En la naturaleza existe un reino invisibilizado, con mala prensa, asociado a la descomposición, del que poco se habla, pero al que le debemos mucho. No son vegetales ni animales. Su variedad es casi infinita, hay más de un millón y medio de especies, lo que equivale a seis veces más que las plantas. Son especies pioneras, la forma de vida más antigua, y crean suelo fértil para todo el resto. Heredaron la tierra luego de la extinción masiva de todo otro ser vivo. Es el maravilloso Reino de los Hongos, el Reino Fungi, al que le debemos todo nuestro respeto.
Como lo que no se nombra no existe, durante años a los hongos se los incluyó en el reino vegetal, quedando invisibilizados. En el año 2000 la bióloga Suzanne Gravesen propuso el término Funga para que tengan su propia denominación y recién en 2018 la Asociación Internacional de Micología estableció su autonomía, al referirnos a la diversidad de hongos que existen en una zona determinada, por eso hoy se habla de las tres F: Flora, Fauna y Funga para hablar de la biodiversidad que existe en el planeta que corresponde a los reinos Plantae, Animalia y Fungi. El hecho de que los hongos tengan nombre propio, facilita que se promueva su conservación, investigación y la incorporación de la micología como tema de interés para la educación, la protección de su hábitat y sus especies.
De todas las especies de este reino, 20 mil producen setas. Las setas tienen una increíble variedad de formas, tamaños colores y estilos de vida, hasta hay algunas bioluminiscentes. El hongo, es la parte que se encuentra debajo de la tierra o del medio de cultivo, mientras que la seta, es la parte visible y comestible. Se las suele asociar al moho, a la descomposición, a la muerte pero esto tiene una explicación lógica ya que descomponen los organismos muertos y devuelven los nutrientes al ciclo de la naturaleza, es decir, que los hongos están al final y al principio de toda la cadena de la vida.
Los hongos son sinónimo de vida, no siempre se ven pero florecen en todo y en todos lados, son los más viejos y los más jóvenes, poseen una sabiduría de mil millones de años, y son los grandes regeneradores de la naturaleza.
Si no existieran los hongos tendríamos una acumulación de materia vegetal que ahogaría la tierra, por eso son clave, descomponen la vida vegetal y animal y la reciclan para la nueva vida de esos reinos. Tienen además una función curativa, se alimentan de aquello que contamina el suelo. “Esa capacidad de descomponer las cosas es un talento que se puede aprovechar para ayudarnos a lidiar con algunos problemas como la contaminación. Los saprobios -una de las formas de vida de los hongos- pueden descomponer cualquier cosa que sea natural y cualquier cosa hecha a base de hidrocarburos, lo que incluye derrames de petróleo”, explica la periodista gastronómica Eugenia Bone en el documental Hongos Fantásicos, que se puede ver en la plataforma de Netflix.
Los hongos son los “tractos digestivos del bosque”, las setas son los “cuerpos fructíferos de los hongos” explican lxs expertxs y el micelio es la parte de los hongos que no se ve. Son filamentos como hilos que se ramifican y pueden tener billones, “es el colchón invisible de la biósfera” coinciden lxs micologxs y estudiosxs aficionadxs de hongos.
Son marañas de filamentos interconectados que se extienden alrededor de 500 kilómetros por cada pisada que damos, conectan los bosques del mundo con los nutrientes del suelo. Los micelios regulan la comunicación entre el suelo, sus nutrientes y los bosques, son vitales porque alimentan y sostienen la naturaleza.
Comestibles, medicinales y alucinógenos
El universo de la Funga es muy variado, hay hongos comestibles, medicinales, alucinógenos y hasta se utilizan como materia prima para generar productos industriales. Durante años comunidades indígenas fueron pioneras en su uso para aprovechar las propiedades estimulantes, los hongos eran parte de su cultura y su consumo estaba muy presente en los rituales.
