Generar ciencia o generar un desarrollo tecnológico implica necesariamente que habrá algún afectado (negativamente) o beneficiado (positivamente). Cualquiera que sea el caso, el objetivo de la ciencia es mejorar las condiciones de vida de una persona, del planeta, de los animales, en fin, de los seres vivos. Sin duda esto está en mente de los científicos cuando los visualizamos realizando algún experimento en el laboratorio o indagando sobre el tema en artículos de investigación. No obstante, ¿cómo consideran comunicar ese conocimiento a los afectados o beneficiados? en sí ¿consideran comunicar ese conocimiento?
En ocasiones los científicos y científicas deben dedicar bastante tiempo para generar ciencia, y cuando es momento de divulgarla, desean explicar todo el procedimiento, los alcances, los obstáculos. Esta visión es conocida como el modelo del déficit, el cual considera que las personas carecen de cualquier conocimiento científico, y por tanto, es necesario que se instruyan, sin considerar una retroalimentación o el propio conocimiento que emerja en la explicación misma.
Por años este modelo ha sido aplicado en las instituciones educativas, en las charlas de divulgación y en los procesos de intervención. No obstante, en la práctica cuando un científico se enfrenta a un público para divulgar su conocimiento, seguramente encontrará que existen preguntas, o expresiones de desconcierto o nulo entendimiento. Es posible que el científico o científica haga caso omiso de estos síntomas o bien los considere para mejorar su comunicación.
Si hace caso omiso, entonces estará ante el efecto del déficit, que no es del todo malo, pero sí es limitante, ya que dejará con inquietudes a su audiencia, y además nunca se cerciorará si el conocimiento que comunicó realmente fue aprehendido y comprendido.
Por el contrario, si el científico o científica escucha atentamente o bien pregunta a su audiencia, estará entrando al fenómeno de la participación social, modelo que considera a los públicos como generadores del conocimiento a partir de sus propias creencias, experiencias y contexto. Y es aquí donde realmente se habla de una comunicación de la ciencia, y que en la literatura autores como Massimiano Bucchi, Brian Trench, Bruce Lewenstein, Dominique Brossard y recientemente Jennifer Metcalfe, han tratado de difundir entre la comunidad científica.
La participación social deja de lado la creencia de que los públicos requieren “ser instruidos”, ya que visualizan que una persona al interactuar con el científico o científica irá construyendo su propio conocimiento e irá integrando lo que previamente ha vivido.
Alcanzar este tipo de comunicación de la ciencia requiere de una conciencia y apertura para escuchar y aceptar que el conocimiento común o vulgar es importante para comunicarse entre la comunidad científica y la sociedad en general.
Hoy día nuestro planeta requiere de una comunicación de la ciencia basada en la participación social, ya que los públicos observan y adoptan tecnología, están del otro lado del laboratorio, lo cual es esencial para que los científicos y científicas comprendan que además de generar los desarrollos científicos, estos deben ser utilizados y qué mejor forma de que se aproveche el conocimiento, que escuchando, retroalimentando y construyendo en equipo: comunidad científica y sociedad.
Lourdes Mateos