Las vacas están en la mira de todo el mundo, desde que se instaló el tema de su contribución al cambio climático por las emisiones de metano. Sin embargo, podrían ser todo lo contrario. Haciendo los deberes, son una esperanza para frenar el recalentamiento de la Tierra. Esa fue la conclusión del Foro de Metano en la producción de carne que reunió en Sao Paulo (Brasil) a los principales referentes del mundo en ciencias del clima y nutrición animal.
El evento fue organizado por JBS, el mayor productor de proteínas animales del mundo y la empresa Silvateam, líder a nivel mundial en la producción de taninos, dos compañías con fuertes compromisos ambientales. En el caso del procesador de carne, ha sido la primera empresa en el segmento de las proteínas animales en comprometerse a ser carbono neutral para 2040, mientras que Silvateam cuenta con certificaciones de manejo de bosques sustentables y hace uso de los conceptos de economía circular, al procesar los residuos de la industria para producir energía renovable en diferentes partes del mundo, incluyendo su central en La Escondida, provincia de Chaco, donde exporta al sistema eléctrico nacional 10 MW de potencia eléctrica.
Durante los últimos años, las vacas han estado en el centro de la esfera ambientalista por ser los máximos responsables de las emisiones de metano, el segundo gas de efecto invernadero en abundancia detrás del dióxido de carbono, pero con efectos sobre el cambio climático 28 veces más potentes. Varias organizaciones han impulsado la reducción en el consumo de carne como una forma de abordar la crisis climática.
Sin embargo, los especialistas coincidieron en Sao Paulo en que, si bien las vacas son emisores naturales de metano por ser rumiantes, el comportamiento de este gas al liberarse en la atmósfera tiene una mecánica química completamente diferente a la de los otros gases de efecto invernadero, y el aumento de su concentración no estaría relacionado con los bovinos, sino con las mayores emisiones causadas por la quema de combustibles fósiles.
Pero aun así, interesa reducir la formación de metano de las vacas ya que podrían jugar un papel fundamental para la descarbonización del planeta.
Frank Mitloehner, Profesor Especialista en Calidad de Aire en el Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de California en Davis, explicó que el punto de partida de este enfoque es que el metano liberado por las vacas se recicla al cabo de un tiempo en dióxido de carbono y agua: los dos compuestos que por acción de la fotosíntesis producen los carbohidratos que sirven de alimentos para la ganadería. De este modo se produce un ciclo biogénico cerrado donde no hay aporte adicional de carbono. Una situación totalmente inversa a la que ocurre al extraer y quemar hidrocarburos, donde permanentemente se está inyectando al sistema carbono que antes no interactuaba con la atmósfera.
Según el especialista, limitar las emisiones de metano podría tener un impacto muy rápido en reducir el calentamiento global, ya que el metano generalmente se descompone en unos 12 años, a diferencia del dióxido de carbono, que permanece en la atmósfera por más de 1.000 años. Esto provoca que las emisiones de dióxido de carbono sean aditivas en el tiempo. Aunque se reduzcan, mientras sigan existiendo habrá una mayor concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En cambio, la capacidad de descomponerse del metano y su permanencia limitada en la atmósfera, hace posible que al reducir las emisiones en la ganadería se logre un efecto positivo en el clima.
“Puedes verlo como una bañadera, agregar CO2 a la atmósfera es como abrir la canilla de la bañadera con el tapón de desagote cerrado: el nivel nunca bajará. El metano es como tener la canilla abierta, pero con el desagote también abierto. Si abres poco la canilla, el nivel del agua bajará”.
A lo largo de las dos jornadas del evento, diferentes especialistas mostraron que mediante el uso de aditivos para alimentos, digestores anaeróbicos y genética es posible cerrar la canilla de emisiones de metano en las vacas y ayudar así a otras industrias a compensar sus emisiones.
La alternativa más efectiva e inmediata es trabajar sobre la nutrición de la vaca con aditivos que limitan la formación de metano en el rumen. En todo el mundo se están estudiando y ensayando diferentes alternativas como algas, taninos, lípidos y nitratos entre otros. Los taninos fueron señalados como una de las opciones más prometedoras, con la gran ventaja de que son naturales, otra de las demandas de los consumidores. Aunque los especialistas son cautos a la hora de dar cifras sobre el potencial de reducción de emisiones de metano, los ensayos están demostrando que el uso de taninos puede llegar a reducir hasta 30% las emisiones de metano entérico.
“La industria de los combustibles fósiles no puede hacer lo que hace la agricultura, no puede secuestrar carbono y no tiene formas significativas de reducir las emisiones. Con las nuevas herramientas, la agricultura animal es parte de la solución climática”, dijo Mitloehner.