Caro Rudelaris vive en Capital Federal lleva seis años de experiencia en el cultivo de hongos, antes de adentrarse en esa tarea tuvo su primera experiencia psicodélica con hongos, momento que califica como “una comunión” porque nunca más se separó de ellos. Rescata y reivindica la figura de María Sabina, una chamana indígena mazateca que fue la primera persona que utilizó hongos para curar enfermedades, vivía en las montañas de la sierra de Oaxaca, al sur de México, trataba problemas emocionales y de adicciones, entre otras afecciones.
“En ese momento se hablaba de brujerías, pero en la actualidad las investigaciones sobre hongos psicodélicos están apuntados a la salud mental para tratar traumas, depresión, estrés, epilepsia, ansiedad, trastornos del espectro autista, alzheimer, cefalea de racimo, enfermedades de trastornos alimenticios, sobre todo lo que tenga que ver con con el sistema nervioso y el cerebro”, explica Caro.
Los hongos psicodélicos son aquellos que contienen psilocibina, un compuesto químico que, al ser digerido y transformado en psilocina, genera experiencias psicodélicas. La psilocibina es una sustancia alucinógena estudiada que ayuda a pacientes con depresión o ansiedad.
“En el caso de personas con cáncer o enfermedades terminales se utiliza para hacer más llevadero ese momento. En cuanto a la depresión, se están reemplazando antidepresivos con microdosis de psilocibina. El caso que más me impactó, fue la cefalea de racimo, es una de las enfermedades con mayor tasa de suicidio, las personas que la padecen tiene tanto dolor de cabeza que deciden suicidarse. Quienes padecen esta enfermedad se han acercado a los hongos recreativamente y han comprobado que a través de algunas dosis y experiencias psicodélicas ese dolor se reduce. No hay otro tratamiento y hoy tiene un 90% de efectividad. Es impresionante”, resume Caro y asegura: “En nuestro país hay varias personas que ya lo están tomando.”
La importancia de cualquier consumo que hagamos de los hongos es hacerlo de manera responsable: “Hay que tener un consumo cuidadoso y tomarlo como una terapia personal. Los hongos vienen a curarnos a un nivel más profundo, no superficialmente como los antidepresivos que solo calman síntomas. Las microdosis, se usan mucho porque no tienen un efecto psicodélico, son dosis muy pequeñas de por ejemplo 0,2 gramos bajo tratamientos con protocolos. El más conocido es el protocolo que elaboró Paul Stamets, un micologo súper reconocido, hay pruebas científicas que señalan que siguiendo un protocolo de microdosis como el de Stamets se produce una elongación de las neuronas, es decir, que hay recuperación neuronal, se generan nuevas conexiones entre las neuronas y por ende maneras de pensar y actuar que es lo más impresionante en los hongos. No hay otra cosa en el mundo que genere nuevas conexiones neuronales, imagínate para la gente que tuvo un ACV o que tiene Alzheimer se abre un nuevo mundo.”
Caro habla de la necesidad de concientizar a la sociedad sobre la importancia de los hongos: “Vienen a interpelarnos como humanes, la psilocibina tiene receptores en nuestro cerebro, las propiedades de los hongos nos pueden ayudar a cambiar esa desconexión con nosotres mismes en la que vivimos como sociedad, sobre todo la de Occidente, con bocha de estrés, problemas y con la serotonina por el suelo. Los hongos vienen a darnos un empujoncito de conexión con lo que nos pasa alrededor y podemos adoptar un pedacito de esa red gigante que sostiene un montón de cosas. Post pandemia son muchos los jóvenes que si no salen con un alplax no pueden manejar la ansiedad, o toman pastillas para dormir, la gente grande también. Creo que es el momento para brindar información verdadera, juntarse y hablar de estas cosas, organizarse, porque claramente hay un lobby no solamente de la industria de los laboratorios, sino también, del sistema capitalista que requiere ciertas pautas y los hongos nos vienen a mostrar otras pautas de vivir. Por ejemplo, las gírgolas tienen todos los aminoácidos esenciales y las proteínas que necesita nuestro cuerpo, la melena de león es un hongo neuroprotector que se está usando para el Alzheimer y lo tenemos al alcance y la cola de pavo es anticancerígeno.”
