Ahora estamos sentados alrededor de la gran mesa, comiendo ceviche y cerdo, bebiendo vino tinto, mientras Benito sonríe al recordar el primer encuentro con Calderón, el reguetonero puertorriqueño y legendario MC del hip hop. “Siempre cuento la historia de cuando estaba en la escuela. Si me daba flojera y no quería levantarme, me amenazaban con no dejarme escuchar a Tego Calderón. Hombre, me levantaba y preparaba muy rápido. Estaba listo. ‘¡No vas a escuchar la canción de Tego!’. Y yo decía: ‘Está bien, mami, está bien. Estoy listo!’”.
Benito asistió a la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, con la intención de especializarse en Comunicación Visual. Durante su primer semestre reprobó todas las clases, excepto las de su especialidad. “Y aprobé matemáticas”, confiesa. Escribía canciones, pero no las grababa. “Siempre creaba ritmos, pistas, beats. Tenía claro que quería ser artista, pero quería que fuera algo serio, como ‘estoy trabajando en serio, no es que esté aquí tratando de hacer locuras’. Es por eso no subí canciones hasta que me sentí lo más preparado posible, a nivel de flow, de ritmo, de letra”.
Alrededor de 2014, antes de abandonar la Universidad, el boricua aceptó un trabajo embolsando alimentos en una cadena de supermercados. Fue entonces cuando su amigo Ormani Pérez, ahora su DJ oficial, lo impulsó a subir algunos temas a SoundCloud. “Había una página en Facebook que todavía existe y mis amigos siempre me decían que los subiera allí. Nunca tuve mucha confianza. Pensaba: ‘No, no lo haré allí. Quiero ser músico y subirlas cuando estén terminadas’. Pero había una oleada de chicos jóvenes que hacían música y la subían a SoundCloud. Y dije, bueno, eso es lo que voy a hacer entonces”.
La gente comenzó a compartir los temas, sumándose cada vez más personas. “Fueron 500 mil luego, un millón”, recuerda. “Es emocionante lanzar una canción, darle refresh y ver cuánta gente la ha reproducido”. En 2016, el también actor llamó la atención de Noah Assad, fundador de Rimas Entertainment, que se había convertido rápidamente en uno de los mayores sellos musicales de la escena latina. Cofundada con José ‘Junior’ Carabaño en 2014, comenzó como una pequeña red de YouTube que distribuía y comercializaba videos musicales. Incluso, cuando Benito aún no decidía firmar con Rimas Entertainment, él seguía repartiendo currículums en establecimientos de retail y pensando en sus estudios. Sabía que siempre haría música, pero no tenía la certeza de cuánto tiempo le llevaría lanzar su carrera. Intentaba estar preparado para todo.
El método de Assad fue único y aprovechaba las colaboraciones estratégicas. En lugar de centrarse en los álbumes, su plan consistía en lanzar singles en rápida sucesión. Para cuando las grandes firmas discográficas se dieron cuenta, las visitas de Bad Bunny en YouTube se contaban por cientos de millones. Desde su éxito de 2016, “Soy Peor”, y sus colaboraciones con Cardi B y J Balvin en “I Like It”, y con Drake en “Mia”, Benito ha batido récords y desafiado las expectativas. Ha presentado tres álbumes de estudio, un material colaborativo y un disco compilatorio. Ha acumulado dos premios Grammy, cuatro Latin Grammys, ocho Billboard Music Awards, un MTV Video Music Award y dos American Music Awards, entre otros galardones.
A finales de 2020, El último tour del mundo se convirtió en el primer álbum completamente en español en alcanzar el primer puesto del Billboard 200. Benito ha sido el artista con más reproducciones en Spotify durante dos años consecutivos. Su gira de principios de año vendió 500 mil entradas en la primera semana y recaudó casi 117 millones de dólares. Además, tras un papel secundario en la serie de Netflix, Narcos: México, el puertorriqueño rodó la película Bullet Train con Brad Pitt. “Era fuego absoluto”, recuerda. “A veces, durante el rodaje, gritaban ‘¡Corte!’ y yo pensaba: ‘¡Qué demonios! Estoy aquí con Brad Pitt’”.