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- Cómo afectan los filtros de Instagram a tu salud mental
- Camila Cabello reflexiona sobre su cuerpo y la salud mental tras sus últimas fotos en la playa
No cabe duda de que las redes sociales, cada vez más partidarias a la hora de dar voz a asuntos vinculados a la salud mental, tienen multitud de bondades que pueden ayudar a los internautas a llevar un estilo de vida saludable. Sin embargo, no es ningún secreto que en ocasiones, el universo ‘online’ puede abrir las puertas del infierno al mundo real a causa de las presiones que impone en determinados ámbitos. Camilla Cabello, experta en responder a quienes intentan hacerle ‘body shaming’, quiso hablar de ese tema en su perfil. “Siempre he llevado bikinis demasiado pequeños sin que me importara lo más mínimo mi aspecto, hasta que vi las fotografías ‘online’ y los comentarios de la gente y me vine abajo. Me recordé a mi misma que en realidad lo que estaba afectando a mi autoestima no eran mis pensamientos reales, sino que estaba apropiándome de las ideas de la cultura imperante, una cultura que se ha acostumbrado tanto a relacionar una imagen concreta de “cuerpo saludable” con una estética que no resulta real para muchas mujeres. La gente usa ‘Photoshop’, sigue dietas restrictivas, entrena en exceso y escoge ángulos con los que su cuerpo parece diferente a su forma natural, al momento en el que respiramos hondo o en el que comemos”, explica Camilla.
Así afectan las redes a cómo nos vemos
Los datos acerca de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son preocupantes. En España, según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), existe una prevalencia de entre el 4,1% y el 6,4% en las jóvenes de 12 a 21 años y tiene un claro perfil femenino: nueve de cada 10 personas que padecen estos trastornos son mujeres.
Raquel Velasco, psicóloga de bluaU de Sanitas, señala cómo el mundo digital alienta en cierta medida la proliferación de estos trastornos, en particular, entre los jóvenes que muestran especial vulnerabilidad. “Aunque detrás de estos trastornos de conducta alimentaria, hay otros factores de los que no se habla tanto que pueden jugar un papel muy importante, es cierto que, las redes sociales actúan como un factor de precipitación y de riesgo importante para la aparición de estos problemas. Sobre todo, en la etapa de la adolescencia, en la cual, nuestros adolescentes están muy centrados en buscar la aceptación y admiración de su grupo de iguales. De esa manera, intentarán imitar los cánones de belleza irreales que marcan tendencia en las redes”, afirma.
Son numerosos los estudios que señalan el efecto que el universo ‘online’ puede tener en la forma en la que nos enfrentamos a nuestra imagen. Incluso una investigación publicada en Science Direct señalaba que las mujeres que miran Instagram tienen más problemas con su propia imagen que las que se fijan en el plataformas como ‘Facebook’, donde la palabra tiene mayor importancia que las imágenes.
No son solo las mujeres las que sufren sus efectos. Los hombres gays aseguran que Instagram refuerza la imagen de “hombres machacados en el gimnasio de silueta escultórica”, e incluso ya se habla de ‘Bigorexia’, una distrofia muscular que sufren aquellos hombres obsesionados con ganar masa muscular. Tanto la vigorexia (necesidad de ganar grasa magra y una distorsión de la imagen corporal) o la ortorexia (una obsesión por la comida sana que interfiere en su vida diaria) se han visto ensalzadas por las redes sociales y el movimiento ‘fitness’ que acumula millones de seguidores. “Debemos estar vigilantes con respecto a la influencia e impacto de las redes sociales ya que pueden ser detonantes de ciertos comportamientos problemáticos de salud mental y generadores de una relación negativa con el deporte, con la comida y nuestro cuerpo”, advierte la psicóloga Raquel Velasco.
Aunque seamos conscientes de que el físico no es esencial, la propia Cabello asegura que los efectos de la constante exposición a cuerpos perfectos en las redes sociales termina por afectar a cualquiera. “Sigo a mujeres que abrazan su celulitis, sus muchelines, sus estrías y sus cambios de peso, y sin embargo, sigo siendo una mujer soltera en la veintena con muchísima promoción por delante y quiero pensar que tengo buen aspecto. Aunque sé que mi aspecto no está vinculado a lo saludable, feliz o sexy que soy, el mensaje que el mundo no para de mandar resuena en mi cabeza”, señala la cantante.
