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BEATRIZ BARRIONUEVO / GETTY / D.R.
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Vamos a comenzar este artículo por el final, porque las redes sociales aceleran de tal forma los discursos que la polémica nace y escalan tales dimensiones a semejante velocidad que en tan sólo unas horas, asistimos y nos topamos con el desenlace. “Soy la primera que defiende, una mujer puede ser preciosa y verse bonita, tenga una S o una XL. Pero, sinceramente, hacer apología de enfermedades como la obesidad me parece peligroso”, escribía Adriana Abenia en sus ‘stories’ de Instagram, donde comentaba un anuncio de Roxy en el que aparece Malia Kaleopaa, una exsurfista hawaiana de talla no normativa. “Estar obeso no es sano y no debería ser objeto de una campaña publicitaria, al igual que estar en los huesos. Seamos honestos, la obesidad acarrea diabetes, accidentes cerebrovasculares, cáncer, hipertensión…”, explicaba la presentadora, que en cuestión de segundos, se convirtió en el foco de las críticas. ¿Que por qué decimos que comenzamos por el final? Porque Adriana ya ha publicado un vídeo explicando sus palabras y alegando que ella se estaba limitando a abrir un debate. “Hemos criticado hasta la saciedad esos cuerpos famélicos que aparecían en las pasarelas, con razón, y a los que por cierto, nadie les pedía analíticas de sangre o el historial médico para juzgarlas, como instáis que haga yo con la surfera. Ahora no se puede cuestionar si el modelo contrario es insano, y ese doble rasero apesta”, expone la presentadora.
“Adriana Abenia no sólo es una gordófoba de manual, sino que además es condescendiente y manipuladora en las respuestas que comparte. Estoy alucinando”, asegura Alberto Velasco, actor y autor de ‘Pobre, gordo y maricón’. Antes de continuar, hemos de aclarar qué es la gordofobia, que no es otra cosa que el odio, rechazo y violencia que sufren las personas gordas por el hecho de serlo. “Las personas gordas se encuentran con restricciones y barreras a la hora de encontrar un trabajo, establecer amistades y relaciones sexoafectivas, así como en el acceso a una atención médica de calidad. Sufren acoso en la calle, en el transporte público, en los centros educativos, en el ámbito deportivo; se encuentran con dificultades para encontrar ropa de su talla (aunque firmas como Nike han dado un gran paso poniendo maniquíes ‘curvy’) y mobiliario en el que ‘quepan’, padecen miedo de ir a la playa y enseñar su cuerpo, y hasta soportan burlas cuando comparten fotos en sus redes sociales. Donde quiera que vayan, se encuentran con una sociedad que las rechaza, estigmatiza y censura, que les insiste en que tener el cuerpo que tienen es su responsabilidad llenándoles de culpa y vergüenza, provocándoles, en ocasiones, problemas de salud mental como ansiedad, depresión o trastornos de la conducta alimentaria”, explica el Instituto Canario de Igualdad.
Violencia estética
La discriminación gordófoba se extiende hacia toda la población, especialmente a las mujeres, sobre quienes el machismo deposita una brutal exigencia estética y obsesión por la belleza corporal. La gran presión social por mantenerse siempre jóvenes, canónicamente bellas y delgadas ha sido denominada por la socióloga Esther Pineda como violencia estética. “Esta violencia es de orden psicológico, pero tendrá efecto en el aspecto físico de las mujeres, es decir, impacta su subjetividad pero también sus cuerpos, en una sociedad que establece la belleza como elemento constitutivo de la identidad y valoración femenina”. Pineda explica que la violencia estética defiende unos cánones de belleza promocionados por los medios de comunicación y por la industria de la moda difícilmente alcanzables. Se refieren a ciertas particularidades físicas de las mujeres como ‘imperfecciones’ destinadas a ser corregidas o incluso intervenidas y suprimidas. Por ello, figuras como Barbie Ferreira nos invitan a reflexionar sobre el concepto de modelos ‘plus size‘ y el mensaje ‘body positive’ actual.
La mediática estilista Paloma González Durántez no ha dudado en apoyar a Adriana Abenia. Para hacerlo, ha subido una imagen de la cantante Lizzo y ha comentado en varias ‘stories’ lo que opina. “Esto no es ‘body positive’ ni es empoderamiento de nada más allá que de la obesidad. Cualquier médico o nutricionista dirían que estas modelos están obesas, y eso es insalubre. El término ‘curvy’ es peligroso, porque en él cabe desde una chica de una talla 46 a una de la 58. Son campañas de marketing que hacen las marcas para tener más visibilidad, pero lo cierto es que luego no fabrican tantas tallas, porque no tienen tanta demanda, y que las pasarelas siguen sin esa presencia porque no pueden fomentar la enfermedad”, opina.