La idea es armar una red infinita como la que arman los hongos, imitarlos, aprender de ellos, conectar y compartir esos saberes, como la Funga conecta los bosques, difundir información segura, hacer visibles las bondades del reino Fungi. Caro brinda talleres sobre cómo usar y cultivar todo tipo de hongos -antes era cocinera- a sus clases asisten desde jóvenes hasta psiquiatras, otros profesionales de la salud y también de la industria.
“ Hoy en Argentina, en Chile hay personas que dan ceremonias, que venden hongos y sin embargo, los grandes chamanes de Centroamérica son perseguidos y asesinados. Hay que tener respeto al trabajo de todes. La medicina es muy occidental y patriarcal. En 1800 María Sabina ya realizaba curaciones con hongos. Era una persona muy pobre, que no sabía ni siquiera leer”, asegura Caro.
Cultivar en casa
Tina Pgnott entró al reino Fungi hace 10 años y todos los días sigue aprendiendo y descubriendo cosas, le fascina transmitir las bondades de ese mundo, lo hace con cualquier persona que esté dispuesta a escucharla y también con quienes no lo están, casi como un trabajo de evangelización porque aunque no los veamos estamos rodeadxs de hongos.
Cultiva como hobbie y pasatiempo, es autodidacta, aprendió leyendo y mirando a otrxs en internet, cruzando información y luego de mucho ensayo y error, sabiendo, sobre todo, que es fundamental manejar la frustración de los primeros cultivos. Este es su cable a tierra para alejarse de su espacio laboral como licenciada en artes combinadas y asegura que durante el aislamiento por la pandemia se convirtió en una terapia para afrontar el encierro.
“Al principio me parecía chino básico, hasta que empecé a investigar un poquito y me di cuenta que no era complicado, solo hay que tener ciertos cuidados con los protocolos de limpieza. Cuando empecé a cultivar vivía en un monoambiente y había elevado mi cama 1.50 metros del piso y ahí abajo tenía un armario de cultivo de hongos, no necesitas una super infraestructura”, asegura Tina.
Comenzó con los hongos cubensi que son psicoactivos y al poco tiempo se dio cuenta de que también podía cultivar hongos comestibles y medicinales como gírgola, melena de león, foliota, que tienen un gran valor gastronómico, porque son muy sabrosos y también tienen propiedades medicinales que refuerzan el sistema inmunológico.
“La melena de león sirve para cuestiones neurológicas, es prodigiosa, en algunas especies es difícil poner etiquetas, son muy permeables, tienen un valor gastronómico pero también un valor medicinal”, asegura. Tina cultiva con arroz, una olla a presión y frascos de mermelada que recolecta de todos lados, “es muy económico”, agrega.
¿Qué dice la ciencia?
Leticia Terzzoli es bióloga de la universidad de Córdoba, investiga sobre el cultivo de hongos y hace cuatro años fundó Profunga, un emprendimiento que comparte con su compañero. Brindan capacitaciones para productores de hongos de todo el país y venden el insumo principal para el cultivo que es la semilla miseliada. Leticia ingresó al reino Fungi a los 14 años cuando sus xadres comenzaron con la producción de hongos en 2003 y es además la directora de cultivo fúngico de la Fundación Hongos de Argentina para la Sustentabilidad (FHAS).
Uno de los objetivos de esta fundación es promover la investigación de la Funga y sus potenciales usos biotecnológicos, culinarios y medicinales. Leticia redactó una guía para la producción de hongos en casa: ”Los hongos son una fuente de proteínas de las más sustentables que conocemos. La pandemia sacó a la luz que nuestro sistema productivo es muy poco sustentable y sobre todo, la producción de proteína animal está haciendo agua por todos lados porque genera enfermedades”.
