Agencia TSS – Mientras que en el mundo las mujeres en ciencia siguen siendo minoría (solo 3 de cada 10), América Latina es la segunda región con más paridad de género en el ámbito científico, con un 45,1% de investigadoras. Sin embargo, las brechas de género continúan existiendo al interior del sistema y se plasman en diversos momentos de la carrera de una científica, por ejemplo, al momento de publicar en una revista de alto impacto, de patentar o de ascender hacia puestos jerárquicos.
Para cuantificar mejor la disparidad de género en el sistema científico argentino, investigadoras de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN–UBA) analizaron varios indicadores públicos de ciencia y tecnología del país y constataron la existencia de diversas brechas. El estudio fue publicado en la revista The Public Sphere y muestra, entre otros hallazgos, que las mujeres publican menos que los varones en todas las franjas etarias y que eso se revierte solo en el caso de las pocas que llegan a la categoría más alta de la carrera de investigador del CONICET.
“Lo que vimos es que la brecha en la cantidad de publicaciones entre varones y mujeres se agranda de forma significativa entre los 30 y los 60 años. Nosotras lo asociamos a la etapa de la maternidad, a la vez que se superpone con el momento de mayor productividad en la carrera científica. De todos modos, aún no pudimos confirmar la hipótesis porque en la base de datos que usamos no figuraba la información sobre quiénes tenían hijos”, cuenta a TSS Daniela Risaro, doctora en Ciencias de la Atmósfera y una de las autoras del estudio.
Cantidad de publicaciones por persona según edad y género
Risaro trabaja como asesora en la Subsecretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia de Buenos Aires. Cuando intentó buscar información sobre los indicadores de género en ciencia, detectó que había poca información al respecto. “Hay algunos indicadores a nivel nacional, generados por el MINCYT, pero no de forma sistematizada. Nos pareció interesante medir las brechas de género en función de la cantidad de publicaciones y patentes porque la carrera científica depende mucho de eso”, señala.
Para el análisis, realizado junto con sus colegas María del Milagro Urricariet y Camila Prudente, utilizaron la base de datos del Sistema de Información de Ciencia y Tecnología Argentino (SICYTAR). El corte fue realizado en una línea de tiempo que va de 2011 a 2018 (año hasta el cual llegaba la información en la base) y se midió la cantidad de publicaciones y patentes por investigador/a, en función de la edad, el rango en la carrera y el tipo de revista donde publicaban. Una limitación que tuvieron al momento de analizar las brechas de género fue que la base de datos no contaba con información sobre identidades de género por fuera del binarismo varón-mujer, por lo que queda pendiente conocer qué pasa con esas categorías dentro del sistema científico.
Un dato que llamó la atención a las investigadoras fue lo que sucedía al medir la cantidad de publicaciones según el rango en la carrera de investigador de CONICET. Mientras que las mujeres publican menos en casi todos los escalafones (como becarias doctorales y posdoctorales, y como investigadoras Asistentes, Adjuntas, Independientes y Principales), las pocas que llegan a la categoría más alta (solo 64 de los 238 investigadores de ese escalafón -el 26%-) publican bastante más que sus pares varones, con una diferencia que llegó a 6,02 trabajos per cápita (como puede observarse en el gráfico).
“Nos sorprendió que se revierta la brecha en esta categoría y que la diferencia, además, sea tan grande. Lo que se puede deducir es que, para llegar ahí, siendo mujer, tenés que romperla, tenés que tener una trayectoria muy buena, mucho más de lo que se requiere de un hombre en ese momento de su carrera”, indica Risaro.
En tanto, para analizar la brecha de género según el tipo de publicación, las investigadoras utilizaron la clasificación internacional que distingue a las revistas científicas según su factor de impacto, de mayor a menor: Q1, Q2, Q3 y Q4. Allí, observaron que la brecha más grande entre varones y mujeres se da en las revistas Q1, de alto impacto, mientras que se mantiene pero se reduce en las clasificadas como Q2 y Q3. La mujeres solo publican más que sus pares varones en las revistas Q4, es decir, las de menor impacto.
En cuanto a patentes, las autoras analizaron cuántas se presentaban y cuántas eran efectivamente otorgadas: en ambos casos, la diferencia es a favor de los varones. La cantidad de patentes solicitadas por parte de investigadores (67,4%) es más del doble que las presentadas por investigadoras (32,6%). Además, la diferencia aumenta un poco en el caso de las patentes otorgadas, con porcentajes del 68,4% y 31,6%, respectivamente.
El objetivo de las autoras es que estos datos sirvan para diseñar políticas públicas que ayuden a reducir estas brechas. Risaro da algunos ejemplos de posibles políticas: “Si lo asociamos al tema de maternidad y paternidad, la igualación de las licencias es algo que habría que atender cuanto antes porque la mayor parte de las tareas de cuidado sigue recayendo en las mujeres y eso atrasa sus carreras. También sería bueno que haya un programa de incentivos para que mujeres y diversidades puedan publicar más en revistas de alto impacto, ya que el acceso a estos journals es muy caro”, apunta la investigadora.
Además, Risaro considera que es necesario revisar algunos parámetros en los sistemas de evaluación. “Los ascensos de escalafón tienen un sistema de evaluación que no tiene perspectiva de género. Hace poco comenzó a implementarse esta mirada en la evaluación de proyectos, por ejemplo, en el caso de los subsidios que otorga la Agencia de I+D+i pero no sucede en el caso de los recursos humanos. Es complejo porque es un sistema muy grande y la paridad varía según disciplina, por lo que deberían ser políticas que atiendan las particularidades de cada área”, indica.
Como próximo paso, las investigadoras buscarán ampliar los resultados obtenidos hasta el momento con nuevas variables. Entre ellas, medirán las brechas de género según disciplina, cantidad de proyectos y subsidios obtenidos. “Más adelante, también nos gustaría ver si podemos cuantificar lo de la maternidad pero necesitamos otro registro público que tenga ese dato. También nos gustaría publicar el artículo en español para darle mayor difusión local a los resultados”, finalizó Risaro.