Cuando les hablaron del kiwi a los chicos que participaban de un taller de nutrición en un barrio vulnerable platense durante el 2021 se quedaron perplejos: no lo conocían. Dora Colom, que es responsable del área de investigación en nutrición del Observatorio Socioeconómico de la Universidad Católica de La Plata cuenta la anécdota, que ilustra un dato concreto: la dieta más frecuente en los asentamientos incluye poca variedad de frutas y verduras, cada vez menos y generalmente relacionada con la producción de las quintas en zonas como Olmos o Los Hornos. En los otros barrios, es todavía más pobre en vegetales. Pero ese no es el único dato inquietante en la alimentación que predomina en los asentamientos: preocupa que cada vez haya en ella menos lácteos, menos carne y más farináceos.
Las dificultades para acceder al gas, la falta de heladera en muchos hogares y hasta de recipientes y utensilios para cocinar complican considerablemente el panorama.
“La alimentación de los barrios vulnerables es una tragedia”, dice Pablo Pérez, desde la Plata Solidaria: “ya a esta altura el año pasados advertíamos que las alas de pollo y los menudos que daban algunos comercios iban sosteniendo lo alimentario. Hoy ya ni a eso acceden muchas familias, entonces la dieta es pura harina, menos lácteos, menos carne”.
Dora Colom dice que esa tendencia se viene registrando desde hace varios años: la carne que se consume en los asentamientos es cada vez menos y corresponde a cortes de menor calidad. También el consumo de lácteos se reduce y hasta hay problemas cuando se recurre a un sustituto de la lactancia materna,
“Pero también identificamos problemas nuevos el año pasado, al hacer el trabajo de campo, con respecto al 2020. El más llamativo es una sobreentrega de legumbres y polenta, que muchas familias reciben en bolsos, alimentos que no saben usar y hasta algunos tiran por esta razón”, sostiene.
Es por eso que se implementan talleres para tratar de aportar información para un mayor aprovechamiento de esos alimentos.
Otros problemas que se observan son la desnutrición y la malnutrición.
“El porcentaje de desnutrición sigue estando entre el 1,5 y el 2 por ciento, que parece un número chico, pero no ha disminuido sino que en tiempos del Covid aumentó. Además está aumentando a malnutrición que está relacionada con los problemas de integración que mide el Observatorio, tales como no tener gas, electricidad, ni fuente para cocinar los alimentos ni heladera”.
“Es por eso que se hace necesario formar a las familias de los asentamientos en cocciones más sencillas por falta de gas y heladera”, dice Colom.
Por otra parte y en lo referido a los lácteos, la nutricionista, que también forma parte de Conin La Plata, indicó que cuesta educar en el tema lactancia materna.
“No todas las madres pueden amamantar y la sustitución por otro lácteo a menudo no esta hecha de forma correcta”, sostuvo la especialista.