Se recomienda realizar un mínimo de 42 minutos/día de actividad física, al menos en 2-3 momentos del día (después de las comidas) y dando más de 100 pasos/min (ajustando por edad y condición física).
“Con toda la evidencia científica que existe, no pautar ejercicio en estos momentos a una persona con diabetes tipo 2 o con riesgo de padecerla no es ético a nivel profesional”. Así de contundente se muestra Javier Butragueño Revenga, experto en actividad física y deporte y cofundador de Obesity Management School, quien aconseja “pautar actividad física como ejercicio, es decir, debemos dar pautas claras desde la parte médica sobre movimiento diario para que la persona pueda cumplirlo y se ajuste a sus necesidades y características”. Además, llama la atención sobre la urgente necesidad de que “la comunidad médica asuma el ejercicio como una herramienta coadyuvante a otros tratamientos para la diabetes y no tenga miedo a prescribirlo”.
Una mesa redonda celebrada en el XXXIII Congreso de la Sociedad Española de Diabetes ha permitido esclarecer algunas dudas esenciales sobre la prescripción de ejercicio físico y ha lanzado un mensaje especialmente contundente: “hay que cronificar el ejercicio, y no la enfermedad”, según Javier Butragueño. Para ello, es fundamental una correcta adherencia al entrenamiento y, por ende, “conseguir encontrar la rutina de movimiento que se adapte a cada caso e intentar mantenerla el máximo tiempo posible”.
Prescripción personalizada
Según los expertos, la prescripción de ejercicio no debe ser una recomendación general, sino que conlleva informar de tipo, duración, intensidad, densidad de la misma,…De ahí la importancia y trascendencia de individualizar la prescripción de ejercicio en función de la persona y su contexto. En este sentido, Javier Butragueño recomienda adoptar el modelo FITTT-P: “Frecuencia, Intensidad, Tiempo, Tipo de entrenamiento, Timing y Progresión de las cargas; y a esto es interesante unirle la E de Enjoyment, ya que el ejercicio si no se disfruta no se hace”.
El consejo fundamental es iniciar este abordaje con recomendaciones diarias de actividad física, convirtiéndolas en ejercicio y educando en la importancia del entrenamiento de fuerza al menos 2-3 veces a la semana para controlar las hipoglucemias. “Si la persona no conoce los motivos por los que entrena, no encontrará la motivación suficiente para entrenar, es decir, la educación en salud es fundamental en este caso”, afirma Butragueño. Y es que, según aclara, “en el marco de la diabetes y el ejercicio es básico comprender que el movimiento o la contracción muscular es crucial para mantener un equilibrio (homeostasis) de diferentes sistemas metabólicos”.
“Lo difícil es tener la paciencia para encontrar la ‘dosis de ejercicio’ adecuada y conseguir adaptarlo al contexto social de cada persona”, asegura este experto; a partir de ahí, continúa, “se podrá comprobar que no sólo resulta esencial para controlar los valores de glucosa o la sensibilidad a la insulina, sino que el ejercicio servirá para prevenir otras posibles enfermedades derivadas de esta situación mantenida en el tiempo”.
Es indispensable educar desde niños sobre la importancia del ejercicio físico y comenzar a utilizarlo como una dosis diaria de salud: comenzar con un día a la semana para introducir finalmente 3 días. Como una receta deportiva básica, este experto recomienda realizar un mínimo de 42 minutos/día de actividad física, al menos en 2-3 momentos del día (después de las comidas) y dar más de 100 pasos/min (ajustando por edad y condición física).
Sin embargo, como advierte Javier Butragueño, “al no tener una figura de licenciado/graduado en ciencias de la actividad física en los hospitales se complica mucho pautar o prescribir el ejercicio”. A su juicio, “el gran desafío que tenemos por delante es especializarnos en este tema para dar las mejores recomendaciones posibles basadas en la evidencia más actualizada y, por otro lado, debemos ser capaces de coordinar el trabajo en equipo entre médicos, enfermeros, fisioterapeutas y educadores físicos”.
Barreras físicas y psicológicas
Pero la actividad regular no es solo un recurso para fomentar la salud y para evitar tomar medicación, sino que también ejerce efectos directos a nivel físico y psicológico y, si se practica grupo, posee también un positivo impacto social.
A juicio del Prof. José Carlos Jaenes Sánchez, profesor de Psicología del Deporte y Actividad Física de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), cada vez hay en nuestro país menos barreras físicas para practicar ejercicio regular: “tenemos a nuestra disposición parques, jardines con juegos, vías verdes, carriles bicis, gimnasios,…solo es cuestión de estar informado sobre cómo usar estos servicios públicos”.
Más preocupan a los expertos las barreras psicológicas de los pacientes para practicar ejercicio; entre ellas, destacan “la falta de conciencia de los pacientes de la importancia que tiene el ejercicio y el miedo a que les ocurra algo”; sin duda, según el Prof. Jaenes, “no disponer de información adecuada de cómo y qué hacer ni como les produce incertidumbre, malestar y, en muchos casos, estrés, lo que provoca respuestas de evitación”.
Como posibles soluciones para superar estos obstáculos, José Carlos Jaenes pone el acento en “la educación y el acompañamiento”, así como en adoptar medidas tan esenciales como “provocar encuentros saludables para informarles adecuadamente, tener personal formado que les oriente, haga un seguimiento y refuerce sus conductas proactivas e influir en la familia para que no sea una barrera sino facilitadores de la práctica física”. Tal y como resume, “debemos ser capaces de convencer al paciente que la actividad física es su mejor aliada, es su escudo protector de salud, que debe abrazarla y no dejarla escapar”.
Ajuste del tratamiento hipoglucemiante
El ejercicio regular es fundamental para la prevención de la diabetes mellitus tipo 2; y si ya está establecida la enfermedad, puede llegar a revertirse con una correcta alimentación y un ejercicio adecuado, bien pautado y mantenido en el tiempo.
Pero el impacto positivo de la actividad física regular en la persona con diabetes es tal que, incluso, es fundamental llevar a cabo ajustes de los tratamientos que emplea para el control de su glucemia. “La realización de ejercicio físico en las personas con diabetes tiene un impacto significativo en el control metabólico, siendo necesario realizar un ajuste específico del tratamiento antidiabético y de su alimentación, con el objetivo de evitar descompensaciones glucémicas y hacer el ejercicio físico con la mayor seguridad posible”, apunta José Carlos Fernández García, médico especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Regional Universitario de Málaga