“Una dieta saludable es una dieta variada que consiste fundamentalmente en frutas y verduras y en la que se hace un gran consumo de granos enteros. Las proteínas las aportan las legumbres y los productos no procesados (que no sean embutidos)”, explica María Dolores del Castillo Bilbao, investigadora científica del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación del CSIC, bioquímica y doctora en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. La experta añade que “se pueden consumir carnes rojas, pero es mucho más aconsejable consumirlas blancas y hacer énfasis en el pollo y el pescado. En esta alimentación se recurre a la elaboración de platos utilizando procedimientos culinarios que mantengan las propiedades nutricionales esenciales de los alimentos y preserven los compuestos bioactivos que están ellos, que tienen grandes beneficios para la salud. La hidratación también debe ser saludable, fundamentalmente con agua y con infusiones que no lleven azúcar añadido. La dieta por excelencia que se considera más saludable y modelo a seguir es la dieta mediterránea que cumpla todos los requisitos mencionados antes”.
Del Castillo Bilbao insiste en no olvidarse de la hidratación saludable y aconseja estudiar la pirámide de la alimentación saludable de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria.
Alimentación equilibrada y en compañía
La alimentación tradicional a la que se refiere la pirámide, y que también menciona la experta del CSIC, debe ser sostenible, equilibrada, en compañía y con tiempo, porque no olvidemos que el equilibrio emocional es una parte importantísima de una vida saludable. También debe ser de cercanía y de calidad. Consumir productos de temporada y de productores sostenibles y que estén cerca de nuestro hogar es casi un 50 % de lo que supone alimentarse de manera saludable.
De hecho, Anna Bach, profesora Estudios de Ciencias de la Salud en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) especializada en alimentación y salud pública, sostiene que las proporciones de la dieta mediterránea donde el peso está en los alimentos de origen vegetal (verduras, fruta, cereales, legumbres…) y baja en alimentos de origen animal “hace que el plato sea muy parecido al plato planetario (un plato saludable y sostenible que ayuda a salvar el planeta). Otros aspectos que la hacen más sostenible es que esta dieta está basada en alimentos locales y de temporada. Seguir la dieta mediterránea puede ser un elemento estratégico para combatir el cambio climático. Es uno de los modelos agrícolas y ambientales más sostenibles y respetuosos con el medioambiente”.
Slow food y la biodiversidad en la oferta alimentaria
Hay algunas asociaciones cuya filosofía está basada precisamente en todo esto de lo que hablamos. Slow-Food es una de ellas. Es una asociación eco-gastronómica sin ánimo de lucro fundada en 1989 en Italia para contrarrestar la fast food y la fast life, impedir la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales y combatir la falta de interés general por la nutrición, por los orígenes, los sabores y las consecuencias de las opciones alimentarias de la población. Hoy tiene más de 100.000 miembros en todo el mundo que fomentan una nueva lógica de producción alimentaria, desarrollan programas de educación alimentaria y actúan a favor de la biodiversidad.