Adriana recalca que ella se limitó a abrir el melón de si una marca hacía bien en promocionar ropa recurriendo a una persona con aparente obesidad. “No he dicho sobrepeso”, aclara. Pero Tania Llasera señala que lo que realmente le chirría no es sólo que etiquete de obesa a una mujer al ver una única foto, sino cómo la cosifica, cómo la reduce a su imagen y cómo asume que es obesa. “Hay de todo en el mundo y esa es su belleza. Hay gordas sanas y delgadas tóxicas, y al revés. Hay diversidad en todas partes y la publicidad nos debe el respetarnos a todas al final”, explica. Es aquí donde podemos hablar del estudio digital Boston Goinvo, que lucha por abrazar el mundo de la salud a través de la estrategia, la creatividad y la visión y que explica que solamente el 33% de los factores que determinan tu salud e influyen en tu peso dependen de tu cuerpo y el tratamiento de tu médico, pues el 67% depende de tus hábitos y de tu entorno, incluyendo la familia y el trabajo. Por ello, si no se atiende o enfrenta el entorno, el riesgo de que tu “dieta” o tratamiento falle es muy alto.
El error de relacionar delgadez con salud
Lo habitual al pensar en una persona sana es imaginar inmediatamente a alguien delgado, pues la sociedad nos ha inculcado que la delgadez es representativa de la salud (por cierto, ¿quieres saber cómo vestir si eres muy delgada?). Sin embargo, depende de la economía de cada uno (por el tipo y calidad de productos a los que puede acceder y los niveles de preocupación y ansiedad que la falta de dinero generan); las características genéticas y biológicas, los recursos culturales y emocionales recibidos, el estado de ánimo… Es decir: la salud está integrada por muchos aspectos, y por ello es vital hablar de una salud integral que incluya la salud mental y la salud social.
Es fundamental también dejar de depositar culpa sobre las personas gordas y asumir las responsabilidades sociales respecto al bienestar general de la población. Paloma González Durántez sí cree que el peso de las modelos mostradas es preocupante en términos de salud. “Lo que se está haciendo es frivolizar con las tallas y dejar de lado la importancia sanitaria. Nadie dice que una mujer obesa o con sobrepeso no tenga derecho a tener ropa o que la sociedad la tenga que maltratar, pero está enferma por estar por encima del peso adecuado, algo que le puede traer consecuencias perjudiciales”, afirma.
Movimiento antigordofobia
El denominado Orgullo Gordo, Empoderamiento Gordo y Activismo Gordo nace en Estados Unidos a finales de los 60, cuando se producen las primeras reivindicaciones activistas del movimiento antigordofobia. Su finalidad era denunciar el sistema de opresión establecido por los cánones estéticos y dar visibilidad a la diversidad de tallas. En España destaca Stop Gordofobia, una plataforma creada en 2011 por Magdalena Piñeyro y Carlos Savoie. Al comienzo nació como un grupo de autoayuda cerrado en Facebook, y hoy es un espacio de denuncia de la gordofobia. “Estuve casi treinta años callando, habitando mi cuerpo llena de dolor. Pero en el camino de la vida me encontré con el activismo gordofeminista que me llevó a transformar el dolor en rabia y la rabia en grito. Una grita cuando no la escuchan, cuando está cabreada, cuando ya no puede más, cuando necesita romper el silencio con algo que sacuda. Este es el fin de estos diez gritos que lanzo aquí contra la gordofobia y que tienen su germen en más de treinta años de experiencia de ser una mujer gorda discriminada por una sociedad gordófoba y misógina, así como en los seis años de activismo ‘online’ y ‘offline’ que llevo a cuestas”, escribe Piñeyro en ‘10 gritos contra la gordofobia’.
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El problema de la gordofobia es que sigue campando a sus anchas hasta el punto de que, en ocasiones, ni siquiera nos damos cuenta de sus avances. ¿Un ejemplo? Que Adele esté siendo constantemente alabada por haber perdido peso. ¿Otro? Que el peso de la surfista Malia Kaleopaa, una de las protagonistas del anuncio de Roxy por el que Adriana Abenia y sus palabras se han hecho virales, sea tema de conversación. “Hablemos un momento de las tallas. Rara vez me escucharéis hablar de este tema, porque mi talla no es asunto de nadie. Pero estoy segura de que soy quien soy y de que nunca diré que mi peso actual es mi peso ideal. Mi peso nunca me detendrá para hacer lo que amo y lo que me hace feliz, porque eso va más allá de mi talla. Solo quiero decir que no soy lo que peso y mi talla no me define”, escribe Kaleopaa.
Cómo combatir el odio a las gordas
El Instituto Canario de Igualdad da algunas pautas.
- Dejar de alimentar la cultura de la dieta.
- Dejar de utilizar las palabras gordo y gorda como insulto.
- Hablar de salud integral.
- Hablar de alimentación en un sentido amplio.
- Señalar las burlas, chistes y ‘bullying’ gordófobo.
- Apostar por el deporte inclusivo.
- Visibilizar la diversidad corporal.
- Dejar de comentar los cuerpos ajenos y atacar a las mujeres por su talla, lo que se conoce como body shaming.
- Borrar la idea de que sabemos todo de alguien solo con mirarle.
- Escuchar a las personas gordas (sobre todo si eres personal sanitario).
- Amar a las personas gordas.
- Trabajar por la inclusión social y laboral de las personas gordas.
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