nosotros. Pero volveremos a intentarlo. Tenemos una generación joven.
—¿Cómo ve la final Madrid-Liverpool?
—El Liverpool es un rival durísimo. El Madrid es mejor en el escenario, pero como equipo el Liverpool domina todos los aspectos. Antes era desequilibrante a la contra, ahora ha incorporado muchos más registros. Es un equipo contundente en las áreas. El Madrid tiene grandes jugadores y experiencia. A un partido cualquier cosa puede pasar.
—¿En España no se valora lo suficiente la Premier?
—¿Puedo ser honesto? (risas).
—Claro.
—El jugador español en la Premier no tiene tanta visibilidad, es así. Noto que no se sigue tanto, y eso que es una liga impresionante. En Inglaterra es diferente. Para los ingleses lo más importante diría que es la Premier, mientras que en España no hay discusión: es la Champions. Yo veo la Liga. He visto al Atlético. Ganar después de ganar es difícil, pero siguen teniendo una plantilla como para competir con cualquiera.
—A ustedes les pusieron las cosas complicadas con un planteamiento ultradefensivo…
—Fue difícil, sí. Una cosa es vivirlo cuando juegas con ellos y otra cuando juegas contra ellos. El segundo tiempo del Wanda no fue nada bueno. Tuvo razones Guardiola para enfadarse.
“Hemos ganado la Premier al mejor Liverpool de toda la historia”
—¿Qué aprendió de sus entrenadores?
—Cada entrenador es distinto. He tenido a Marcelino, Simeone, Guardiola y Luis Enrique. Son diferentes, pero les caracteriza lo competitivos que son. Simeone me decía: ‘Con balón te veo bien, sin él te voy a apretar’. Con Pep, por ejemplo, me movía mucho. Ahora me muevo menos. Y con Luis Enrique es distinto: me pide que si tengo posibilidad y espacio tire hacia adelante… Es decir, cada uno con su mentalidad te hace mejorar.
—¿Siempre fue mediocentro?
—Sí, a los 12 años llegué al Atlético. En mi primer año, el técnico, Fran Alcoy, ya me puso ahí. Yo jugaba en el Rayo Majadadonda y tenía a Lucas Hernández de compañero. Un año lo ficharon a él, al siguiente a mí. Luego estuvimos juntos de nuevo en el primer equipo del Atleti. Al principio era más 8. Mi padre me decía que quería que jugara ahí, que llegara más al área. No le gustaba en tareas defensivas. Hasta que vio que es lo mejor.
—¿Tuvo referentes?
—Mi ídolo siempre fue Zidane, aunque no me parecía mucho a él (risas). En mi época vivimos el boom del Barça y por eso un jugador en el que me fijé mucho fue Busquets. También Bruno y Senna en el Villarreal. Me empapé de ellos cuando fueron mis compañeros. De Xabi Alonso también, aunque tenía un estilo distinto. Él era más Premier.
—Busquets además es su compañero.
—Tengo buena relación, me da consejos. Con eso que él tiene se nace o no. Físicamente no es prodigioso, pero ha sabido adaptarse. Busi es el mediocentro más rápido, porque en el fútbol la velocidad la da el balón. Cómo lo mueves. Luego hay otros mediocentros como Casemiro, que es diferente pero también top.
—¿Pueden repetir los éxitos de la España campeona?
—Aquella generación al principio no era tan conocida tampoco. Nosotros estamos en ese proceso. En la Eurocopa y en la Nations League demostramos que podemos ganar a cualquiera. El problema es que es muy difícil conquistar títulos, porque hay mucha competencia. Veremos este año. Yo creo que el Mundial en noviembre hará que lleguemos todos a plenitud física. Quedan jugadores emblema todavía como Busquets, por ejemplo, y mi generación debe ser la siguiente en instalarse ahí. Y después vienen por detrás los alevines, como les llamo yo (risas).