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Perfiles que ayudan y cuentas que confunden
Son muchas las figuras públicas que recuerdan a su legión de seguidores que lo que se muestra en redes sociales rara vez está exento de retoques, poses favorecedoras y filtros que terminan por dañar afectar a la salud mental. Desde Verónica Costa, más conocida como Vikika Fitness, hasta la periodista e ‘influencer’ Danae Mercer, son muchas las que se esfuerzan en recordarnos que cambiar nuestro cuerpo no implica cambiar la imagen corporal que tenemos. Así lo explica Mercer. “Hubo una época en la que me obsesioné con estar delgada. Me saltaba comidas, recuerdos y momentos. Me convencí de que si perdía un peso determinado, si llegaba a un peso ideal que me había impuesto, me sentiría bien y fuerte. Pensé que la gente me amaría y que quizás, tal vez, me podría llegar a querer a mí misma también. Ahora peso más, tengo más años y jamás me he sentido más segura con mi cuerpo y conmigo. Sigo trabajando en ello, pero cuando veo mi celulitis no me avergüenzo”, explica Danae, conocida por compartir en sus redes imágenes carentes de filtros en las que simplemente las poses y la forma en la que se coloca la ropa que luce cambian por completo su silueta visualmente. “No te olvides de que lo que ves en Instagram está alterado. ¿Sabes por qué tantas ‘influencers’ se fotografían ante el espejo en lencería? Porque los espejos actúan como una luz cálida, algo similar a la luz del atardecer y amanecer, por lo que la luz favorece la piel. Por su parte el espejo difumina la imagen, y por eso, las estrías por ejemplo se esconden”, explica en un vídeo en el que compara el reflejo con su cuerpo real y explica cómo posar ante el espejo para obtener diferentes resultados.
Como señala Cailtin Moran en el libro ‘Más que una mujer’, no es normal que nos odiemos a nosotras mismas todo el rato. Esa imagen de perfección que nos imponemos y que proviene en tantos casos de las redes nos está afectando tanto física como psicológicamente, y por eso Camilla quiere lanzar un mensaje final. “Os hablo de todo esto porque vemos fotografías de mujeres a las que se las alaba por su aspecto físico, por estar en forma o por estar supuestamente saludables, pero, ¿qué es en realidad estar sano si te obsesionas por tu aspecto hasta el punto de afectar tu salud mental y te imposibilita disfrutar de la vida? ¿Para quién intento estar atractiva, si en realidad no puedo relajarme, pasármelo bien ni disfrutar de un día en la playa?”, se pregunta la cantante. Lo comenta tras confesar que para disfrutar de un día en el mar, se compró un bikini y se aseguró de no comer nada pesado, porque era consciente de que los paparazzis se encargarían de convertir su día de descanso en una auténtica sesión de fotos. “Metí tripa tanto tiempo que me dolieron los abdominales. Apenas respiré ni sonreí siquiera, porque era muy consciente de dónde estaban los fotógrafos, por lo que no me pude dejar llevar”, ha confesado tras reconocer que aunque salió bien en las imágenes, jamás ha pasado un día más triste en la playa. “Sentí el vacío y la tristeza del pensamiento de nuestra cultura, que pasó a convertirse en el mío”, señala.
Por más que como la cantante sigamos en nuestras redes sociales a personas que muestran sus cuerpos sin filtros, lo cierto es que cada vez son más las investigaciones y testimonios que indican el poso que la tiranía de la estética normativa tiene en nuestras vidas. Según The American Journal of Cosmetic Surgery, los procedimientos de cirugía estética han aumentado en la última década a causa de la baja autoestima, mientras que por su parte la Sociedad Estadounidense de Cirugía Plástica Estética señala que muchos pacientes acuden a las clínicas con sus fotografías pasadas por un filtro de Instagram, tal y como ocurre en España, donde la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Reparadora explica que uno de cada diez pacientes aparece en la consulta con una fotografía que ha sido especialmente alabada en Instagram.
Esclavos de la vigilancia corporal, nos hemos convertido en una sociedad tan habituada a los filtros y a las poses perfectas que necesitamos que nuestra imagen real sea idéntica a la virtual, algo completamente imposible que tiene terribles consecuencias psicológicas. Por más que la insatisfacción con la imagen personal suele ser el motivo aparente de estos trastornos, por lo que no podemos olvidar que se trata de enfermedades cuyo origen es complejo y multifactorial, los estudios señalan que ante una mayor exposición a las tecnologías y a las redes sociales, los casos de trastornos alimenticios se disparan, y con ellos, por supuesto, los mentales.
Para terminar, hemos de señalar lo importante que es escapar de la cultura de la comparación, que nos empuja a seguir los consejos que muchos ‘influencers’ que comparten con sus seguidores consejos nutricionales y tablas de ejercicios. Por más que esos ‘tips’ de belleza y ‘wellness’ tengan buenas intenciones, nos hacen compararlos con lo que hacemos y con nuestro estilo de vida, aumentando así la presión que sobre nosotras mismas tenemos y focalizándonos entonces en las emociones negativas. Nuestra sociedad vincula la salud con una estética determinada, por lo que creemos que quienes tiene un aspecto concreto, son los que mejor consejos de salud nos darán. ¿La única forma de escapar de esta espiral? Aprender a amarnos a nosotras mismas, la que posiblemente sea la operación más complicada de nuestra vida y la que sin duda, más valga la pena.
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