La ciencia se volvió para Pamela Chávez (54) un mecanismo de supervivencia durante su época escolar; y es que a través de la investigación científica encontró una manera -luego de pasar por el deporte- de canalizar el exceso de energía y curiosidad que los profesionales a los que acudió habían tildado de hiperactividad. Así, en octavo básico indagó en el desarrollo embrionario de las ranas, porque por ese entonces algunos estudios habían planteado la posibilidad de que los niños cuyas madres habían tomado antibióticos durante una etapa temprana del embarazo podían nacer con labio leporino y ella, cautivada por las múltiples posibilidades del rubro, quiso estudiar la correlación. Luego estudió el efecto de la testosterona en el desarrollo reproductivo de las ratas.
Cuando terminó el colegio quiso estudiar biología marina, pero en Antofagasta (su ciudad natal) no existía la carrera, por lo que terminó estudiando Ingeniería en Acuicultura en la Universidad de Antofagasta y luego, en 1993, un magister en Microbiología Acuática. Posterior a eso, un doctorado en Microbiología Molecular y Biotecnología en la Universidad de Kyoto, en Japón. No fue hasta el 2008, luego de que una amiga y socia metalúrgica la invitara a ser parte de su emprendimiento Biotecnologías Antofagasta -en el primer periodo de Michelle Bachelet-, que logró consolidar el suyo junto a un inversionista que la incentivó; una empresa de biotecnología llamada Aguamarina que desarrollaba tecnologías que optimizaban procesos y que buscaban hacer de la minería una práctica más sustentable y preocupada del medio ambiente. En el 2020, finalmente, junto a dos socias, fundó Domolif, un startup enfocado en la investigación biotecnológica. En unos días, luego de ser designada en marzo, asumirá como parte del directorio de Codelco, siendo la primera mujer científica y la única que vive en Antofagasta.
La ciencia le dio sentido a tu infancia.
Fue lo que hizo que juntara mi energía con mi curiosidad y que finalmente mi inquietud e hiperactividad tuvieran un sentido. En un principio los profesionales me recomendaron hacer deporte, pero después me encontré con la ciencia y me lo tomé como una competencia más, como si fuera un deporte igualmente. Me puse a investigar de una y finalmente entré a estudiar Ingeniería en Acuicultura, que agradezco hasta el día de hoy porque me dio esa practicidad de la ingeniería; me dio una mirada aterrizada de la ciencia.
¿Cómo se hace de la minería -una práctica que tiene impactos profundos tanto en el medio ambiente como en las comunidades aledañas- una actividad más sustentable y con el foco puesto en lo humano?
Justamente con tecnologías, por eso es tan importante el emprendimiento tecnológico, y esto no es algo que va a hacer una compañía minera de por sí. La compañía lo que va a hacer es comprar esas tecnologías y usarlas. Por eso es clave que tengamos un ecosistema con emprendimiento tecnológico en el que desarrollemos los productos y servicios que sí van a solucionar esos problemas que el mundo minero no tiene del todo resuelto. Porque toda actividad económica, agrícola, acuícola tiene un impacto, simplemente por el hecho de intervenir un ecosistema. Cuando se echa a andar una actividad así, hay efectos, tales como endulzar las aguas continentales, que es un golpe a lo sustentable. Por eso, en torno a todos los posibles efectos tienen que salir tecnologías complementarias para que las empresas las usen y sean más sustentables, sostenibles, con más economía circular y que reúsen sus propios residuos para generar valor. Eso es algo que las tecnologías pueden facilitar, el tema está en incentivar estos emprendimientos tecnológicos.
¿Cómo logramos eso?
Primero entendiendo que por ahí pasa el desarrollo, no por tener grandes industrias. El empleo hoy día está en el emprendimiento y la capacidad de hacer tecnologías pasa por los emprendimientos, no por las grandes mineras, ellos simplemente compran esas tecnologías, pero no las desarrollan. Pueden jugar un rol importante en el co-desarrollo, o en ayudar a entender el problema, pero es el emprendedor tecnológico el que plantea la solución, y eso fomenta la industria del conocimiento. El valor agregado por unidad de conocimiento es mayor al de una tonelada de cobre. Y países como Australia, por ejemplo, lo entendieron hace varias décadas; generaron programas especializados para emprender tecnológicamente, apoyaron ese tipo de emprendimiento y hoy día es el que aporta más al PIB que la misma minería. Es impresionante porque con mucho menor tamaño, puedes generar mayor valor agregado.