“Este tipo de pandemias (coronavirus) está muy asociada al hacinamiento de los animales que tenemos para consumo y los hongos son organismos degradadores. En el ecosistema ellos lo que hacen es reutilizar la materia que queda disponible después de la vida, para que ocurra la reencarnación tiene que estar los hongos en el medio. Desde ese punto de vista nosotros podemos producir alimentos a partir de residuos, por ejemplo, en la guía proponemos producir hongos con yerba y maple de huevo. A partir de un residuo orgánico que tenés en tu casa, podés hacer un alimento proteico, la girgola es el hongo más fácil de cultivar y tiene una cantidad de proteína que es muy significativa.”
La bióloga cordobesa que vive en Salsipuedes explica que los hongos tienen muchas vitaminas y minerales, incluso hay registros que señalan que poseen vitamina B12, compuestos muy importantes para el organismo y sobre todo para dietas veganas o vegetarianas, una opción que reemplaza a la carne. “Muchos son hiper nutritivos y entre las sustancias que producen hay algunas que son medicinales como, por ejemplo, la lovastatina, que es una sustancia que ayuda mucho al control del colesterol. El shitake es otro hongo de cultivo que ayuda a regular la presión sanguínea y al metabolismo del colesterol. Hay otro hongo con el que hice mi tesis que es del género hericium, que le dicen melena de león o cabeza de mono que tiene una sustancia que ayuda a la regeneración de las vainas de mielina del sistema nervioso central, entonces tiene una aplicabilidad potencial en prevención y tratamiento de Alzheimer, de Parkinson o de un montón de enfermedades neurodegenerativas.”
El mundo oriental lleva años estudiando el Reino Fungi y muchos de los hongos que conocemos o que usamos son japoneses, algunos micólogos como Leticia lo que hacen es extrapolar ese conocimiento a la funga que tenemos en nuestros bosques para recuperar la funga nativa. Leticia propone el cultivo de hongos sustentable: “Hasta ahora las maneras de domesticación que conocemos son monocultivos que son las formas de un sistema capitalista y productivista donde agarramos el ecosistema, tomamos una parte y gestionamos un sistema lineal de producción donde siempre obtenemos residuos y en los sistemas nuevos de producción que son ecosistémicos, circulares, se propone que no existan residuos, sino que otros organismos se encarguen de ese residuo para reincorporarlo al sistema y todo lo que queda de la producción de una cosa sirve como insumo para la producción de otra.”
En el imaginario social la producción de hongos tiene fama de costosa y compleja, sin embargo, muy al contrario de lo que se cree, se puede cultivar de manera sencilla y económica. Por supuesto que acceder al saber implica tener un dispositivo electrónico con internet y eso es algo a lo que no todes pueden llegar, dicho esto, la producción en sí no es costosa. “Hace poco gestionamos un financiamiento autogestivo para brindar un taller gratuito online de producción de hongos pensando en acercar el conocimiento a la gente, de eso se debería tratar la ciencia para que no sea un conocimiento cerrado. A mis 14 años tenía que leer libros en inglés para poder saber cómo empezar a cultivar y todo era con un nivel de asepsia súper alto y barbijos. Nosotros desde Pro.Funga adaptamos las técnicas a nuestra realidad, vivimos en una casa de barro y en ese espacio trabajamos con hongos y hacemos todo el proceso de cultivo. Es algo muy simple y accesible, lo más costoso es que le dediquemos tiempo a conocerlo y entender de qué se trata, pero no tiene que ver con el dinero.”
Leticia asegura que las biólogas que investigan hongos son muchas pero están invisibilizadas como sucede en el resto de las ramas de las ciencias, dominadas por la mirada patriarcal. Un dato que la sorprende día a día es que la gran mayoría de las consultas y compras que le llegan a su emprendimiento son de mujeres. “El conocimiento de estas cosas viene en la voz de los varones, siempre aparecen ellos, sin embargo, estoy trabajando en Chile con Juliana Furci que es una referente de la micología a nivel sudamericano y cuando viajé me di cuenta que la base de datos que usamos fue recolectados por mujeres y pensaba qué importante que la micología de lugar a mujeres. Creo que es algo que está emergiendo con todo el movimiento feminista que tiene esa forma de resurgir de las cenizas donde nos dejaron y para mí eso es súper importante.”