¿Esa es tu meta en Codelco, lograr que se potencie la conexión con la innovación tecnológica?
Como toda minería a nivel mundial, tienen muchos desafíos por abordar para ser más eficientes, productivos y sustentables. Por eso hay que ayudar a que Codelco haga esa conexión -que por cierto ya la hace- con la innovación abierta. Hay que intensificar y meterlo en la cultura organizacional, para que se entienda por qué tienen que trabajar con emprendedores, por qué es bueno que un emprendedor se beneficie de la minera y que se entienda mejor el concepto de valor compartido. Porque al final, si le va bien a ese emprendedor, la minera también se beneficia; consigue tecnología más económica, se hace más competitiva y gana el ecosistema. Es virtuoso y solo se gana. Además, hoy en día hay fondos de inversiones extranjeros que se están instalado acá y están llamados a invertir en eso, para financiar emprendimientos tecnológicos en torno a la minería. Eso va crecer en la medida que tengamos buenos emprendedores tecnológicos, que aporten valor y, sobre todo, en la medida que cambie la mirada de las compañías mineras y entiendan la importancia de comprar tecnología local más que mirar hacia fuera. Hay que entender que, al ser local, seguro tiene una mejor lectura del contexto.
La presencia de mujeres en directorios de empresas IPSA, al 2021, era de un 14%. ¿Cómo incentivamos la participación de mujeres? Y, a su vez, ¿será necesario revisar a qué se las está invitando antes de que ingresen a rubros que siguen siendo mayormente masculinizados?
Lo que creo que hay que hacer es integrar a las mujeres primero porque nosotras mismas volvemos los entornos más conscientes. Es lo que dice el presidente Gabriel Boric al tomar una postura de liderar un gobierno feminista; se trata de una decisión. Sin ellas adentro, es difícil armar un ecosistema. Entonces hay que traerlas primero y con ellas construir un mejor ambiente laboral. De hecho, con varias socias creamos Women Board Up, una asociación que busca incentivar la participación femenina en los directorios de empresas. Antes existía una lista en la que se planteaban cuáles eran las mujeres que podían ser directoras, pero nadie las llamaba o elegían siempre a las mismas. Lo que decidimos fue armar esta asociación para ir a negociar a los directorios -que siempre han sido masculinizados- para que abrieran una posición al menos para una mujer, y nosotras mismas encontrarla. Si hubiese sido por ellos, se quedaban en que no estaban esas mujeres, pero eso no es así. El 50% del talento en Chile es femenino, ¿cómo puede ser entonces? Lo que pasa es que muchas de estas mujeres probablemente no postulan, porque solo postulamos si cumplimos con todos los requisitos. Y bien sabemos que eso es producto de la sociedad machista en la que vivimos, pero eso se va superando en la medida que existen referentes y que otras mujeres en directorios compartan su experiencia. La institución lo que tiene que hacer es decidir incorporarlas.
¿No se debería en paralelo trabajar otras cosas para generar un cambio cultural y de paradigma? Porque mientras sigamos concibiendo la crianza y los cuidados como lo hacemos ahora, las mujeres siempre van a estar mayormente limitadas en cuanto al desarrollo de sus carreras.
Claro, son cosas paralelas, pero pasa primero por decir ‘somos feministas y vamos a meter mujeres y trabajar esos conceptos’. Hay que tomar una decisión interna y educar.
¿Cómo lo hacemos con la sequía a la que nos enfrentamos?
Con tecnologías; pensarlas en pos de que se logre una acumulación de hielo con ingeniería en la Cordillera de los Andes. Porque no va a haber más glaciares, no va a haber hielo, entonces hay que pensar en maneras de alargar la vida de esos glaciares. Hay una compañía llamada Nilus Project que lo trabaja en parques de hielo, eso mismo hay que volverlo un estándar en la cordillera. Lo otro es la desalación del agua, tiene que haber un plan porque hace poco se anunció que dimos con el punto irreversible, así que ahora ya no se trata de remediar, se trata de ser resilientes y buscar soluciones adaptativas.