A las pruebas me remito
Carla Pallavicini es doctora en física trabaja en el Laboratorio de Neurociencia Cognitiva Computacional -cuyo director es el físico Enzo Tagliazucchi- que depende de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de San Andrés. Desde el 2018 con su grupo de trabajo estudia la experiencia consciente de las personas, partiendo de ese punto, asegura que los hongos psicodélicos facilitan alcanzar un estado de conciencia completamente diferente al estado ordinario de una forma reversible y es así como se pueden estudiar los cambios en esas transiciones. Con su equipo de trabajo realizó un estudio observacional del consumo de microdosis de psilocibina controlado por placebo.
“En este estudio no encontramos que la microdosis tenga un efecto marcado en contra del placebo, o sea que, hay mucho de expectativa en lo que es el consumo de las microdosis, vos estás consumiendo algo creyendo que vas a estar más creativo o con más ganas de vivir y ya el hecho de estar consumiéndolo, te genera un poco eso antes, por eso es importante controlarlo por placebo. Si vos solamente estudias un grupo que hace microdosis, no podés separar qué parte es autogenerada por la persona y que parte es generada exógenamente por lo que consume”, explica Carla.
Conclusión, es importante ser cautelosxs, cuando hablamos de hongos y no correr desesperadxs a cultivar creyendo que nos van a salvar de todos nuestros males. “Muchas de las cosas que se dicen fuera de la comunidad científica sobre los hongos no están basadas todavía en fundamentos científicos reales pero hay cosas que sí. Por ejemplo, hay trabajos que ya estudiaron el tratamiento para depresión refractaria y para ansiedades con personas que tienen algún diagnóstico terminal en donde se ven resultados positivos. Es una alternativa más para aquellas personas que no les funcionan otros tratamientos. Hay un porcentaje de gente que responde muy bien y lo que tienen los psicodélicos como los hongos es que tienen una forma de acción muy distinta de lo que serían los antidepresivos con los que se trabaja hoy en día, con una sola ingesta, podés, tener un efecto prolongado en el tiempo en vez de estar tomando un medicamento todos los días, es segura y natural. Lo que sí es importante es controlar la dosis”, remarca Carla.
Hay varias cuestiones a tener en cuenta, Carla enumera: “A nivel salud mental, las personas que tienen una probabilidad más alta de tener alguna una afección psicótica como ser un trastorno bipolar o esquizofrenia les puede propiciar un brote que puede afectar su vida en adelante, es como cualquier otra droga, a un diabético no le podes dar una droga que le aumente la glucosa.”
Otra de las cuestiones a tener en cuenta es el entorno dice Carla, es decir, cómo una persona llega a una “ceremonia” para poder sacarle el mayor beneficio posible para el bienestar: “La idea es tratar con pacientes pero a su vez, no sólo se busca curar a personas enfermas, sino también una persona sana que quiera mejorar sus marcadores de bienestar. Es una población que hay que tener en cuenta y es algo para lo cual, estas son drogas seguras porque tienen baja toxicidad”. Y por último: “Los hongos son naturales, están disponibles, pero el avance de estudios científicos y medicinales hace que haya empresas que ya producen psilocibina de forma sintética, hechas por laboratorio. Hay que tener cuidado en todo esto cuando se investiga y también cuando se hacen normativas. Que no termine pasando toda la potestad a un laboratorio cuando está regulado no poder tener hongos cultivados en tu casa. Hay que ir luchando para que las cosas vayan por dos avenidas paralelas, que se apruebe como medicinal y los laboratorios harán sus negocios pero que no se pase toda la potestad a ellos y que si vos lo querés hacer en tu casa de forma natural lo puedas hacer.”